**... hazme volar con una mirada... **

martes, 12 de octubre de 2010

Capítulo 13 : Sueños

*...Annelysse...*

Sonreí en silencio. Tom parecía un niño chiquito. Miré a mi hermana, que hablaba animadamente con Bill. Cerré un poco los ojos. Estaba cansada, pero no quería cerrar los ojos del todo. Ya sabía que no era un sueño, pero no quería perderme nada. No oía nada, excepto el fuerte motor del avión, de modo que me adormilé y terminé por dormirme del todo. Lo siguiente que supe fue que estaba soñando. Era imposible que esto fuera realidad. No reconocí el lugar, pero sí a Bill, más hermoso que nunca, de pie frente a mí. Sonreí. Era demasiado, no podía siquiera pensar que alguien como yo le gustaría. Pero... se acercaba a mí ¿Qué hacía? Choqué con una pared al intentar retroceder y él me acorraló. Me miró a los ojos con muda intensidad, parecía que me iba a besar. Esperé con ansiedad a ver qué ocurría. Entonces, le llamé.

 - ¿Bill? – fue un susurró que casi no se oía - ¡Bill!

Me acerqué un milímetro más a su rostro y él abrió mucho los ojos. Empezó a desapareces, como humo. Me asusté. Empecé a llorar y a llamarle a gritos.

Entonces, desperté de golpe, gritando su nombre.

 - Sí, estoy aquí – oí que decía, riendo –Miré a mi alrededor, confusa. Todos me miraban, sonriendo burlonamente. Debía de haber hablado en sueños. Asustada, me eché a llorar. Al taparme la cara, descubrí que ya tenía las mejillas húmedas. Sentí los brazos de mi hermana y su perfume envolviéndome.

 - Déjame – pedí – Soy una estúpida.
 - ¿Una pesadilla? – preguntó –
 - Bah, sí. Mis tontas pesadillas. Debe ser que tengo la sensación de estar en un sueño constante. Debí haberlo previsto.
 - ¿Otra vez esas? – dijo Janine con sorna –
 - No sé. Me duele la cabeza.
 - Debe haber sido el aterrizaje – dijo Bill entonces – Estabas dormida aún y empezaste a hablar en ese momento.
 - No sé. Lo siento – me tapé la cara, aunque ya no lloraba – Soy idiota. Qué vergüenza.
 - No te preocupes. Yo también he tenido una pesadilla – dijo mi hermana –
 - Tú no hablas en sueños – dije –
 - No es verdad, sí que lo hace – rió Bill – Pero tan bajito que no se la oye. Y las dos habláis en español. Creo que lo único que entendimos fueron los nombres.
 - ¿Qué nombres? Si sólo ha dicho uno – se burló Tom –
 - Me refería a su hermana.
 - Yo no la oí – dijo Tom, frunciendo el ceño –
 - Habla muy bajito. Y muy deprisa
 - Lo sé. Pero sólo de vez en cuando.
 - ¿Y qué dijo?
 - No sé. Habló de Ann, de Gustav, de ti y de mí, luego con Janine y Karina y creo que también con Georg. Pero no sé de qué.
 - Con todos, vamos – sonrió Tom –
 - Ajá. Mantuvo una larga conversación contigo en especial – se encogió de hombros – Pero no entendí nada de nada.
 - Vaya. Qué mal.
 - Yo no diría eso – sonrió Karina, mirándome con picardía –
 - Pensaba que yo no había dicho nada – protesté –
 - Noo... Sólo dos frases. No sé cómo no lo han pillado, es una frase que se conoce. La otra no, pero...
 - Es cierto – asintió Jan – Has tenido suerte, el avión hace mucho ruido.
 - ¿Tanta suerte? A ver, qué ha dicho – retó Tom –
 - ¿Crees que soy tonta? Abro el pico y me corta la lengua de la forma más dolorosa que se le ocurra.
 - Sí, no lo dudo – asintió Karina. Me miró – Oye, tomate, respira, ¿eh?
 - ¡Estoy respirando! – le grité, enfadada –
 - Vale, tranquilas. Bajemos del avión. Y no gritéis en el aeropuerto, por favor – pidió Bill, con una sonrisa apaciguadora –
 - ¿Sabéis qué? – dije, cuando tuve la cabeza un poco más fría – Lo que es una suerte no es que el avión haga mucho ruido, sino que hablase en español. Yo siempre sueño en alemán.
 - ¿Sí? – dijo Georg – A ver si hay más suerte la próxima vez.
Ja, ja, sueña con ellos señor gracioso – me burlé – Voy a tener que ponerme esparadrapo o algo, no me gusta que espíen lo que sueño.
 - No es mala idea – reflexionó Belén – Aunque yo sueño casi siempre en español.
 - Bueno, da igual, de todas maneras teníamos pensado pasar la noche en un hotel y viajar de día. Tal vez os resulte más cómodo. Tendréis habitaciones separadas – dijo Bill. Se lo agradecí al cielo –
 - Ah, okay. Gracias – dijo Janine. Karina asintió –
 - Sí, gracias – dijimos mi hermana y yo a la vez. Puse los ojos en blanco y ella bufó. Los demás rieron –

Al entrar al aeropuerto, Bill miró en redondo con curiosidad.

