**... hazme volar con una mirada... **

jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo 16: Confesiones

 * ... *
 - ¡He besado a Tom! - Me llevé las manos a la cabeza y sonreí, abriendo mucho los ojos. Me eché a reír.
 - ¡Y yo a Bill! – imité su tono. Ellas abrieron mucho los ojos y yo empecé a contarles todo– 
 * ... *

*...Bill...*

Entré al cuarto de mi hermano, que estaba tirado en la cama, bocabajo. No me había oído. Me acerqué y empecé a hacerle cosquillas. Gritó y se movió rápido. Tiró de mi oreja con fuerza.

-         ¡Ay, Tom! ¡Suéltame, me haces daño!

Mi primera reacción fue darle una bofetada, pero luego me fijé en la marca roja que ya tenía y me limité a deslizar un dedo por su mejilla

-         ¿Qué te ha pasado?
-         ¿Eh? ¿Aún tengo la marca?
-         Sí ¿Quién te ha dado?
-         Belén. Es una chica difícil.
-         ¿Has vuelto a intentar besarla?
-         No, ella me ha besado.

Alcé las cejas y me senté a su lado. Él me contó toda la historia. Cuando acabó, me eché a reír.

-         ¡No te rías! ¡No es gracioso!
-         ¡Sí que lo es! Wow, te tiene comiendo de su mano, ¿eh?
-         ¿Ella? ¿A mí? ¿Pero tú de qué vas? – se enfadó –
-         Solamente te digo tus verdades.
-         Yo creo que tanta laca te ha dejado el cerebro tieso, Bill. Deberías dejarla – fingió preocupación –
-         ¡Oye, eso me ofende! – reí. Luego, más suavemente, lo volví a intentar – Oye, Tom, ahora en serio, ¿qué hay entre ustedes dos?
-         Una atracción fatal, me temo – dramatizó – Oye, Bill, déjalo ya.
-         Tom...
-         ¿Qué?
-         ¿Te gusta?
-         Te he dicho mil veces que no quiero relaciones largas.
-         ¿Pero te la tirarías?

Me miró un momento con una ceja alzada y le sostuve la mirada. Yo no le preguntaba nunca esas cosas, rara vez me importaba lo que hiciera o no en ese sentido. Finalmente, sonrió de lado con una sonrisa pícara.

-         Bill, me tienes que reconocer que está muy buena – se justificó. Me encogí de hombros –
-         Ya, si tú lo dices...
-         No te preocupes, ella no se va a dejar – añadió – No es muy abierta en ese sentido.
-         Sí, bien claro te lo ha dejado – me burlé. Él sonrió –
-         ¿Y tú? ¿Qué te traes con Ann? – dijo, cambiando de tema –
-         Esa chica es... – sonreí – Es guapa, carismática, espontánea, graciosa, sencilla, abierta, alegre, encantadora, sabe escuchar, habla con una fluidez increíble, le encanta la música, canta como los ángeles – me paré a tomar aire con una sonrisa de oreja a oreja – Me encanta.
-         Wow... Estoy viendo el titular de todos los periódicos, revistas, telediarios... – silbó – Bill Kaulitz, vocalista de Tokio Hotel, por fin enamorado.

Me eché a reír, encantado con la perspectiva. Enamorado sonaba extraño, me dije, no estaba seguro de lo que sentía por Ann. Era la chica más estupenda del mundo, pero apenas la conocía. No sabía qué pensaba ella de mí.

-         No estoy muy seguro – dijo – pero creo que a ella le gustas ¡Son todas tan diferentes que es posible incluso que cada una prefiera a uno de nosotros! – Sonrió – No, no pongas esa cara. Llevo pensándolo desde que las conocimos a todas. Fíjate que lo tenía tan claro que por eso dispuse todo así en el avión. Y casi acerté. No puedo estar seguro con Ann y Belén. Cuando estuvimos como al principio, me dio la impresión de que era una combinación explosiva, podía pasar cualquier cosa. Se tranquilizaron un poco cuando me cambiaste de sitio, ¿recuerdas?
-         Mm... Puede ser – acepté. Yo también lo había notado –
-         Pero fíjate en Janine y Gustav. Están hechos el uno para el otro.
-         Estás hecho un liante de primera – apunté – Pero tienes razón.
-         Y Georg y Karina... Bueno, son muy parecidos. Hablan poco, siempre están tranquilos... Algo en ellos es muy parecido, aún no sé qué es.
-         La sonrisa – dije yo – Tienen ambos una sonrisa muy especial.
-         Bueno, si tú lo dices... Pero el caso es que no sé qué hacer con Ann y Belén.
-         Hagas lo que hagas y lo pongas como lo pongas, Belén sólo encaja contigo. Janine con Gustav, Karina con Georg y Ann, conmigo...
-         Ya, tienes razón.
-         Ah, espera, lo olvidaba, tú no quieres una relación larga – me burlé –
-         Ajá – asintió con la cabeza, aunque no sonó muy convencido –
-         No suenas muy convencido... En fin, da igual – me reí –
-         Bah, tonterías – sonrió – Por cierto, ¿de dónde vienes tú tan feliz? – me miró con la cabeza ladeada –
-         Ah, si yo te contara... – me hice el interesante y me metí al baño de Tom para mirarme. Hice como que bebía agua y él dijo, desde donde estaba –
-         ¿Qué has hecho ahora?
-         ¿Yo? Nada... – pero me ruboricé al recordar lo bien que se habían sentido sus labios contra los míos, y Tom, que se había acercado, me pilló –
-         No me escondas nada, Bill, quiero saber todos los detalles ¿Te besó? ¿O la besaste tú? ¿Cómo fue? ¿Qué dijo? ¿Pasó algo? – me escudriñó con la mirada – No, estás muy tranquilo... ¡Venga, cuenta! – me puse aún más colorado – Gustav tenía razón – silbó entre dientes –
-         No seas insistente – murmuré, aunque sabía que no me iba a servir de nada protestar –
-         Bill, suéltalo ya.

Suspiré, y me dediqué a relatar todo lo que había ocurrido. Él me escuchaba y, de vez en cuando, me interrumpía para pedirme más detalles. Cuando terminé, lanzó un largo silbido.

-         Wow.
-         ¿Eso es todo? – alcé una ceja – Pensaba que te esmerarías un poco más.
-         ¿Qué más quieres? – preguntó - ¿Prefieres que me ría y me burle, se lo cuente a todos...?
-         No, tampoco... Sólo dime qué piensas – pedí –
-         No sé, sólo es un beso... – frunció el ceño – Creo que le gustas, Bill, pero no quiero que te desilusiones mucho si no es así.
-         Entiendo.

Nos quedamos callados. Luego, pregunté:

-         ¿Estás listo?
-         Sí, vamos.

Salimos y Georg y Gustav ya estaban esperando

-         ¿Ellas no han salido?
-         Están todas en el cuarto de Belén, dicen que falta Ann
-         ¿Ann? Te ganó – sonrió Tom, empujándome –
-         Ajá – me limité a fruncir el ceño. La última vez que la vi, hubiera jurado que estaba lista –
-         Luego decimos que es peor que una chica... – Georg meneó la cabeza, divertido, y sonrió –
-         Para que veáis – sonreí –
-         ¡Ya estamos! – gritó Janine, desde el umbral de la puerta con una sonrisa –
-         Sí, ya lo vemos – sonrió Gustav. Se sonrieron el uno al otro –
-         Claro, Jan, es obvio – se oyó la voz de Ann, enfadada –
-         ¿Qué te pasa? – preguntó Gustav –
-         Nada

Cuando salió, estaba guapísima. Tenía todo el cabello lleno de preciosos bucles, recogido en un moño informal del que se escapaban algunos mechones. El flequillo le caía a los lados, perfectamente liso, pero el resto del pelo era bucles. Había difuminado parte de las sombras negras que le había puesto y se había puesto gloss. Su camiseta negra ahora era una de tirantes negra entera y sus vaqueros era una falda larga negra. Ya no llevaba botas, sino unas delicadas sandalias de... ¿cristal?

-         Son de plástico – dije de pronto al verme mirarlas –
-         Son... muy bonitas. Te ves hermosa – dije sinceramente. Ella se ruborizó –
-         Yo quería ir normal... Pero no me han dejado
-         Vas normal – dijo su hermana – No te quejes
-         Bueno... No te quejes, has conseguido batir uno de los mejores récords de Bill – la consoló Georg –
-         No, le falta. Una vez estuvo como tres horas para vestirse, peinarse, maquillarse y todo eso – dijo Tom –
-         Dijo, uno de los mejores, genio.
-         ¿Qué hora es? – le preguntó entonces Tom a Gustav –
-         Llevamos como media hora de retraso – sentenció –
-         Ah – Tom hizo una mueca – Menos mal que David ya está acostumbrado
-         Mejor démonos prisa – pedí –
-         Vamos


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Hola, regresé!
Esta vez no a de dos en dos, eh??
Espero comments, al menos tres o cuatro
y no vale de la misma persona
¬¬
ando un poco depre extrañanda de que con 14 que somos, apenas haya comentarios, porfa, porfa, aunque sean dos líneas...
u.u
Bueno, aun asi espero y disfrutaran con el capi que les dejo
^.^
Saludos a todos, espero hayan tenido unas felices fiestas, y un prospero año nuevo que llegara mañana  ^.^

AnnyK.


sábado, 18 de diciembre de 2010

Despistes míos

Queridas seguidoras que me leen pacientes (o no =D)
Un rato de aburrimiento frente a una pantalla me hizo ver que ya somos doce!!!
Estoy muy emocionada, cuando empecé este fic, no tenía ni idea de que llegaría a diez, para no decir doce!!!
Sin embargo, poquita gente me deja sus comments, así que porfaporfaporfa, si de verdad seguís este fic, hacédmelo saber, o bien con un comment, o un mensaje en el cbox aqui a la derecha, okay??
Me darías una gran, gran, gran alegría  =D

Gracias por leerme, de nuevo, y espero poner pronto el siguiente capi
AnnyK


PD: Ilee, no publico hasta que no me dejes un testamento, se compasiva con el resto de lectoras  jijiji  xD

viernes, 19 de noviembre de 2010

Capítulo 15 : Besos gemelos

[...Salió cerrando la puerta tras de sí. Me volví a centrar en mi maleta, aunque la mirada pícara que me había dirigido no se me iba de la cabeza....]




