**... hazme volar con una mirada... **

viernes, 19 de noviembre de 2010

Capítulo 14 : Natalie Franz

[... Bajamos, y nos encontramos con... mi peor pesadilla personificada...]


*...Janine...*



Nada más bajar del bus, nos encontramos a un montón de fans enloquecidas, que eran contenidas por la policía. Cinco guardias de seguridad esperaban un poco más allá y una chica rubia nos sonreís. Más bien, les sonreía a ellos.

 - Hoola, Bill, Tom, Georg, Gustav... – soltó, con un tono melosos que me hizo querer toser –
 - Hola, Natalie – sonrió Bill – Qué, ¿buscas polémica? No quiero problemas.
 - Bah, qué aburrido eres – murmuró, aunque sonrió – No te preocupes, no necesito tu ayuda para causar revuelo. Yo sola me basto, tú bien lo sabes.
 - Si te refieres a poner a todas las fans en tu contra, es cierto que te las arreglas muy bien – se burló –
 - Ja, ja, ja, qué gracioso – se enfurruñó ella. Enseguida retomó su sonrisa “yo-soy-perfecta-no-te-atrevas-a-mirarme” Entonces nos vio – Oh, ¿Y quiénes son ellas?
 - Ellas son las chicas que te dijimos que vendrían – dijo Tom, con cara de repetir algo por enésima vez –
 - Ah... ¿Cómo se llaman?
 - Hola, soy Annelysse – se adelantó ella, con tono ácido –
 - Su hermana, Belén.
 - Soy Karina – saludó –
 - Janine – moví la cabeza en su dirección. Ella se quedó en blanco un momento, como si no pensara que pudiéramos hablar –
 - Ah, encantada – murmuró – Soy...
 - Natalie Franz – dijimos a la vez –
 - ¿Me conocéis?
 - Dime una fan que no te conozca – dijo Ann. Yo reí por lo bajo –
 - ¿Ves, Bill? Todas me conocen.
 - Bla, bla, bla – se mofó él – No te atreves a salir ahí tú sola.
 - Sí que me atrevo, pero creo que deberíais ir moviéndoos, porque os están esperando – sonrió más –
 - Claro, Nattie, miedosa – rió Tom – Ya vamos.
 - ¿Y ellas?
 - Hum... ¿No te dijo David...? – empezó Gustav –
 - Las llevaré con él, a ver qué dice – ofreció –
 - Vale. Nos vemos, chicas – se despidió Bill. SE acercó a darnos un beso en la mejilla. Luego abrió la boca para decir algo, pero Natalie se adelantó –
 - Oye, y yo, qué, ¿estoy pintada en la pared?
 - Ay, Nat, ojalá te callaras de vez en cuando – deseó mientras le daba un beso y se alejaba rápidamente – Buena suerte – nos deseó –
 - Qué malo eres, Bill – dijo ella con un puchero –
 - No voy a responder a eso.
 - Bah, aguafiestas...
Ellos se fueron rápidamente y ella nos dijo:

 - Venid conmigo. Cubriros con algo, si podéis.

Repetimos la misma operación que en el aeropuerto. Ella nos llevó hasta la parte de atrás del hotel sin demora y (¡Gracias a Dios!) en silencio. Era bastante engreída y un poco repelente.

 - Ah, por fin, Natalie. Pensaba que no llegarías nunca.
 - Aún no me ha matado nadie.
 - Compórtate, ¿quieres? – se molestó David – No des problemas.
 - Sí, señor – respondió de forma mecánica y con tono aburrido –No tengo todo el día. Llévatelas a su habitación y quédate con ellas, luego veremos si te quedas, te vas o qué haces.
 - Sí, señor – volvió a decir –
 - Y no seas cansina. Tomad las llaves – nos dijo, dándonos unas tarjetas de hotel, para abrir las puertas. Las cogimos en silencio –
 - ¿Algo más?
 - No, iros, iros ¿Tienes prisa?
 - No, qué va. Tengo todo el día – dijo, monótona –
 - Bueno, pues andando. No os preocupéis, chicas – nos quiñó un ojo – Es desagradable, pero al menos no es mala.
 - La que puede preocuparse soy yo – fingió estremecerse –
 - No te van a hacer nada, no seas loca
 - Ya, ya...
 - ¡Venga! No puedo quedarme más tiempo
 - Sí, señor...
 - No sé por qué no la despido... – rezongó mientras se iba –
 - Yo sí lo sé, David – rió ella –
 - Yo creo que ya no te oye – apuntó Ann, con un toque de ironía. Le iba a hacer la vida imposible, y todas lo sabíamos, pero no interferimos. Nos caía muy mal –
 - Ya ¿Queréis saberlo vosotras? – sonrió mientras entrábamos y esperábamos el ascensor –
 - No, supongo que sus razones tendrá – contestó Ann, en tono inocente – Aunque, si te hace ilusión...
 - No me despide, básicamente, porque Bill le pidió que no lo hiciera. Aunque no lo entiendo, porque él sabe maquillarse solo.