 - Bienvenido a la Tierra – llamó su hermano. Bill rió –
 - Sólo miraba – se excusó - ¿Dónde estamos exactamente?
 - En Portugal – contesté inmediatamente – Hoy es siete de abril, ¿no? Pues hay concierto en Portugal, si no me equivoco-
 - No, tienes razón – asintió Gustav. Me fijé que iba al lado de Janine y sonreí sin pensar. Ella me pilló –
 - ¿Qué pasa?
 - Nada... – sonreí de nuevo y me giré –
 - Me miráis todas muy raro – insistió –
Miré a mi hermana y a Karina y nos reímos. Me acerqué a Jan y le dí un abrazo.
 - Eso son imaginaciones tuyas. Por cierto, ¿no tienes nada que contarnos? – le pregunté –
 - ¿Yo? – se ruborizó - ¿Y ahora qué es?
 - No lo sé... – ironicé. Me reí. No dije nada. Ella ya lo sabía –
 - Pues no sé – declaró, tajante –

Los chicos se empezaron a reír al ver la cara de resolución de Janine. Nos conocían lo suficiente como para saber que no la íbamos a dejar en paz ni un minuto. Por el momento, me encogí de hombros.

 - Ya lo sabrás – amenacé – Vamos a estar detrás,
 - Brr... Qué miedo – se burló –
 - Oh, espera, ¿dónde está David? – exclamó Bill, una vez pasamos todos los interminables controles de seguridad y de policía –
 - Pues... No debe estar lejos – contestó Tom –
 - Sería “problemático” – comentó Gustav, haciéndoles reír –
 - En cuanto conozcáis un poco a David, veréis qué es lo que nos hace tanta gracia – dijo Bill –
 - Ah, vale – murmuré. Es ese momento, me sentí un poco fuera de lugar –
 - Mirad, os comentamos – dijo Tom – Estamos esperando a David, para que no se arme un jaleo tremendo.
 - Mayor aún – especificó Bill – del que se armará en cuanto salgamos nosotros. Por eso vamos a separarnos. Vosotras vais con los de seguridad,, nosotros saldremos y rezaremos para que ninguna nos mate.
 - Bah, eso es imposible – ironizó Karina –
 - No me refería a las fans. Es que a veces te encuentras antis camufladas – explicó – Por eso nosotros también vamos con los de seguridad, algunos menos, pero aún así...
 - Aunque nunca ha pasado nada serio – dijo Tom –
 - No, qué va. Creo que lo peor fue un día que salimos de un hotel y la policía estaba intentando separar a las fans y a las antis. Parecía una película de de luchas en la Edad Media. Se peleaban con todo lo que tenían a mano. Había de todo – se rió Bill –
 - ¿Ah, sí? – preguntó Karina, con guasa – Me suena.
 - Seguro.
 - Yo conozco a dos chicas que estuvieron ahí.
 - ¿Sí? – dijeron ellos, casi a coro –
 - Sí – se rió ella - A Janine y Ann. Fue en Francia, creo, ¿no? – entornó los ojos – O Alemania-
 - Francia – suspiré – Yo también me acuerdo. Lo pasé muy bien.
 - Sí, ¿verdad? – sonrió Janine – Fue genial-
 - Vosotras estáis muy locas – dijo Bill, asombrado –
 - Muchas gracias – contesté con aire solemne. Luego me eché a reír – Mis padres dijeron lo mismo. Y fue una suerte que la policía no pudiera con todas, porque no nos pillaron.
 - Ya, es cierto, nos escabullimos.
 - Pero nos quedamos sin autógrafo – dije yo, y les miré. Ellos se echaron a reír.
 - Empezaba a preguntarme cuánto tardaríais en decir algo así – dijo Bill con una sonrisa – Vale. Luego. Mirad, ahí está David.

Miramos y vimos a David, que se acercaba con paso rápido y nervioso. Un grupo de siete hombres de negro le seguían de cerca. Dos de ellos nos saludaron con un gesto y se lo devolvimos, suponiendo que eran los mismos de ayer. David sonrió.