*...Tom...*



Ellas entraron a sus cuartos, y nosotros íbamos a hacer lo mismo, pero Bill dijo:
 - ¿Alguien les avisó de que no íbamos a volver luego?
 - Nop... – contesté –
 - ¿Quién va? – preguntó –
 - Ya voy yo – se ofreció Gustav –
 - Bueno... Yo quiero hablar con Belén – dije – Yo se lo digo a ella, ¿vale?
 - Bien
 - Yo me voy, luego os enfadáis conmigo – dijo Bill –
 - Oye, Bill, a ti te gusta Ann – afirmó Gustav de pronto –
 - ¿Qué? ¿Tú de qué vas? – rió nerviosamente. Nuestra molesta conexión imploraba mi ayuda –
 - Gustav – suspiré – La acaba de conocer
 - Decid lo que queráis – se encogió de hombros – pero yo sé que es cierto.
 - Bueno, y a ti te gusta Janine
 - ¿Sabéis qué? – sonrió – Gustarme, no sé, pero es maravillosa. Me cae genial.
 - Vosotros acabáis juntos sí o sí – afirmó Bill –
 - ¿Y tú, Georg? – me reí - ¿Te pones las pilas ya?
 - Jaja, si yo os contara... Pero mejor dejemos que Bill se arregle
 - Buena idea – asentí –

Ellos entraron a sus cuartos. Gustav iba a llamar a la puerta de Ann, pero yo le interrumpí

 - Déjame entrar a mí primero. No quiero darles qué pensar
 - Mira quién habla – yo sonreí, avergonzado – Oye, ¿qué te pasó ayer con Belén?
 - Hubo un... malentendido
 - Arréglalo – pidió –
 - Descuida, a eso voy – aseguré –
 - Por cierto, Tom – sonrió – Tu hermano está enamorado
 - ¿Tú crees?
 - Sí. Y a ti te pasa algo raro
 - Yo no estoy enamorado – protesté –
 - Sólo he dicho que te pasa algo raro – repitió –
 - Bueno, vale
Llamé a la puerta de Belén
 - Belén, soy Tom – ella me abrió –
 - Dime
 - ¿Puedo pasar?
 - Claro

Entré a la habitación y cerré la puerta tras de mí

 - Bueno, lo principal era decirte que luego no vamos a volver, así que si ibas a llevarte algo o vestirte de otra forma, o algo así, hazlo ahora, ¿vale?
 - Bien – sonrió –
 - Pero quería hablar contigo de lo de ayer – ella se limitó a mirarme – Lo siento – ella alzó una ceja – Me porté como un egocéntrico, estúpido, inmaduro e indecente. No quería molestarte

Se echó a reír con ganas, pero intenté mantener el gesto serio

 - Olvídalo, Kaulitz, lo de ayer ya pasó. Te lo perdono, pero quería que supieras mi posición al respecto. Yo no soy tan fácil
 - Sí, eso me quedó claro – sonreí. Me acerqué a la puerta. –
 - Bueno, si sólo era eso...
 - Ajá – se acercó y se apoyó al lado de la puerta. Yo puse la mano en el pomo, pero con la otra le ladeé el rostro hacia mí – Ya se lo dije a tu hermana, creo, si quieres besarme, dilo y ya está – ella se rió –
 - ¿Por qué debería? Si quiero besarte lo hago y ya está

Parpadeé, sorprendido. No tenía respuesta para eso. Ella me sorprendió de nuevo, acercándose hasta besarme con fuerza. Respondí al beso, naturalmente, pero no comprendí por qué lo hacía. La chica besaba bien, eso había que reconocerlo. Pasó sus brazos por mi cuello, enredando sus dedos en mis trenzas. Dubitativo, dejé que mis manos descendieran por su cintura. Nada más rozar la cinturilla de su pantalón, ella se separó de mí y, en un movimiento rápido, me abofeteó

 - ¡Eh! – me quejé, llevándome una mano a la mejilla. Ella sonrió con autosuficiencia - ¡No es justo! ¿Por qué tú sí y yo no?
 - Porque yo soy una chica y tú no ¿O sí?
 - No, pero, ¿qué tiene que ver eso?
 - Anda, sé un caballero y déjalo estar – rió –

Abrí la boca para responder, pero no llegué a hablar. Abrí la puerta, ya fuera, advertí:

- Esta te la guardo

Ella se limitó a reírse y cerró la puerta. Yo meneé la cabeza y me dirigí a mi cuarto


                                                  ***



*...Ann...*



Me senté en una silla en cuanto acabé de vestirme. No me pasaba nada, en realidad. El problema era que no estaba de humor para maquillarme. Ni de humor para nada. Estaba ligeramente asustada. Aún no sabíamos exactamente dónde íbamos a estar, pero lo que sí estaba claro era que debíamos tener cuidado con “la gran masa”, como la había llamado David. Suspiré y tomé un lápiz de ojos negro, dispuesta a darme prisa, cuando noté que había alguien detrás de mí. Me giré rápidamente, pero me relajé al ver que sólo era Bill.
 - Tranquila. Estás un poco nerviosa hoy, ¿no? ¿No crees que deberías dejar los nervios para nosotros?
Me reí, era inevitable no reírse con Bill haciendo bromas.
 - Me acabas de dar un susto de muerte, genio.
 - Ah, claro. Eso lo explica todo.
 - ¿Cuánto llevas ahí?
 - Acabo de llegar. He llamado, pero no contestabas e intenté entrar. La puerta estaba abierta y quería ver si todo estaba bien.

Le miré a los ojos. Él ya estaba perfectamente peinado, perfectamente vestido, perfectamente maquillado y se veía jodidamente perfecto. Suspiré y volví a girarme, con el lápiz en la mano, cuando se me ocurrió una idea.
 - Bill... – llamé, poniendo voz de niña buena –
 - ¿Qué pasa, Ann? – preguntó, poniendo los ojos en blanco –
 - ¿Me enseñas a maquillarme así? ¿Cómo tú? Por favor...
 - De acuerdo...

Se acercó y me pidió que me girase. Luego me quitó el lápiz y empezó a trabajar. Apenas podía sentir lo que hacía, peor podía notar su mano agarrando mis párpados, rozando mi pómulo, girando mi cara... Era un tacto suave, cálido, y era real. Me sentí la chica más afortunada del mundo. Sonreí sin pensar.
 - ¿Qué es tan gracioso? – preguntó –
 - Nada.
 - No, dime.
 - Sólo... Soy feliz.
 - ¿Por qué?
 - ¿Qué es esto, un interrogatorio?
 - Ann...
 - Es que... – otra sonrisita boba se me escapó - ¡Es que no me lo creo! ¡Bill Kaulitz me está maquillando!  - ¡Estoy hablando con él!
 - ¿Por qué no te lo crees? – dijo entre risas. Sentí que su mano temblaba y la retiraba. Tiró de mi párpado y giró mi rostro para verlo mejor –
 - Parece un sueño – murmuré –
 - Si me das dos minutos más, te dejo abrir los ojos para que veas lo despierta que estás – bromeó mientras empezaba a maquillarme el otro ojo –
 - Tú sigue. No pasa nada.
 - ¿No quieres abrir los ojos?
 - No... no me quiero despertar... – susurré con una sonrisa. Sentí sus manos paralizarse un segundo y luego retomar su tarea –

No seguimos hablando. Dos minutos más tarde, como había dicho, me soltó y empezó a hablar, pero unos fuertes y rápidos golpes en la puerta me hicieron saltar, asustada. Sin querer, choqué mis labios con los de Bill. El tiempo y el espacio desaparecieron. Oí a lo lejos que mi hermana me decía algo pero no la entendí ¡Estaba besando a Bill! No me moví, no quería dar un paso en falso. Él se apartó lentamente, ruborizado. Supe que yo también debía estar como un tomate cuando se echó a reí. Compuse una mueca.
 - No tiene tanta gracia. Nos hemos chocado. Lo siento.
 - No pasa nada – rió - ¿Qué fue eso? Sí que estás nerviosa hoy, ¿eh?
 - No te rías – dije, empezaba a tener ganas de llorar y él pareció darse cuenta por mi tono –
 - Vale, Ann, tranquila, ¿sí? No va a pasar nada ¿Es por lo que dijo David? ¡Si es un exagerado! Mira que, si lloras, se te correrá el maquillaje.

Con eso consiguió que me echara a reír en lugar de llorar.

 - Vaya cambios de humor... – comentó –
 - Eres lo peor – dije, abrazándole en un impulso – Gracias.
 - De nada – me abrazó en silencio, no hizo ademán de soltarme – Ann, ¿te preocupa algo?
 - ¿Eh? No... No, nada.
 - Okay. No te preocupes por lo que dijo David, ¿vale?
 - Es que no quiero causar problemas.
 - Shh... Calla.

Se acercó a mi oído y empezó a cantar. Era una melodía suave que reconocí al instante: “Zoom into me”

 - I know you’re scared... When you can’t breathe... I will be there, zoom into me...

No sabía si llorar o reír. Bill era tan... Bill. Dejó de cantar y me miró.

 - No quiero que estés asustada por tonterías. Disfrútalo todo. Piensa en otra cosa.
 - Gracias, Bill.
Sonreí con más ganas. Me sentía mucho mejor ahora. Le volví a abrazar. Por un segundo, cruzó por mi mente el recuerdo reciente del “casi beso” que acabábamos de compartir y me ruboricé.
 - Bill... Por lo de antes... Lo siento, en serio. No era mi intención.
 - No, claro que no... – ironizó – Vamos – me interrumpió antes de que protestara - , o empezarán a preocuparse. Tu hermana dijo que te quería decir algo importante, ¿recuerdas?
 - Sí, claro – mentí. Él puso los ojos en blanco -
 - No, ya veo que no ¡Venga ya! ¡Sólo somos personas! ¿Por qué le dais todas tanta importancia?
 - No lo entenderías – solté secamente. Odiaba que me recordaran mis debilidades –
 - Ah, pues inténtalo. Puedo ser un chico rico y mimado rodeado de comodidades, pero no soy nada tonto, ¿sabes? – me guiñó un ojo – Dime.
 - Es sólo que... Cuando eres fan de un grupo y eso... Es imposible no... ¡Vamos, es obvio! – me desesperaba que pusiera cara de no estar entendiendo nada – cuando te gusta mucho algo... Te obsesiona, capta todos tus sentidos, ¿sabes lo que te digo?
 - Creo que sí – dije lentamente –
 - De acuerdo.

Iba a girarme para verme en el espejo, pero él tomó mi cara entre sus manos y me preguntó, con voz suave, ruborizado:
 - Ann, ¿puedo hacer una cosa?
 - Por supuesto – contesté automáticamente. Sonrió –

Gracias.Y entonces me besó. Se inclinó hasta tocar sus labios con los míos dulcemente, sin prisas. Mis ojos se cerraron automáticamente, pero no me lo podía creer. Alcé ambas manos para rozar su cabello, para cerciorarme de que estaba allí de verdad, y noté que él deslizaba una mano por mi mejilla hasta dejarla en mi nuca. A alguna minúscula parte de mi mente se le ocurrió preguntar “¿Y por qué te está besando ahora?”, pero me limité a devolverle el beso, intentando no demostrar mi impaciencia. La primera cosa estúpida que se me ocurrió fue que le faltaba práctica. La segundo, que yo podía arreglarlo. No me permití seguir pensando en eso ¡Ahora sí que estaba besando a Bill Kaulitz! Sentía su sabor en los labios, un sabor dulce, íntimo, que me recordaba... Me recordaba... No lo sabía, me recordaba a algo, pero no sabía a qué. Me volvió a besar, un poco más fuerte, y dejé escapar un corto suspiro. Sus brazos rodearon mi cintura. Entreabrí los labios un poco, buscando aspirar su aliento, inspirar su olor, cualquier cosa que me permitiera saber que era él, sentirle más cerca. Gimió suavemente. Entonces, perdió el equilibrio. Él estaba inclinado hacia mí, ya que yo estaba sentada y él me había estado maquillando. Rápidamente, me agarró más fuerte de la cintura y se separó de mí. Su rodilla izquierda estaba al lado de mi pierna, se había apoyado en la silla para no caerse literalmente sobre mí. Parecía que iba a sentarse en mi regazo. Si estaba ruborizado, ahora tenía los siete litros de sangre de cualquier persona en el rostro. Se levantó rápidamente. Yo también estaba completamente colorada.