No dijo nada más, y nosotras tampoco. Ann estaba roja, pero de ira, y Belén agarró su mano derecha para calmarla. Karina le puso una mano en el hombro y yo la cogí del codo izquierdo.

 - Me apuesto algo a que miente – murmuró en español –
 - Pregúntale a él – sugerí – Ya que os lleváis tan bien...
 - Muy graciosa – murmuró con sarcasmo, ruborizándose más –

Reímos por lo bajo y seguimos a Natalie por un pasillo. Pronto llegamos frente a la puerta número 315. Ann dijo:

 - Esta es la mía.
 - Bien, entra – dijo Natalie – Las demás tenéis números consecutivos a este.
316, Belén; 317, yo; 318, Karina. Sonreímos al oír el picaporte de Ann y el de Belén abrirse a la vez. Ellas hicieron una mueca de disgusto, pero entraron a sus respectivos cuartos. De reojo pude ver cómo Natalie entraba detrás de Ann. Crucé los dedos mientras entraba a la mía para que no pasara nada. A Ann le caía mal sólo de verla en fotos como para soportarla en la realidad. Miré a mi alrededor. Mi cuarto era amplio, bien iluminado, con un gran ventanal cubierto por cortinas claras. La cama era de dos plazas, de sábanas blancas. Había un baño cubierto de espejos, con una ducha grande de mamparas de cristal tintado de rojo. Toda la sala del baño tenía el piso decorado en tonos naranjas y amarillos y la habitación, en tonos verdes y amarillos. Lo admiré en silencio durante unos minutos. Luego, dejé mis cosas y me acerqué al cuarto de Karina
 - Hola – me recibió con una sonrisa – Mira, pasa, a ver si es como el tuyo.

Entré y resultó ser igual. Nos fuimos con Belén, pero ella resultó estar con Ann.
Llamamos, pero no esperamos que nos abrieran. Entramos con una sonrisa, intentando que Ann supiera que tenía nuestro apoyo. La observé con atención. Empezaba a ponerse pálida y sus ojos destilaban odio. Natalie sonreía con satisfacción. Belén lucía preocupada.


 - ¿Qué tal, chicas? ¿Cómo son vuestras habitaciones? – nos saludó con fingida simpatía –
 - Bien. Son todas iguales – contesté secamente –
 - Ah, mira tú.

No se calló, empezó a hablar de cualquier cosa banal que se le ocurriera. Empezábamos a tener ganas de estrangularla, pero, por suerte, llamaron a la puerta. Eran los chicos.

 - ¡Hola! – saludó Tom. Miró a Ann con el ceño fruncido – Enana, estás pálida, ¿te sientes bien?
 - ¡No me llames así! – siseó Ann –
 - Vale, vale, qué genio – se rió Tom – Ahora en serio, ¿te sientes bien?
 - Creo que voy a vomitar – murmuró, mirando a Natalie con disimulo –
 - ¿Eh? – Bill miró a Natalie y se echó a reír - ¡Comprobado, Nat, eres insoportable! ¿Qué les habrás contado? – negó con la cabeza y sonrió - ¡Anda, vete!
 - ¿Yo, por qué yo?
 - Hazme ese favor y vete – dijo, ahora más serio –

Ella refunfuñó algo, y dijo:

 - David me dijo que me quedara con ellas.

 - Ve y dile que nosotros que hemos quitado el puesto – dijo Georg en tono seco – Seguro que nos harás un favor a todos.

Ella puso mala cara, pero se marchó.

 - ¿Os ha dado mucho la lata? – preguntó Gustav –
 - Bueno – musitó Ann –
 - No le hagas caso – dijo Bill, mirándola a los ojos – Dice más mentiras que verdades – ella se ruborizó y él  - sonrió –
 - No sé cómo la aguantas, Bill – comentó Georg – Es insoportable.
 - Bah, en el fondo es maja
 - Sólo contigo – apuntó Tom –
 - ¿Tú crees?
 - Es horrible, no hay quien la aguante dos segundos seguidos, Bill – dejo Georg – No sé por qué interviniste por ella
 - Muy fácil, daría problemas – se encogió de hombros – Al menos así la tenemos un poco contenta.
 - Sólo espero que no se ponga celosa – dijo Tom, insinuante, mirándonos de reojo. Bill se ruborizó –
 - Eso... Bueno, ya... ya veremos – tartamudeó – No tiene por qué
 - Aún – apuntó Gustav, con ironía – Sólo espera
 - ¿A qué? – preguntó Georg –
 - Bill sabe de qué le hablo, ¿cierto?
 - Supongo

 - ¡Eh, yo quiero enterarme!
 - Ya lo sabrás – dijo él, con una risita –

Nadie lo comentó, y seguimos hablando entre todos. Las horas volaron, pero de pronto, Tom dijo:

 - ¿Alguien tiene hora?
 - ¿En Portugal es lo mismo que España?
 - Eso creo... :S
 - Bueno, en España son las once de la mañana.
 - Quiero desayunar – dijo Tom, sonriendo – Pero, es un poco tarde para llamarlo desayuno.
 - Vamos a ver si sigue abierta la cafetería – dijo Bill –
 - Vamos

Bajamos. Estaba a punto de cerrar, pero conseguimos que nos dejaran pasar. Desayunamos entre risas. Nos lo pasamos muy bien. Seguimos charlando, riendo... El tiempo pasaba sin que ninguno nos diéramos cuenta. Después de comer, David apareció de pronto.