 - Eh... ¿Lo siento? – intentó –
 - ¿P-por qué? – tartamudeé. Mi voz sonaba asustada. Me sentía vulnerable –
 - N-no sé... Yo... Yo sólo quería... L-lo siento, me he dejado llevar... – no hilaba bien las frases. Tenía cara de pánico – Lo siento.
 - No te preocupes... – murmuré –
 - Yo sólo iba a darte un beso rápidamente y punto. Para no dejar las cosas sin terminar – sonrió tímidamente – no pensaba eh... bueno, quiero decir, yo no iba a...
 - Olvídalo – comenté, un poco más tranquila – Le puede pasar a cualquiera. Aunque – intenté sonar tranquila – no me lo esperaba de ti.

El poco rubor que había desaparecido, volvió a encender sus mejillas.

 - Lo siento – repitió. Parecía nervioso – Oye, ya sé que la culpa es mía, pero... no se lo digas a los chicos, por favor.
 - No iba a hacerlo – fingí ofenderme y él sonrió – Eso es algo que harás tú si te apetece.
 - Yo no pienso decir nada.
 - Entonces, queda entre nosotros.
 - Ajá.
 - Okay.
Le tendí una mano y él la estrechó con cierto alivio. Se llevó una mano a la cabeza y se tocó el pelo con nerviosismo. Seguía completamente ruborizado. Me giré para mirarme al espejo. Yo ya no estaba colorada, más bien volvía a mi tono natural de piel. Mis ojos se veían irreconocibles, perfectos, como nunca los había visto. Me llevé las manos a los labios, sorprendida y abrí mucho los ojos. Ahora, así maquillada, me daba cuenta de que me parecía mucho a Bill. Excepto el tono de piel, nuestros rasgos eran muy similares, ya que ahora mis ojos eran del mismo color que los suyos. Cuando me puse de pie, incluso nuestras ropas se parecían. Yo llevaba vaqueros ajustados y él unos vaqueros caídos y algo deshilachados. Yo llevaba botas de tacón negras y él también llevaba botas negras, aunque con menos taco. Los dos llevábamos una camiseta negra con distintos dibujos, pero ambos en tonos blancos y rojos. Me miré y luego le miré a él.
 - ¿Qué? – preguntó –
 - Vamos a juego – dije –
 - Ah, es cierto – sonrió – Y ahora encima me copias el maquillaje...
 - ¿Yo? Oye, yo no soy la única que te copia, ¿eh?
 - Tienes razón, sois todas un poco copionas.
 - Vaya, hombre, qué cariño nos tienes a las fans.

Se echó a reír y me dirigió una mirada de reproche divertida. Yo sonreí inocentemente

 - Tu hermana te está esperando.
 - Ya voy, ya voy... ¡Wow, Bill! Me tienes que enseñar a maquillarme así.
 - Claro, pero no ahora.
 - No, claro.

Sonreí y me giré de nuevo para coger un peine y desenredarme el pelo. Menos mal que me lo había alisado antes. Mientras lo hacía, noté un cosquilleo en los labios e hice un esfuerzo por no sonreír. Quería ver la cara de mis amigas cuando se lo contara. En cuanto acabé, me levanté y guardé mis cosas. Bill abrió la puerta con una sonrisa maliciosa. Me despedí con la mano y entré al cuarto de mi hermana. Estaba con las chicas, y empezaron a contarme algo. Me limité a asentir con la cabeza todo el rato.

 - ¿Me has oído? – gritó entonces mi hermana. Salté en mi sitio y me ruboricé. Negué con la cabeza –
 - Lo siento, os tengo que contar algo im-por-tan-tí-si-mo – dije, emocionadísima –
 - ¡Yo primero! – chilló - ¡He besado a Tom!
 - Me llevé las manos a la cabeza y sonreí, abriendo mucho los ojos. Me eché a reír.
 - ¡Y yo a Bill! – imité su tono. Ellas abrieron mucho los ojos y yo empecé a contarles todo –

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Hola!
Aquí me tienen de nuevo
Espero que les gustara el capi, la verdad, aquí hago de nuevo una pequeña referencia en cuanto a las barreras de tiempo, recuerdan que les comenté que iba a haber cosas que se sadrían de lo lógico??
Bien, pues me refería, mas que a otra cosa, a la relación entre los personajes, porque aparte que nunca se me dio bien alargar las cosas entre personajes que tienen que acabar juntos sí o sí, pues me pareció que tampoco tenía caso alargarse más cuando lo interesante llega cuando ya estan todas las parejas establecidas
=D
Bueno, pues espero que entendieran, un saludo
AnnyK


PD: definitivamente, te vuelve a tocar publicar, querida ;P

Capítulo 14 : Natalie Franz

[... Bajamos, y nos encontramos con... mi peor pesadilla personificada...]


*...Janine...*



Nada más bajar del bus, nos encontramos a un montón de fans enloquecidas, que eran contenidas por la policía. Cinco guardias de seguridad esperaban un poco más allá y una chica rubia nos sonreís. Más bien, les sonreía a ellos.

 - Hoola, Bill, Tom, Georg, Gustav... – soltó, con un tono melosos que me hizo querer toser –
 - Hola, Natalie – sonrió Bill – Qué, ¿buscas polémica? No quiero problemas.
 - Bah, qué aburrido eres – murmuró, aunque sonrió – No te preocupes, no necesito tu ayuda para causar revuelo. Yo sola me basto, tú bien lo sabes.
 - Si te refieres a poner a todas las fans en tu contra, es cierto que te las arreglas muy bien – se burló –
 - Ja, ja, ja, qué gracioso – se enfurruñó ella. Enseguida retomó su sonrisa “yo-soy-perfecta-no-te-atrevas-a-mirarme” Entonces nos vio – Oh, ¿Y quiénes son ellas?
 - Ellas son las chicas que te dijimos que vendrían – dijo Tom, con cara de repetir algo por enésima vez –
 - Ah... ¿Cómo se llaman?
 - Hola, soy Annelysse – se adelantó ella, con tono ácido –
 - Su hermana, Belén.
 - Soy Karina – saludó –
 - Janine – moví la cabeza en su dirección. Ella se quedó en blanco un momento, como si no pensara que pudiéramos hablar –
 - Ah, encantada – murmuró – Soy...
 - Natalie Franz – dijimos a la vez –
 - ¿Me conocéis?
 - Dime una fan que no te conozca – dijo Ann. Yo reí por lo bajo –
 - ¿Ves, Bill? Todas me conocen.
 - Bla, bla, bla – se mofó él – No te atreves a salir ahí tú sola.
 - Sí que me atrevo, pero creo que deberíais ir moviéndoos, porque os están esperando – sonrió más –
 - Claro, Nattie, miedosa – rió Tom – Ya vamos.
 - ¿Y ellas?
 - Hum... ¿No te dijo David...? – empezó Gustav –
 - Las llevaré con él, a ver qué dice – ofreció –
 - Vale. Nos vemos, chicas – se despidió Bill. SE acercó a darnos un beso en la mejilla. Luego abrió la boca para decir algo, pero Natalie se adelantó –
 - Oye, y yo, qué, ¿estoy pintada en la pared?
 - Ay, Nat, ojalá te callaras de vez en cuando – deseó mientras le daba un beso y se alejaba rápidamente – Buena suerte – nos deseó –
 - Qué malo eres, Bill – dijo ella con un puchero –
 - No voy a responder a eso.
 - Bah, aguafiestas...
Ellos se fueron rápidamente y ella nos dijo:

 - Venid conmigo. Cubriros con algo, si podéis.

Repetimos la misma operación que en el aeropuerto. Ella nos llevó hasta la parte de atrás del hotel sin demora y (¡Gracias a Dios!) en silencio. Era bastante engreída y un poco repelente.

 - Ah, por fin, Natalie. Pensaba que no llegarías nunca.
 - Aún no me ha matado nadie.
 - Compórtate, ¿quieres? – se molestó David – No des problemas.
 - Sí, señor – respondió de forma mecánica y con tono aburrido –No tengo todo el día. Llévatelas a su habitación y quédate con ellas, luego veremos si te quedas, te vas o qué haces.
 - Sí, señor – volvió a decir –
 - Y no seas cansina. Tomad las llaves – nos dijo, dándonos unas tarjetas de hotel, para abrir las puertas. Las cogimos en silencio –
 - ¿Algo más?
 - No, iros, iros ¿Tienes prisa?
 - No, qué va. Tengo todo el día – dijo, monótona –
 - Bueno, pues andando. No os preocupéis, chicas – nos quiñó un ojo – Es desagradable, pero al menos no es mala.
 - La que puede preocuparse soy yo – fingió estremecerse –
 - No te van a hacer nada, no seas loca
 - Ya, ya...
 - ¡Venga! No puedo quedarme más tiempo
 - Sí, señor...
 - No sé por qué no la despido... – rezongó mientras se iba –
 - Yo sí lo sé, David – rió ella –
 - Yo creo que ya no te oye – apuntó Ann, con un toque de ironía. Le iba a hacer la vida imposible, y todas lo sabíamos, pero no interferimos. Nos caía muy mal –
 - Ya ¿Queréis saberlo vosotras? – sonrió mientras entrábamos y esperábamos el ascensor –
 - No, supongo que sus razones tendrá – contestó Ann, en tono inocente – Aunque, si te hace ilusión...
 - No me despide, básicamente, porque Bill le pidió que no lo hiciera. Aunque no lo entiendo, porque él sabe maquillarse solo.

No dijo nada más, y nosotras tampoco. Ann estaba roja, pero de ira, y Belén agarró su mano derecha para calmarla. Karina le puso una mano en el hombro y yo la cogí del codo izquierdo.

 - Me apuesto algo a que miente – murmuró en español –
 - Pregúntale a él – sugerí – Ya que os lleváis tan bien...
 - Muy graciosa – murmuró con sarcasmo, ruborizándose más –

Reímos por lo bajo y seguimos a Natalie por un pasillo. Pronto llegamos frente a la puerta número 315. Ann dijo:

 - Esta es la mía.
 - Bien, entra – dijo Natalie – Las demás tenéis números consecutivos a este.
316, Belén; 317, yo; 318, Karina. Sonreímos al oír el picaporte de Ann y el de Belén abrirse a la vez. Ellas hicieron una mueca de disgusto, pero entraron a sus respectivos cuartos. De reojo pude ver cómo Natalie entraba detrás de Ann. Crucé los dedos mientras entraba a la mía para que no pasara nada. A Ann le caía mal sólo de verla en fotos como para soportarla en la realidad. Miré a mi alrededor. Mi cuarto era amplio, bien iluminado, con un gran ventanal cubierto por cortinas claras. La cama era de dos plazas, de sábanas blancas. Había un baño cubierto de espejos, con una ducha grande de mamparas de cristal tintado de rojo. Toda la sala del baño tenía el piso decorado en tonos naranjas y amarillos y la habitación, en tonos verdes y amarillos. Lo admiré en silencio durante unos minutos. Luego, dejé mis cosas y me acerqué al cuarto de Karina
 - Hola – me recibió con una sonrisa – Mira, pasa, a ver si es como el tuyo.

Entré y resultó ser igual. Nos fuimos con Belén, pero ella resultó estar con Ann.
Llamamos, pero no esperamos que nos abrieran. Entramos con una sonrisa, intentando que Ann supiera que tenía nuestro apoyo. La observé con atención. Empezaba a ponerse pálida y sus ojos destilaban odio. Natalie sonreía con satisfacción. Belén lucía preocupada.


 - ¿Qué tal, chicas? ¿Cómo son vuestras habitaciones? – nos saludó con fingida simpatía –
 - Bien. Son todas iguales – contesté secamente –
 - Ah, mira tú.

No se calló, empezó a hablar de cualquier cosa banal que se le ocurriera. Empezábamos a tener ganas de estrangularla, pero, por suerte, llamaron a la puerta. Eran los chicos.

 - ¡Hola! – saludó Tom. Miró a Ann con el ceño fruncido – Enana, estás pálida, ¿te sientes bien?
 - ¡No me llames así! – siseó Ann –
 - Vale, vale, qué genio – se rió Tom – Ahora en serio, ¿te sientes bien?
 - Creo que voy a vomitar – murmuró, mirando a Natalie con disimulo –
 - ¿Eh? – Bill miró a Natalie y se echó a reír - ¡Comprobado, Nat, eres insoportable! ¿Qué les habrás contado? – negó con la cabeza y sonrió - ¡Anda, vete!
 - ¿Yo, por qué yo?
 - Hazme ese favor y vete – dijo, ahora más serio –

Ella refunfuñó algo, y dijo:

 - David me dijo que me quedara con ellas.

 - Ve y dile que nosotros que hemos quitado el puesto – dijo Georg en tono seco – Seguro que nos harás un favor a todos.

Ella puso mala cara, pero se marchó.

 - ¿Os ha dado mucho la lata? – preguntó Gustav –
 - Bueno – musitó Ann –
 - No le hagas caso – dijo Bill, mirándola a los ojos – Dice más mentiras que verdades – ella se ruborizó y él  - sonrió –
 - No sé cómo la aguantas, Bill – comentó Georg – Es insoportable.
 - Bah, en el fondo es maja
 - Sólo contigo – apuntó Tom –
 - ¿Tú crees?
 - Es horrible, no hay quien la aguante dos segundos seguidos, Bill – dejo Georg – No sé por qué interviniste por ella
 - Muy fácil, daría problemas – se encogió de hombros – Al menos así la tenemos un poco contenta.
 - Sólo espero que no se ponga celosa – dijo Tom, insinuante, mirándonos de reojo. Bill se ruborizó –
 - Eso... Bueno, ya... ya veremos – tartamudeó – No tiene por qué
 - Aún – apuntó Gustav, con ironía – Sólo espera
 - ¿A qué? – preguntó Georg –
 - Bill sabe de qué le hablo, ¿cierto?
 - Supongo

 - ¡Eh, yo quiero enterarme!
 - Ya lo sabrás – dijo él, con una risita –

Nadie lo comentó, y seguimos hablando entre todos. Las horas volaron, pero de pronto, Tom dijo:

 - ¿Alguien tiene hora?
 - ¿En Portugal es lo mismo que España?
 - Eso creo... :S
 - Bueno, en España son las once de la mañana.
 - Quiero desayunar – dijo Tom, sonriendo – Pero, es un poco tarde para llamarlo desayuno.
 - Vamos a ver si sigue abierta la cafetería – dijo Bill –
 - Vamos

Bajamos. Estaba a punto de cerrar, pero conseguimos que nos dejaran pasar. Desayunamos entre risas. Nos lo pasamos muy bien. Seguimos charlando, riendo... El tiempo pasaba sin que ninguno nos diéramos cuenta. Después de comer, David apareció de pronto.

 - Chicos, hola

 - ¡Hola, David! – saludó Bill. David de quedó sorprendido, pero sonrió –
 - Hola, veo que os lo estáis pasando muy bien.
 - Sí, hemos tenido suerte. Son unas chicas geniales.
 - Me alegro.
 - Sí, son muy agradables, súper sinceras – dijo Tom –
 - No son las típicas fans interesadas – intervino Georg con una sonrisa – Lo que me recuerda lo del autógrafo
 - ¡Ah, es verdad! – recordé –
 - Más tarde – prometió Bill –
 - Pues, eso, son estupendas – asintió Gustav –

David parpadeó, impresionado, y nosotras nos ruborizamos por completo. Recibir tales elogios de las personas que más admiras es increíble.

 - Bueno, me alegro de que haya buena química – rió – Pero tengo que fastidiaros el momento. Tenemos que ir a hacer las pruebas de sonido.
 - ¿Tan pronto? ¿Qué hora es? – dijo Tom –
 - Creo que son las cuatro y media, pero tenemos que estar ahí cinco y media, así que si nos damos prisa...

 - ¿Cómo dices, Bill? ¿Prisa? Sí, claro – se rió Gustav - ¿Eres consciente de lo que dices, Bill?
 - Queda toda una hora – se justificó, ruborizándose –
 - Claro, claro... ¬ ¬
 - Olvidaos de eso – terció David – Chicas, escuchad, ahora que salgamos es probable que nos encontremos con la típica gran masa de fans. Aún hay muchas que no os conocen, pero a ti sí, Ann. Así que, por favor, tened cuidado e intentad ser discretas. Ya sé que no vais a ir gritando por la calle, me refiero a que intentéis no parecer nerviosas, ni demasiado confiadas. Tampoco vayáis hablando en susurros ni exageradamente alto. Os voy a pedir que seáis buenas actrices mientras estéis con nosotros, ¿vale? No queremos que os pase nada.

 - Vale – murmuramos a coro. La seriedad de su tono nos había atemorizado un poco –
 - Ahora convendría que os fuerais a arreglar, en especial tú, Bill, a nadie le gusta llegar tarde – rió – Podría ser... Problemático

Se marchó riendo y todos los chicos menos Bill se rieron también. Él hizo un puchero, pero luego dijo:

 - Vale, entonces me voy. Como no me queréis...

Vi a Ann bajar la vista y morderse las mejillas por dentro para no decir nada y a Karina reírse de ella en silencio.

 - Nosotras también deberíamos ir a arreglarnos – admitió Belén – Janine no sé cómo lo hace, pero yo puedo estar media hora pensando, y Ann ni te cuento.
 - Vamos todos – terció Gustav con una sonrisa – Bill se queja siempre de que le tomemos el pelo, pero en el fondo, el único que se da prisa soy yo
 - Mentira podrida – saltó Tom – Yo también acabo pronto.
 - A veces – dijo él, encogiéndose de hombros – Tienes razón.

Subimos discutiendo por ver quién tardaba más y quedó en un empate entre Bill, Ann y Belén. Belén admitió que algunas veces Ann tardaba más, pero Bill y ella no lograron ponerse de acuerdo. Finalmente, quedaron en verlo después. Entré a mi cuarto y vi que alguien había entrado y dejado mis maletas ahí. Abrí una y miré mi ropa. No sabía muy bien si volveríamos. En eso estaba cuando Gustav llamó a la puerta.


 - Jan, soy Gustav – oí. Corrí a abrir –
 - Dime
 - Se nos olvidó deciros que luego no vamos a volver, por si queréis llevar alguna cosa.
 - Ah, gracias.
 - Por cierto, vosotras vais a asistir al concierto desde detrás del escenario, ¿okay?
 - ¿Ah, sí? ¡Guay! – él sonrió –
 - Pues... era sólo eso.
 - Oye, Gus – le llamé – Lo siento por lo de antes. A veces, Belén no se da cuenta de lo que dice.
 - ¡Ah, eso! – sonrió – Ni lo menciones, no pasa nada.
 - Vale. Nos vemos luego.

Él sonrió una vez más y tomó una de mis manos. La besó en silencio con un brillo de diversión en los ojos. Luego se echó a reír y me contagió.
 - Tienes bonitas manos – dijo, encogiéndose de hombros –
 - Gracias – susurré. Supe que estaba como un tomate –
 - Nos vemos

Salió cerrando la puerta tras de sí. Me volví a centrar en mi maleta, aunque la mirada pícara que me había dirigido no se me iba de la cabeza.

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Tokitass!!
He vuelto!!
Disfruten de este capi, porque enseguida voy a subir otro  ^.^
Voy de dos en dos
jajaja
Saludos
AnnyK


PD: Ya, subi, estas contenta, iLee?? xDDD

martes, 12 de octubre de 2010

Capítulo 13 : Sueños

*...Annelysse...*

Sonreí en silencio. Tom parecía un niño chiquito. Miré a mi hermana, que hablaba animadamente con Bill. Cerré un poco los ojos. Estaba cansada, pero no quería cerrar los ojos del todo. Ya sabía que no era un sueño, pero no quería perderme nada. No oía nada, excepto el fuerte motor del avión, de modo que me adormilé y terminé por dormirme del todo. Lo siguiente que supe fue que estaba soñando. Era imposible que esto fuera realidad. No reconocí el lugar, pero sí a Bill, más hermoso que nunca, de pie frente a mí. Sonreí. Era demasiado, no podía siquiera pensar que alguien como yo le gustaría. Pero... se acercaba a mí ¿Qué hacía? Choqué con una pared al intentar retroceder y él me acorraló. Me miró a los ojos con muda intensidad, parecía que me iba a besar. Esperé con ansiedad a ver qué ocurría. Entonces, le llamé.

 - ¿Bill? – fue un susurró que casi no se oía - ¡Bill!

Me acerqué un milímetro más a su rostro y él abrió mucho los ojos. Empezó a desapareces, como humo. Me asusté. Empecé a llorar y a llamarle a gritos.

Entonces, desperté de golpe, gritando su nombre.

 - Sí, estoy aquí – oí que decía, riendo –Miré a mi alrededor, confusa. Todos me miraban, sonriendo burlonamente. Debía de haber hablado en sueños. Asustada, me eché a llorar. Al taparme la cara, descubrí que ya tenía las mejillas húmedas. Sentí los brazos de mi hermana y su perfume envolviéndome.