 - Chicos, hola

 - ¡Hola, David! – saludó Bill. David de quedó sorprendido, pero sonrió –
 - Hola, veo que os lo estáis pasando muy bien.
 - Sí, hemos tenido suerte. Son unas chicas geniales.
 - Me alegro.
 - Sí, son muy agradables, súper sinceras – dijo Tom –
 - No son las típicas fans interesadas – intervino Georg con una sonrisa – Lo que me recuerda lo del autógrafo
 - ¡Ah, es verdad! – recordé –
 - Más tarde – prometió Bill –
 - Pues, eso, son estupendas – asintió Gustav –

David parpadeó, impresionado, y nosotras nos ruborizamos por completo. Recibir tales elogios de las personas que más admiras es increíble.

 - Bueno, me alegro de que haya buena química – rió – Pero tengo que fastidiaros el momento. Tenemos que ir a hacer las pruebas de sonido.
 - ¿Tan pronto? ¿Qué hora es? – dijo Tom –
 - Creo que son las cuatro y media, pero tenemos que estar ahí cinco y media, así que si nos damos prisa...

 - ¿Cómo dices, Bill? ¿Prisa? Sí, claro – se rió Gustav - ¿Eres consciente de lo que dices, Bill?
 - Queda toda una hora – se justificó, ruborizándose –
 - Claro, claro... ¬ ¬
 - Olvidaos de eso – terció David – Chicas, escuchad, ahora que salgamos es probable que nos encontremos con la típica gran masa de fans. Aún hay muchas que no os conocen, pero a ti sí, Ann. Así que, por favor, tened cuidado e intentad ser discretas. Ya sé que no vais a ir gritando por la calle, me refiero a que intentéis no parecer nerviosas, ni demasiado confiadas. Tampoco vayáis hablando en susurros ni exageradamente alto. Os voy a pedir que seáis buenas actrices mientras estéis con nosotros, ¿vale? No queremos que os pase nada.

 - Vale – murmuramos a coro. La seriedad de su tono nos había atemorizado un poco –
 - Ahora convendría que os fuerais a arreglar, en especial tú, Bill, a nadie le gusta llegar tarde – rió – Podría ser... Problemático

Se marchó riendo y todos los chicos menos Bill se rieron también. Él hizo un puchero, pero luego dijo:

 - Vale, entonces me voy. Como no me queréis...

Vi a Ann bajar la vista y morderse las mejillas por dentro para no decir nada y a Karina reírse de ella en silencio.

 - Nosotras también deberíamos ir a arreglarnos – admitió Belén – Janine no sé cómo lo hace, pero yo puedo estar media hora pensando, y Ann ni te cuento.
 - Vamos todos – terció Gustav con una sonrisa – Bill se queja siempre de que le tomemos el pelo, pero en el fondo, el único que se da prisa soy yo
 - Mentira podrida – saltó Tom – Yo también acabo pronto.
 - A veces – dijo él, encogiéndose de hombros – Tienes razón.

Subimos discutiendo por ver quién tardaba más y quedó en un empate entre Bill, Ann y Belén. Belén admitió que algunas veces Ann tardaba más, pero Bill y ella no lograron ponerse de acuerdo. Finalmente, quedaron en verlo después. Entré a mi cuarto y vi que alguien había entrado y dejado mis maletas ahí. Abrí una y miré mi ropa. No sabía muy bien si volveríamos. En eso estaba cuando Gustav llamó a la puerta.


 - Jan, soy Gustav – oí. Corrí a abrir –
 - Dime
 - Se nos olvidó deciros que luego no vamos a volver, por si queréis llevar alguna cosa.
 - Ah, gracias.
 - Por cierto, vosotras vais a asistir al concierto desde detrás del escenario, ¿okay?
 - ¿Ah, sí? ¡Guay! – él sonrió –
 - Pues... era sólo eso.
 - Oye, Gus – le llamé – Lo siento por lo de antes. A veces, Belén no se da cuenta de lo que dice.
 - ¡Ah, eso! – sonrió – Ni lo menciones, no pasa nada.
 - Vale. Nos vemos luego.

Él sonrió una vez más y tomó una de mis manos. La besó en silencio con un brillo de diversión en los ojos. Luego se echó a reír y me contagió.
 - Tienes bonitas manos – dijo, encogiéndose de hombros –
 - Gracias – susurré. Supe que estaba como un tomate –
 - Nos vemos

Salió cerrando la puerta tras de sí. Me volví a centrar en mi maleta, aunque la mirada pícara que me había dirigido no se me iba de la cabeza.

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Tokitass!!
He vuelto!!
Disfruten de este capi, porque enseguida voy a subir otro  ^.^
Voy de dos en dos
jajaja
Saludos
AnnyK


PD: Ya, subi, estas contenta, iLee?? xDDD

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