 - Déjame – pedí – Soy una estúpida.
 - ¿Una pesadilla? – preguntó –
 - Bah, sí. Mis tontas pesadillas. Debe ser que tengo la sensación de estar en un sueño constante. Debí haberlo previsto.
 - ¿Otra vez esas? – dijo Janine con sorna –
 - No sé. Me duele la cabeza.
 - Debe haber sido el aterrizaje – dijo Bill entonces – Estabas dormida aún y empezaste a hablar en ese momento.
 - No sé. Lo siento – me tapé la cara, aunque ya no lloraba – Soy idiota. Qué vergüenza.
 - No te preocupes. Yo también he tenido una pesadilla – dijo mi hermana –
 - Tú no hablas en sueños – dije –
 - No es verdad, sí que lo hace – rió Bill – Pero tan bajito que no se la oye. Y las dos habláis en español. Creo que lo único que entendimos fueron los nombres.
 - ¿Qué nombres? Si sólo ha dicho uno – se burló Tom –
 - Me refería a su hermana.
 - Yo no la oí – dijo Tom, frunciendo el ceño –
 - Habla muy bajito. Y muy deprisa
 - Lo sé. Pero sólo de vez en cuando.
 - ¿Y qué dijo?
 - No sé. Habló de Ann, de Gustav, de ti y de mí, luego con Janine y Karina y creo que también con Georg. Pero no sé de qué.
 - Con todos, vamos – sonrió Tom –
 - Ajá. Mantuvo una larga conversación contigo en especial – se encogió de hombros – Pero no entendí nada de nada.
 - Vaya. Qué mal.
 - Yo no diría eso – sonrió Karina, mirándome con picardía –
 - Pensaba que yo no había dicho nada – protesté –
 - Noo... Sólo dos frases. No sé cómo no lo han pillado, es una frase que se conoce. La otra no, pero...
 - Es cierto – asintió Jan – Has tenido suerte, el avión hace mucho ruido.
 - ¿Tanta suerte? A ver, qué ha dicho – retó Tom –
 - ¿Crees que soy tonta? Abro el pico y me corta la lengua de la forma más dolorosa que se le ocurra.
 - Sí, no lo dudo – asintió Karina. Me miró – Oye, tomate, respira, ¿eh?
 - ¡Estoy respirando! – le grité, enfadada –
 - Vale, tranquilas. Bajemos del avión. Y no gritéis en el aeropuerto, por favor – pidió Bill, con una sonrisa apaciguadora –
 - ¿Sabéis qué? – dije, cuando tuve la cabeza un poco más fría – Lo que es una suerte no es que el avión haga mucho ruido, sino que hablase en español. Yo siempre sueño en alemán.
 - ¿Sí? – dijo Georg – A ver si hay más suerte la próxima vez.
Ja, ja, sueña con ellos señor gracioso – me burlé – Voy a tener que ponerme esparadrapo o algo, no me gusta que espíen lo que sueño.
 - No es mala idea – reflexionó Belén – Aunque yo sueño casi siempre en español.
 - Bueno, da igual, de todas maneras teníamos pensado pasar la noche en un hotel y viajar de día. Tal vez os resulte más cómodo. Tendréis habitaciones separadas – dijo Bill. Se lo agradecí al cielo –
 - Ah, okay. Gracias – dijo Janine. Karina asintió –
 - Sí, gracias – dijimos mi hermana y yo a la vez. Puse los ojos en blanco y ella bufó. Los demás rieron –

Al entrar al aeropuerto, Bill miró en redondo con curiosidad.

 - Bienvenido a la Tierra – llamó su hermano. Bill rió –
 - Sólo miraba – se excusó - ¿Dónde estamos exactamente?
 - En Portugal – contesté inmediatamente – Hoy es siete de abril, ¿no? Pues hay concierto en Portugal, si no me equivoco-
 - No, tienes razón – asintió Gustav. Me fijé que iba al lado de Janine y sonreí sin pensar. Ella me pilló –
 - ¿Qué pasa?
 - Nada... – sonreí de nuevo y me giré –
 - Me miráis todas muy raro – insistió –
Miré a mi hermana y a Karina y nos reímos. Me acerqué a Jan y le dí un abrazo.
 - Eso son imaginaciones tuyas. Por cierto, ¿no tienes nada que contarnos? – le pregunté –
 - ¿Yo? – se ruborizó - ¿Y ahora qué es?
 - No lo sé... – ironicé. Me reí. No dije nada. Ella ya lo sabía –
 - Pues no sé – declaró, tajante –

Los chicos se empezaron a reír al ver la cara de resolución de Janine. Nos conocían lo suficiente como para saber que no la íbamos a dejar en paz ni un minuto. Por el momento, me encogí de hombros.

 - Ya lo sabrás – amenacé – Vamos a estar detrás,
 - Brr... Qué miedo – se burló –
 - Oh, espera, ¿dónde está David? – exclamó Bill, una vez pasamos todos los interminables controles de seguridad y de policía –
 - Pues... No debe estar lejos – contestó Tom –
 - Sería “problemático” – comentó Gustav, haciéndoles reír –
 - En cuanto conozcáis un poco a David, veréis qué es lo que nos hace tanta gracia – dijo Bill –
 - Ah, vale – murmuré. Es ese momento, me sentí un poco fuera de lugar –
 - Mirad, os comentamos – dijo Tom – Estamos esperando a David, para que no se arme un jaleo tremendo.
 - Mayor aún – especificó Bill – del que se armará en cuanto salgamos nosotros. Por eso vamos a separarnos. Vosotras vais con los de seguridad,, nosotros saldremos y rezaremos para que ninguna nos mate.
 - Bah, eso es imposible – ironizó Karina –
 - No me refería a las fans. Es que a veces te encuentras antis camufladas – explicó – Por eso nosotros también vamos con los de seguridad, algunos menos, pero aún así...
 - Aunque nunca ha pasado nada serio – dijo Tom –
 - No, qué va. Creo que lo peor fue un día que salimos de un hotel y la policía estaba intentando separar a las fans y a las antis. Parecía una película de de luchas en la Edad Media. Se peleaban con todo lo que tenían a mano. Había de todo – se rió Bill –
 - ¿Ah, sí? – preguntó Karina, con guasa – Me suena.
 - Seguro.
 - Yo conozco a dos chicas que estuvieron ahí.
 - ¿Sí? – dijeron ellos, casi a coro –
 - Sí – se rió ella - A Janine y Ann. Fue en Francia, creo, ¿no? – entornó los ojos – O Alemania-
 - Francia – suspiré – Yo también me acuerdo. Lo pasé muy bien.
 - Sí, ¿verdad? – sonrió Janine – Fue genial-
 - Vosotras estáis muy locas – dijo Bill, asombrado –
 - Muchas gracias – contesté con aire solemne. Luego me eché a reír – Mis padres dijeron lo mismo. Y fue una suerte que la policía no pudiera con todas, porque no nos pillaron.
 - Ya, es cierto, nos escabullimos.
 - Pero nos quedamos sin autógrafo – dije yo, y les miré. Ellos se echaron a reír.
 - Empezaba a preguntarme cuánto tardaríais en decir algo así – dijo Bill con una sonrisa – Vale. Luego. Mirad, ahí está David.

Miramos y vimos a David, que se acercaba con paso rápido y nervioso. Un grupo de siete hombres de negro le seguían de cerca. Dos de ellos nos saludaron con un gesto y se lo devolvimos, suponiendo que eran los mismos de ayer. David sonrió.

 - ¿Qué hay, chicas? – habló en inglés, por lo que deduje que no le habían dicho nada. Bill se me adelantó –
 - Saben alemán.
 - Ah, estupendo. En fin, me imagino que ya me conocéis.
 - Sí, claro – asentí –
 - Me alegro, pero yo a vosotras no – sonrió - ¿Qué tal si venís conmigo y me decís algo de vosotras mientras ellos salen por ahí y arman jaleo un rato?

Nos reímos. Tom hizo un gesto, pero no dijo nada. Janine se encogió de hombros.

 - Vale.

Nos despedimos con la mano, nerviosas, no sabíamos muy bien si sería adecuado o sería mejor darles un abrazo o simplemente hacer un gesto con la cabeza. Ellos sonrieron, conciliadores.

 - En seguida nos vemos – dijo Georg –

Se adelantaron un poco y cuatro de los hombres se desplazaron con ellos. En un impulso, grité:

 - ¡Ey! ¡Cuidadlos bien!

Los cuatro me miraron y sonrieron.

 - Por supuesto, podéis estar tranquila, señorita – me dijo uno de ellos –

Luego se marcharon y David enarcó una ceja. Me ruboricé.

 - Lo siento – murmuré –
 - Al contrario, me satisface ver que te preocupas por ellos. A mí también me da algo de miedo tantas fans locas.
 - ¿Perdón? ¡No estamos locas! – exclamó Janine –

Nos reímos y él hizo un gesto, invitándonos a avanzar. No tardamos en escuchar gritos enloquecidos y furiosos en portugués, inglés y francés. Suspiramos automáticamente las cuatro a la vez. David sonrió y preguntó:

 - ¿Qué pasa?
 - Nada – contestamos las cuatro a la vez. Se echó a reír –
 - ¿Siempre habláis a la vez?
 - No – me adelanté – Sólo a veces.
 - ¿Ya os conocíais?
 - Sí, desde pequeñas – sonreí – Hemos tenido mucha suerte.

En ese momento, escuchamos cómo todas las voces se ponían de acuerdo en una sola voz, entonando “Lass uns laufen” como si no lo fueran a hacer nunca más. Mi hermana empezó a tararear y a mí se me llenaron los ojos de lágrimas.

 - Yo también quiero – protesté, haciendo reír a mis amigas y a David –
 - Canta, pero no muy alto.
 - No puedo.
 - Deja de llorar, tonta – se rió Janine -.
 - ¡No puedo!

Empezamos a reírnos y a bromear mientras David nos guiaba por el aeropuerto. De vez en cuando nos miraba de reojo, con un aire paternal. Parecía preocupado.

 - Bueno, ahora escuchadme – dijo de pronto. Compuso una mueca nerviosa cuando tuvo nuestra atención más rápidamente de lo que suponía – Vamos a salir. Recogeros el pelo, usad capuchas, gafas, o algo hasta que yo os diga.

Rápidamente Janine se recogió el pelo en un moño y sacó unas gafas de sol; Karina se puso la capucha; mi hermana también y yo me puse unas gafas de sol. No era gran cosa, pero él parecía satisfecho.

 - Venid.

Echamos a andar rápidamente y salimos del aeropuerto. Varias caras curiosas, con ojos oscuros y cabellos desordenados, fans padres y madres, un par se rápidamente y salimos del aeropuerto. Varias caras curiosas, con ojos oscuros y cabellos desordenados, fans padres y madres, un par se acercaron, pero nadie dijo nada. Rodeamos un autobús hasta dar con la puerta y David nos hizo entrar con un ademán tranquilo, estudiado, de alguien confiado. Nos sentamos y él dijo:

 - Voy a ver qué tal les va, vendrán enseguida.

Salió del bus y nos dejó a solas. Nos miramos y sonreímos.

 - ¿Qué os tengo que decir? – dijo Janine –
 - ¿Qué tal si empiezas por el principio? – comenté –
 - Te prometo que no sé de qué me hablas.
 - Gustav y tú os lo pasabais muy bien en el avión – resumió mi hermana. Janine se ruborizó intensamente –
 - Es majísimo. Ni te lo imaginas – empezó – Parece un tipo serio al principio, pero tiene un gran sentido del humor. Y una sonrisa preciosa.
 - Y tiene la misma manía que tú, de enredar con los dedos si está nervioso – comenté. Ellas me miraron. Yo levanté las manos – Me lo dijo Tom.
 - No sé. En un momento dado, él me cogió de la mano y luego nos olvidamos – aceptó, aún ruborizada – Cuando nos dimos cuenta, nuestros dedos estaban jugando entre ellos. Ya sabéis que yo hago eso inconscientemente.
 - Sí, sí, eso ya lo sabíamos – rezongó Belén – Pero, dinos, ¿cómo es? ¿Es cariñoso? ¿Hablador? ¿Tranquilo? ¿Nervioso?
 - Muchas preguntas son esas. Bueno, es muy agradable, diría que intenta que los demás se sientan bien por encima de él. Es callado, pero te cuenta cosas. ES tranquilo, se ríe de forma sosegada incluso. Es asombroso. Es perfecto.

Nos reímos. Sabíamos de sobra que a Janine le gustaba Gustav, pero oírla hablar de esa manera soñadora, unido a nuestra propia sensación de estar en un sueño, era para poner de los nervios incluso a la propia Janine.

 - Bueno, ¿y tú con Bill? – soltó Karina, redireccionando la conversación –
 - Bueno, no tengo palabras – exclamé – Pero antes decidme qué ha dicho mientras soñaba.
 - Ah, bueno, nada del otro mundo. Primero susurraste un “te quiero”, y luego empezaste a asustarte y dijiste algo muy deprisa que nadie entendió, y luego dijiste “¿Qué está pasando?” Tenías cara de pánico total – explicó mi hermana - ¿Qué estabas soñando?

De reojo vi que se acercaba gente y cambié rápidamente de idioma al español.

 - Bueno, primero estaba sola, luego vi a Bill, era hermoso, se acercaba a mí, pero no decía nada. Me acorraló contra una pared, parecía que me iba a besar, pero, cuando me acerqué un poco, abrió mucho los ojos y empezó a desaparecer, como difuminándose y desapareció. Y ahí fue cuando grité muy fuerte y...
 - Y te despertaste – terminó Janine – Qué raro.
 - Sí, se parece a mi sueño – dijo mi hermana – Pero no en el final ese, sino que... Bueno, es largo – concluyó, al ver que los tokio subían al autobús –
 - Hola, chicas – sonrió Bill –
 - Hola. Menudo escándalo, ¿eh? – comentó Karina –
 - Bah, ya nos vamos acostumbrando. Me gustó el detalle de cantar “Lass uns laufen” Fue genial – dijo Tom – Les quedó muy bien.
 - Ya... A mí me gustó el de ayer, cuando tocamos “Dogs unleashed” – comentó Georg, sonriente – Me hizo mucha gracia.
 - ¡Fue estupendo, es verdad! – exclamó Bill con entusiasmo, mirándonos – Tenemos las mejores fans del mundo.

Sonreímos.

 - Gracias – susurré. Sentí que enrojecía – Os lo merecéis.
 - ¡Qué va! – dijo Gustav, mientras se sentaban – A veces tengo la sensación de que nos dais más de lo que nosotros os damos.
 - ¿Tú crees? – preguntó Janine –

En el momento que sus miradas se cruzaron, juro que fue como en las cámaras lentas en las películas. Se miraron a las ojos con seriedad, incluso se sentía la sensación de que los demás sobrábamos. Tom se movió, incómodo, y ellos se dieron cuenta. Gustav sonrió y se encogió de hombros.

 - ¿Tú no? – se limitó a responder –
 - Bueno, no sé... Supongo que estamos a partes iguales. Vosotros nos dais más de lo creéis.

Lo arregló con una salida elegante, con un tono informal y una sonrisa bonita, pero todos nos dábamos cuenta perfectamente de que no era cierto que no pasaba nada

 - ¿Seguro que no pasa nada entre vosotros dos? – preguntó mi hermana con cara de incredulidad. Ellos enrojecieron y negaron con la cabeza. Los tokio se echaron a reír y empezaron a bromearle a Gustav, que enseguida empezó a retorcerse los dedos –
 - Uy-uy-uy, Gusti, saliste del mutismo, ¿eh, don Juan? – dijo Tom –
 - Oye, tío, déjalo ya, ¿quieres? – murmuró, incómodo –
 - No, no me apetece – le chinchó - ¿Qué, Janine, ligando con el pequeño Gusti? ¿A que es monísimo?
 - Bueno, yo...
 - No respondas se le pasará – dijo Gustav, con una mueca –
 - En fin.
 - Lo siento, no lo pensé – se excusó mi hermana. Él le dedicó una sonrisa conciliadora y Jan se encogió de hombros –

Tom no se cansó pronto, hay que reconocerlo, pero finalmente llegamos a un hotel y tuvo que callarse.

 - Hola, chicos, llegó la caballería – oímos una voz femenina, risueña, fuera del bus. Bajamos, y nos encontramos con... mi peor pesadilla personificada –




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Hallo!!!
Bueno, pues ahora las dejo con la intriga, muahahaha!!!
espero poder publicar pronto, aunque ya saben que yo no soy lo que se dice puntual, pero...
xD
 en fin, espero que no me odien demasiado
saludos
AnnyK.

Capítulo 12 : Egos y terquedades

[ - Me recuerdas a Bill - comenté. En ese momento tuve toda su atención - ]


*...Tom...*

 - ¿Y eso?
 - No sé... Tu forma de ser
 - Ah... Raro, ¿no? Me refiero, apenas me conoces y ya dices que me parezco a él.
 - Bueno, conozco a mi hermano – me encogí de hombros – Mira, te voy a contar un secreto. Puedes decírselo a tu hermana y a tus amigas, pero no a los chicos, por favor.
 - Descuida, seremos discretas.
 - ¿Sabes de quién fue la idea de que vosotras vinierais? Mía. Luego Bill empezó a jugar con ella y quedó como es ahora. Pero, ¿Sabes por qué quería yo algo como esto? Porque mi hermano lo está pasando mal. Ya sabes a qué me refiero si te digo que se siente solo. En el día a día lo lleva bien. No es eso. Pero a veces sueña. Tiene pesadillas. Llora por las noches – alcé las cejas – No le digas que yo he dicho eso ni loca, ¿eh? – advertí –
 - ¡No, claro! No te preocupes. Sigue.
 - Bueno, básicamente es eso. No me gusta verle solo, le sienta mal. Él lo sigue diciendo, que se siente solo y le gustaría enamorarse. Fue la primera idea que se me ocurrió, pero los demás la fueron perfeccionando. Y ahora vosotras estáis aquí.
 - ¡Vaya! – susurró. Le brillaban los ojos. Se ruborizó intensamente –
Iba a preguntarle qué le pasaba, pero ella me abrazó con fuerza un segundo.
 - Gracias – me dijo al oído con emoción contenida –
 - ¿Gracias por qué? – le pregunté, sorprendido - ¿Por la idea de esto?
 - Sí, bueno, y por todo lo demás – se encogió de hombros –
 - ¿Ah, sí? ¿Y qué es todo lo demás?
 - Tú. Tu música. Tokio Hotel. Todo.
Me eché a reír. Definitivamente, me recordaba muchísimo a Bill.

 - Qué profundo. Gracias, me halaga.
 - Que no se te suba a la cabeza – sonrió –
 - ¿Y cómo vas a impedirlo?

Abrió la boca para responder, pero no emitió sonido alguno y la volvió a cerrar, molesta. En un pequeño berrinche, me pegó suavemente en el brazo. Reí y la sujeté por ambos brazos.

 - ¡Para! – reí –

Intentó retorcerse, y soltó un por de grititos que, sin lugar a dudas, hicieron que los demás nos mirasen. En un momento de distracción, ella tiró de mí y me agarré de su cintura para no caerme sobre ella. Le puse un dedo sobre la frente.

 - Oye, enana, si quieres besarme, lo dices, pero no hagas eso.

Ante mi sorpresa, se echó a reír. La miré con una ceja alzada y ella alzó ambas manos, enseñándome sus antebrazos, ahora libres. Cuando cogió mis manos de su cintura, las alzó, y chocó nuestras palmas en el aire, tuve que reconocer que tenía su punto divertido, la muchacha. Me empecé a reír y ella me observó con una sonrisita de superioridad.

 - Y una cosa – advirtió – No vuelvas a llamarme enana.
 - ¿Por qué, enana?
 - No lo hagas.
 - ¿Te molesta, enana?
 - Vale – suspiró – Si soy tan enana, dime, ¿jugamos?
 - ¿Eh? ¿A qué? – suspiré. Estaba fastidiando –
 - A las palmas – contestó, como si fuera obvio –
 - No sé jugar a las palmas – negué –
 - No importa, te enseño.
 - No, no me apetece.
 - Entonces me pondré a llorar – se enfurruñó, cruzando los brazos y haciendo un puchero –
 - No te creo.
 - ¿No me crees? – hizo un puchero más pronunciado y se hizo la ofendida –
 - No – sonreí. La enana era divertida, a pesar de todo.
 - Eres malo.
Me dio la espalda y subió los pies al asiento, mirando por su ventanilla hacia la oscuridad. De pronto, se irguió y se sentó bien. Me miró.

 - De acuerdo, esta vez ganas tú. Escucha, ¿Por qué esperasteis hasta el concierto en España para elegir cuatro fans?
 - Es una buena pregunta – me encogí de hombros – Pero no tengo ni idea. Era un requisito de Bill. Dijo que quería conocer fans españolas, pero no sé por qué me suena a excusa.
 - Ah... Bueno, no tiene por qué.
 - No creo.
 - Sus razones tendrá – dijo ella –
 - Supongo...

Ella sonrió y miró por la ventana. Se reclinó un poco contra la pared y suspiró suavemente. Parecía una muñeca. Empecé a fijarme en pequeños detalles que no solía mirar, como la curva suave de su cuello, que contrastaba con la línea firme de su barbilla. Sus ojos se veían... ¿más claros que antes?

 - Ann... – llamé –
 - ¿Eh? – parpadeó y sacudió la cabeza – Lo siento, dime.
 - ¿De qué color son tus ojos?
 - Ah, sí, cambian de color con la temperatura y la humedad. Si tengo frío, son más claros; si tengo calor, más oscuros. Cuando voy a la piscina o lloro, se aclaran.
 - Vaya, qué extraño.
 - Hum, supongo – sonrió con cansancio –
 - Si quieres dormir me callaré – comenté –
 - No, da igual.
 - Si yo también tengo que dormir – insistí. Acababa de darme cuenta de que se le cerraban los ojos – Tarde o temprano yo también duermo, ¿eh?
 - Ya, ya lo sé – se rió – Es sólo que no quería... En fin, como mie hermana se enfadó y no te hablaba... Pensé que querrías hablar conmigo.
 - Mujer, tenemos más tiempo, más días.
 - ¿Estás seguro? ¿Tienes sueño tú?
 - Soy yo el que acaba de dar un concierto, ¿recuerdas?
 - Y yo la que ha estado gritando saltando y cantando todo al mismo tiempo durante todo el concierto – alzó las cejas –
 - Está, bien, olvídalo – reí - ¿Vas a dormir?
 - ¿Vas a hacerlo tú?
 - Qué testaruda – chasqueé la lengua –
 - Suelo serlo – sonrió –
 - Bueno, da lo mismo. Creo que yo sí voy a dormir.
 - Ah, vale. Que duermas bien – deseó –
 - Igualmente.
 - No... Creo que voy a espiar a mi hermana – sonrió con picardía –
 - Ah, pues ya me contarás. Pero no creo que pase nada raro. No como conmigo. Bill no es tan... yo. Y ella no es... su tipo, digamos.
 - Ah. Pero da igual
 - Como quieras.

Recliné el asiento hacia atrás y entrecerré los ojos para verla entre las pestañas. Ella ya no me estaba mirando, sino que miraba a Bill y a su hermana con gesto serio. Luego sonrió y extendió una mano. Me tapó los ojos.

 - Deja de mirarme – rió –
 - ¡No te estaba mirando! – mentí. Ella se rió más y me hizo cosquillas en el cuello - ¡Ah, para!

Me giré de espaldas a ella y suspiré. Me había pillado. Decidí hacer la cosa más sensata, que en este momento era dormir.


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Hola!!
volví!!
ahora antes de que me quiten el ordenador, les subo el siguiente capii...
sorry por la tardanza... u.u
Saludos
AnnyK.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Capítulo 11: Cambio de perspectiva

*...Tom...*

Miré a mi hermano mientras se acomodaba en mi asiento y luego me giré hacia Ann. Ella me sonrió y yo le devolví la sonrisa por acto reflejo. De pronto, no sabía qué decir.

 - No te preocupes por mi hermana - dijo ella entonces - Si no me equivoco, te perdonará
 - Si no te equivocas - puntualicé, con un punto de picardía -
 - No suelo equivocarme acerca de mi hermana
 - Es una chica extraña
 - No - negó con la cabeza - Tan sólo habla poco. Ya la conocerás bien, no te preocupes por lo de hace un rato.
 - ¡Es que no tiene sentido! – me quejé –
 - ¿Ah, no? – ella enarcó las cejas –
 - No... No, no creo.
 - No crees - repitió con una sonrisa -
 - No
 - Hay chicas más fáciles que otras
 - Ya lo sé, pero no intentarás hacerme creer que es mi culpa, ¿no?
 - Oh, no, no, no -se rió – Esto no es por ti solamente. Pero reconoce que no es normal ir besando a chicas que apenas conoces.
 - Bueno... - me encogí de hombros - Eso depende de la chica en cuestión
 - Bien, pues has elegido a una chica más firme de lo que parece
 - ¿En serio? - pregunté -
 - ¿Qué piensas de mi hermana? - demandó. Su actitud al cruzar los brazos y mirarme fijo me hizo pensar en Bill -
 - Bueno, ella es una chica... cerrada. No me ha contado mucho sobre sí misma, la verdad - sonreí a mi pesar. La enana tenía carácter -
 - No es de las que te cuentan su vida - por un momento pareció afligida - Somos tan diferentes
 - ¿Os lleváis un año?
 - Sí, ella es la mayor
 - No lo parece
 - No eres el primero que me lo dice. Me han dicho de todo, así que no me sorprende ya nada.
 - ¿Qué te han dicho?
 - Nos han dicho que si somos primas, amigas, hermanas y que yo soy la mayor, hermanastras - alzó las cejas - Y, flipa, nos dijeron una vea que si éramos gemelas. De verdad, ¿tú ves que me parezca a ella?
 - ¿De verdad, tú ves que me parezca a Bill?

Ella me miró un segundo a los ojos y luego se echó a reír

 - Touché - dijo entonces - Pero de pequeños sí os parecíais y mi hermana y yo no
 - Touché - la imité. Ella arrugó la nariz - Pero, aún así, mucha gente no se lo cree
 - Vale. Da lo mismo - me miró con curiosidad - Oye, Tom, ¿es cierto todo lo que dicen de tí? ¿De tus aventuras con las fans?
 - Wow, qué directa, ¿eh? - alcé una ceja y ella se encogió de hombros, ruborizándose de pronto - Bueno, si te sirve como suriosidad, sí, si es cierto, aunque hay veces que tiendo a exagerarlo para impresionar. Si quieres comprobarlo... - sugerí, acercándome a ella un poco. Ella se echó a reír -
 - No, olvídalo, has elegido a la persona equivocada - sonrió - No se te da bien aprender de tus fallos, ¿eh?
 - Tocado y hundido - fruncí el ceño - Me lo tenías que recordar
 - Ah, lo siento
 - No te preocupes. Es sólo... Me fastidia saber el poco tacto que tengo con las chicas. Las aventuras de una sola noche son más fáciles, no hace falta una relación de amistad siquiera.
 - Ya, supongo, pero enamorarse tiene su magia.
 - Bah, ya estamos otra vez con lo de la magia del amor ¡Abracadabra! - exclamé -
 - Y luego te quejas - sonrió -
 - En realidad no es sólo eso - me defendí - El problema es que no tengo ninguna chica con la que estar
 - No me digas que ninguna de las chicas con las que te lo montas no estaría dispuesta a más contigo
 - Ya, pero yo no. No quiero involucrarme con ellas. Hay veces que lo pienso, pero no me parece la mejor forma de iniciar una relación convencional.
 - Piensa que contigo, ninguna relación será convencional ¡Eres Tom Kaulitz!
 - ¿Y? Sólo soy una persona más - objeté - Quiero decir - añadí al ver la incredulidad en su mirada - , ya sé que muchas darían todo por ser algo para mí, pero yo no soy superior porque soy Tom Kaulitz. Sólo soy... yo.
 - Bah, Bill me ha dicho exactamente lo mismo - murmuró - No lo estáis enfocando bien
 - ¿Ah, no? Pues ilumíname
 - Míralo así, imagina que eres yo. Yo no puedo verte a tí como "un guitarrista más", pero tú si puedes verme a mí como ''una fan más"
 - No hay dos fans iguales - sonreí - Sois únicas. Sois las mejores.
 - Gracias, Tom – sonrió - , pero, si no te lo hubiera dicho, no sabrías ni mi nombre, no me conocerías como yo puedo conocerte. Yo tengo posters de Tokio Hotel por toda la pared de mi habitación, en el ordenador, en el I.phone, en mis cuadernos... ¿Cuántas fotos de fans tienes tú? ¿Dos, tres?
 - Creo que ya veo por dónde vas, al menos un poco.
 - ¿Ves? No eres sólo una persona más. Para muchas chicas, lo eres todo. No pongas esa cara – me riñó cuando aún no había empezado a sonreír – Porque algunas veces es pura fanfarronería pero te puede decir muchos nombres de gente que mataría por apenas tocarte así – y rozó mi mejilla con la yema de los dedos en un roce rápido – Y no es broma – aseguró –
 - De acuerdo, vale, me lo creo, me lo creo - dije rápidamente - Ya lo he pillado.
 - Tom, ¿puedo hacerte una pregunta?
 - Es es la pregunta capciosa por excelencia - protesté -
 - Es fácil de contestar - insistió -
 - Vale...
 - ¿Eres romántico?
 - ¿Era eso lo que querías preguntar? - pregunté, incrédulo -
 - Quiero una respuesta sincera - puntualizó -
 - ¿Cómo sabrás que no te miento?
 - Ah, créeme, lo sabré - sonrió -
 - Bueno, generalmente, no, no soy romántico – acepté - Ella se limitó a mirarme con curiosidad – Supongo que no tengo con quién serlo. Pero a veces me da el día raro y me empiezo a fijar en los detallitos y eso.
 - Tal vez no lo sabes porque no lo has probado.
 - Si te soy sincero, estaría bien saberlo, pero no sé cómo.
 - ¿Cómo qué?
 - Cómo averiguarlo.
 - Pues podrías empezar por tener novia.
 - Ya... ¿Quién, según tú, sería mi novia?
 - Esa también es una pregunta capciosa – sonrió – De las que no se responden ¿Tú quién crees que sería tu novia?
 - ¿Tú? – lancé, aún con la certeza de que me diría que no –
 - ¿Me estás pidiendo que sea tu novia? – alzó ambas cejas –
 - Pues... – decidí jugármelo todo – Sí.
 - Creía que querías una relación mínimamente convencional ¿No se supone que tienes que conocerme primero?
 - Ah, sí – sonreí y me encogí de hombros –
 - No te preocupes, sé que no lo dices en serio. Se te ve en la cara.
 - ¿De verdad?
 - Ajá. De todas formas, no tengo los ojos puestos en ti – sonrió con picardía - , así que tranquilo.
 - ¿Qué tanto le ven a ese enano? – chasqueé la lengua, molesto –
 - Por si te refieres a tu hermano, debo decirte que, debido a que sois tan diferentes, ven en él lo que es él y lo que no ven en ti, excepto, quizá, la belleza. En eso sí que os parecéis
 - Gracias – sonreí – Entonces, ¿qué ven en mí?
 - La primera palabra que se me viene a la cabeza es sexo, pero podría añadir diversión, belleza, fama, dinero, un gran guitarrista... No sé, Tom, te ven a ti.
 - ¿Y quién soy yo, entonces? – presioné –
 - ¿Quién soy yo, qué hago aquí? – se encogió de hombros y sonrió – Ser o no ser, he aquí el dilema...

Me eché a reír.

 - De acuerdo, vale, deja la poesía.
 - No es poesía, es Shakespeare – rectificó –
 - Lo que sea. Entonces, a ti te gusta el canijo ese, ¿no?
 - ¿Recuerdas lo que hemos hablado antes de las preguntas capciosas?
 - Ah, vale, entonces es que sí – ella sonrió, lo que me hizo dudar –
 - Ninguna de las cuatro va a abrir el pico – miró a Gustav dos nanosegundos, tiempo suficiente para que yo le identificara y luego me volvió a mirar – Tú verás si decides ir haciendo suposiciones – luego paseó la vista por el asiento de Janine y luego Karina, Georg, Bill, su hermana y, finalmente, de nuevo me miró a mí –
 - Eso significa: Deja de meterte donde no te llaman, ¿no?
 - No - ella abrió un poco más los ojos - Tan sólo comento que es problema tuyo si decides ir haciéndote el detective. Aunque no te lo recomiendo - sonrió - Podría incomodar a los demás.

Me hizo reír sus observación y el tono informal con el que habló, aunque me fijé que se había vuelto a ruborizar. Noté que Bill me estaba mirando y me tensé. Ann lo notó y alzó las cejas.

 - ¿Qué ocurre?
 - Bill, que es un cotilla
 - No sé a quién me recuerda eso - murmuró en un tono lo bastante alto como para que lo oyese. Sonreí. Iba a decirle algo, pero ella habló primero - ¿Es cierto que sientes lo que él siente?
 - Ajá - asentí - Pero no siempre. Por ejemplo, en circunstancias normales, no. Pero cuando siente alfo con fuerza o muy de pronto, pues entonces sí. O cuando quiere decirme algo. Claro, que también puede evitar que yo lo sepa o hacerlo a voluntad - me encogí de hombros - No siempre es tan divertido como puede parecer.
 - Ah, claro. Pero es guay - sonrió - ¿Es como telepatía?
 - Sí, pero sin palabras. Sólo sensaciones
 - Ah, bien

Me sonrió tranquilamente y le devolví la sonrisa automáticamente. Ella miró detrás de mí y sonrió. Su hermana se había despertado.

 - Bella durmiente, tu Ipod está guardado en tu bolso - le gritó, casi burlándose -
 - ¡Ah! - me miró extrañada, y lueog se giró a ver a Bill, que la saludó con la mano y una risita - ¿Por qué me lo quitaste?
 - Estabas llorando - explicó como si fuera normal -
 - Ah - murmuró -
 - No se te ha corrido - se apresuró a informar al ver que Belén se pasaba una mano por las mejillas -
 - Gracias - susurró - ¿Y tú...? - me miró -
 - No vale acaparar - rió Ann, levantando un dedo -

Entonces Belén se echó a reír con fuerza, como si hubiera contado un chiste. Meneó la cabeza y le sacó la lengua. Pero Ann no le devolvió el gesto, sino que sonrió más ampliamente. Belén le sonrió y luego me miró  me saludó con la cabeza y una pequeña sonrisa antes de girarse hacia Bill. Ann soltó una risita y dijo:

 - Te dije que te perdonaría
 - ¿Eh?
 - Mi hermana
 - Ah, ya, bueno, tienes razón. Aún no ha dicho nada.
 - Te ha sonreído
 - Eso no confirma nada
 - Ajá - me miró con suspicacia y luego me dijo - Vale, deja eso. Háblame de tí
 - ¿Por qué no mejor me hablas tú de ti?
 - Porque estoy cansada de hablar yo. Bill me ha preguntado de todo. Ahora habla tú, en otro momento hablo yo.
 - Bueno, vale ¿Qué quieres que te cuente?
 - No sé, lo que quieras ¿Con quién te llevas mejor en el grupo? ¿Por qué? Alguna anécdota, yo qué sé. Lo que sea.
 - Bueno, me llevo bien con todos, pero sobre todo con Bill, porque es mi hermano. Sé que suena aburrido pero es la verdad. Todos somos muy diferentes. Georg es muy vago, Gustav es muy activo, Bill es muy romántico y a mí me califican de casanova, así que, como puedes ver, somos un grupo de la más extraño. Pero nos aguantamos los unos a los otros, supongo que eso cuenta, ¿no? - sonrió y yo continué - Anécdotas, en fin, ahora no se me ocurre ninguna especialmente buena ¿Qué más te puedo contar?
 - Tom - me interrumpió - Háblame de manías vuestras.
 - ¿Manías?
 - Sí, por ejemplo, yo me ruborizo constantemente, me muerdo los labios cuando estoy nerviosa o muy concentrada...
 - Ah, sí, bill también hace eso, pero no con demasiada frecuencia. Sólo a veces. Y también es de los que se ponen colorados con todo. Yo tengo una manía más normal, siempre sonrío de lado. a veces pienso, Tom, sonríe bien, por Dios - me río - Gustav... suele jugar con sus propios dedos y andar en círculos cuando está nervioso. Georg tiene la manía de dormir a todas horas, así que no hace nunca nada (xD) No, no es cierto - rectifico - Vale, no es cierto, pero es muy vago.
 - Ah - sonrió - Creo que eso ya lo sabía.
 - ¿Lo de que es muy vago?
 - Ajá. Siempre dices lo mismo.
 - ¡Porque es cierto! - me defiendo -
 - Eh, que yo no te he dicho que no.
 - Tampoco has dicho que sí.
 - Hasta que no lo compruebe yo misma...
 - Bah...
 - Ver para creer.
 - ¿No me crees?
 - Hay cosas que son muy subjetivas
 - Vale

Me miró con suspicacia durante unos minutos y luego se echó a reír. Arqueé una ceja

 - Pensé que seguirías insistiendo por siempre. - comentó -
 - No, creo que ya me he cansado. Eres terca, ¿eh?
 - Sí, si me lo propongo sí
 - No, ya lo veo, tranquila.
 - ¿Cuál es tu canción preferida de Humanoid? - soltó de pronto, confundiéndome -
 - Eh... No sé, me gustan todas
 - Habrá alguna que te guste más – me presionó –
 - Pero ahora no se me ocurre
 - Vaya una respuesta... – se echó hacia atrás, enfurruñada, y cruzó los brazos y las piernas –
 - Te enfadas con facilidad, ¿eh?
 - No – sonrió y me dedicó una mueca –
 - Me recuerdas a Bill – comenté. En ese momento tuve toda su atención –

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Hi everybody!
I'm very very very... sorry!!!
De veras, pero se me ha complicado muchísimo publicar, porque ya comencé las clases, este último mes ha sido una locura de libros, cuadernos, ahora ya empiezo pronto con los exámenes...
Y, para colmo, a mi ordenador se le han cruzado los cables y no me deja copiar textos!!
Así que tengo que reescribir la entrada entera en lugar de copiarla desde un archivo de mi ordenador, y me toma mucho más tiempo, así que no siempre me da para publicar.
Aquí va un capítulo, no muy largo, aunque espero que me puedan esperar hasta por lo menos este fin de semana.
Pueden matarme si quieren, dejénme un comentario para saber si tengo que ir preparando mi ataúd  xDDD
Saludos, espero que les gustara,
AnnyK

viernes, 20 de agosto de 2010

Ahora que recuerdo...

Ahora que me acuerdo, Ile me dejó un lindo comentario pidiéndome que le hiciera un resumen de las amigas de Ann para aclararse, de modo que aquí espero resolver tu duda, y si alguna otra también tiene dudas, díganmelas para aclararlas, okay?

Bueno, la protagonista es Ann, ya la conocen, tiene cabello negro, largo y rizado, ojos que cambian de color y piel morena. Su rostro es alargado, fino, con rasgos muy parecidos a los de Bill. Si aún no se habían fijado, es él quien le gusta.
Tiene una hermana mayor, Belén, que le saca un año. Tiene el cabello castaño claro y los ojos verde intenso. Su rostro se parece al de su hermana, aunque no es tan fino, sino algo más redondeado. A ella le gusta Tom.
Janine es una amiga de las hermanas, es la más bajita, pero no por mucho. Tiene el cabello no muy largo, algo más de los hombros, de color caoba y los ojos verdes opacos, que le dan un aire elegante. Su rostro es alargado y tiene la nariz algo respingona. A ella le gusta Gustav.
Karina es la mayor de las cuatro y es de la misma estatura que las dos hermanas, que son altas para su edad. Tiene el pelo rubio oscuro y ojos azules. Su cara es alargada y sus rasgos también. Tiene la nariz algo pequeña y los labios finos. Le gusta Georg.

Espero haber resuelto sus dudas
Besos
Annyk

Capítulo 10: Sucesos extraños

*...Bill...*

Empezó a contar chistes de todos los tipos conocidos y por conocer. Me hizo reír a carcajadas durante un rato. A veces buscaba palabras y tenía que ayudarla, generalmente cuando eran jergas o palabras que tenían significados difíciles de pasar de idioma. A pesar de todo, fue divertido. Me gustaba verla reír y le brillaban los ojos oscuros. Estábamos completamente girados el uno hacia el otro. Un rato después, ella paró para tomar aire y miró de reojo a los demás. Volvió la vista rápidamente, lo que me dijo que alguno nos estaba mirando. Suspiré.

- ¿Quién es? – pregunté –

- Georg y Karina – susurró –

- En fin... Vamos a darles algo en qué pensar, ¿no?

Sonreí medio en broma y ella abrió la boca para responder pero no llegó a decir nada. Alcé nuestras manos, aún entrelazadas y pude oír una risita ahogada. Ann enrojeció de tal forma que temí que le diera un colapso o algo. Lentamente, liberé mi mano para poner un mechón de su pelo tras la oreja, ya que se le empezaba a aflojar la trenza. Luego le sonreí y ella me devolvió la sonrisa sin demasiadas dudas.

- Mira tus mejillas – murmuré – Están rojísimas

- Qué raro – me respondió en el mismo tono –

- ¿No te duele la cabeza? – pregunté, posando la palma de mis manos en su rostro. Sentí bajo mis dedos el calor –

- No. Generalmente cuando me ruborizo se me pasa rápido. Hoy debe ser uno de los días que más me está pasando.

- Hum... me pregunto por qué... – murmuré. Luego me incliné hacia su oído, tapándola de la mirada de Karina y Georg - ¿Es por ellos? ¿O es por mi culpa? No tienes más que decirlo y te dejo en paz.

- No te preocupes por mí – susurró –

- Ya, pero dímelo – insistí –

- La curiosidad mató al gato, Kaulitz, pero allá tú.

- Habla – dije –

- Es por ellos.

Fue apenas un susurro pronunciado con poco aliento. Casi pude notar cómo se le aceleraba el pulso. Sonreí y me aparté tras darle un beso en la mejilla. Su cara seguía roja como una fresa madura y me hizo reír un poco. Ella hizo una mueca y se echó hacia atrás en el asiento. La imité, mirándola de reojo y sonreí al ver que tenía las manos contra las mejillas. De pronto, se irguió y dijo:

- ¿Y mi hermana?

- Durmiendo – contesté tras girarme a verlo –

- Ah – frunció el ceño - ¿Está bien?

Me volví a girar y noté que tenía las mejillas húmedas.

- Está llorando – informé –

- Ajá – dijo con dulzura – Déjame pasar.

Me levanté deprisa y ella se levantó para arrodillarse y quitarle el I-pod. Lo miró un instante y luego lo apagó.

- Mira que eres tonta – susurró –

Se levantó y le dio un beso en la frente, sin fijarse en que la mirada de los otros seis estaba encima suyo. Yo tampoco dejé de mirarla. Era extraño, pero Belén dejó de llorar inmediatamente y cambió ligeramente de posición con un suspiro. Janine le preguntó algo en español y en voz baja y ella dijo, en susurros, sin darse cuenta de que yo estaba lo suficientemente cerca como para oírla:

- An deiner seite.

Karina y Janine menearon la cabeza y Ann se encogió de hombros y dijo:

- Dejadla en paz. Ya sabéis que siempre hace lo mismo.

- Sí, y a ti también, ¿no? – dijo Karina, riendo. Ann no se ruborizó esta vez –

- Bueno, no estaría mal – admitió tranquilamente – Pero, conociéndote, sé que no lo harás.

Karina y Janine se rieron y Georg me sonrió con malicia. Me encogí de hombros mientras me volvía a sentar. Durante unos minutos, nadie dijo nada. Entonces, Tom suspiró y se removió en el asiento. Miré a Ann y ella me estaba mirando. Hice una mueca un segundo y dije:

- Ann, ¿te importaría si le cambio el sitio a mi hermano? Me parece que se está aburriendo y seguro que está deseando conoceros a todas.

- Sí, claro – sonrió – Yo también quiero conoceros a todos, aunque ciertamente, no me has contado nada de ti. Sólo he hablado yo. La próxima vez te toca a ti.

- Claro – le devolví la sonrisa. Luego me puse serio – Oye, dale una oportunidad, ¿sí? Cuando le conoces es muy agradable.

- Claro, no te preocupes. Lo de antes no importa.

Sonreí y me giré hacia Tom.

- Pst, Tom, te cambio el sitio.

- ¿Qué? – me miró con las cejas alzadas –

- Sí, hombre tienes una cara de aburrido...

- Bueno ¿No le importa? – dijo mirando a Ann –

- No – sonreí – En un encanto.

- Qué bonito... – se burló – Anda, déjame un rato.

- Claro

Me levanté y dediqué una última sonrisa a Ann. Luego me senté en el asiento de Tom. Belén respiraba acompasadamente, aunque se removió ligeramente cuando la rocé al pasar. Cogí mi Ipod y lo encendí, dispuesto a descansar un rato.

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Indignantemente corto, lo sé, lo sé, lo sé...
Mátenme si quieren, pero dejen comentarios, okay??
prometo subir otro capi ahorita en cuanto termine de subir este, okay??
Besos, se cuidan
Anny K.