 - ¿Qué hay, chicas? – habló en inglés, por lo que deduje que no le habían dicho nada. Bill se me adelantó –
 - Saben alemán.
 - Ah, estupendo. En fin, me imagino que ya me conocéis.
 - Sí, claro – asentí –
 - Me alegro, pero yo a vosotras no – sonrió - ¿Qué tal si venís conmigo y me decís algo de vosotras mientras ellos salen por ahí y arman jaleo un rato?

Nos reímos. Tom hizo un gesto, pero no dijo nada. Janine se encogió de hombros.

 - Vale.

Nos despedimos con la mano, nerviosas, no sabíamos muy bien si sería adecuado o sería mejor darles un abrazo o simplemente hacer un gesto con la cabeza. Ellos sonrieron, conciliadores.

 - En seguida nos vemos – dijo Georg –

Se adelantaron un poco y cuatro de los hombres se desplazaron con ellos. En un impulso, grité:

 - ¡Ey! ¡Cuidadlos bien!

Los cuatro me miraron y sonrieron.

 - Por supuesto, podéis estar tranquila, señorita – me dijo uno de ellos –

Luego se marcharon y David enarcó una ceja. Me ruboricé.

 - Lo siento – murmuré –
 - Al contrario, me satisface ver que te preocupas por ellos. A mí también me da algo de miedo tantas fans locas.
 - ¿Perdón? ¡No estamos locas! – exclamó Janine –

Nos reímos y él hizo un gesto, invitándonos a avanzar. No tardamos en escuchar gritos enloquecidos y furiosos en portugués, inglés y francés. Suspiramos automáticamente las cuatro a la vez. David sonrió y preguntó:

 - ¿Qué pasa?
 - Nada – contestamos las cuatro a la vez. Se echó a reír –
 - ¿Siempre habláis a la vez?
 - No – me adelanté – Sólo a veces.
 - ¿Ya os conocíais?
 - Sí, desde pequeñas – sonreí – Hemos tenido mucha suerte.

En ese momento, escuchamos cómo todas las voces se ponían de acuerdo en una sola voz, entonando “Lass uns laufen” como si no lo fueran a hacer nunca más. Mi hermana empezó a tararear y a mí se me llenaron los ojos de lágrimas.

 - Yo también quiero – protesté, haciendo reír a mis amigas y a David –
 - Canta, pero no muy alto.
 - No puedo.
 - Deja de llorar, tonta – se rió Janine -.
 - ¡No puedo!

Empezamos a reírnos y a bromear mientras David nos guiaba por el aeropuerto. De vez en cuando nos miraba de reojo, con un aire paternal. Parecía preocupado.

 - Bueno, ahora escuchadme – dijo de pronto. Compuso una mueca nerviosa cuando tuvo nuestra atención más rápidamente de lo que suponía – Vamos a salir. Recogeros el pelo, usad capuchas, gafas, o algo hasta que yo os diga.

Rápidamente Janine se recogió el pelo en un moño y sacó unas gafas de sol; Karina se puso la capucha; mi hermana también y yo me puse unas gafas de sol. No era gran cosa, pero él parecía satisfecho.

 - Venid.

Echamos a andar rápidamente y salimos del aeropuerto. Varias caras curiosas, con ojos oscuros y cabellos desordenados, fans padres y madres, un par se rápidamente y salimos del aeropuerto. Varias caras curiosas, con ojos oscuros y cabellos desordenados, fans padres y madres, un par se acercaron, pero nadie dijo nada. Rodeamos un autobús hasta dar con la puerta y David nos hizo entrar con un ademán tranquilo, estudiado, de alguien confiado. Nos sentamos y él dijo:

 - Voy a ver qué tal les va, vendrán enseguida.

Salió del bus y nos dejó a solas. Nos miramos y sonreímos.

 - ¿Qué os tengo que decir? – dijo Janine –
 - ¿Qué tal si empiezas por el principio? – comenté –
 - Te prometo que no sé de qué me hablas.
 - Gustav y tú os lo pasabais muy bien en el avión – resumió mi hermana. Janine se ruborizó intensamente –
 - Es majísimo. Ni te lo imaginas – empezó – Parece un tipo serio al principio, pero tiene un gran sentido del humor. Y una sonrisa preciosa.
 - Y tiene la misma manía que tú, de enredar con los dedos si está nervioso – comenté. Ellas me miraron. Yo levanté las manos – Me lo dijo Tom.
 - No sé. En un momento dado, él me cogió de la mano y luego nos olvidamos – aceptó, aún ruborizada – Cuando nos dimos cuenta, nuestros dedos estaban jugando entre ellos. Ya sabéis que yo hago eso inconscientemente.
 - Sí, sí, eso ya lo sabíamos – rezongó Belén – Pero, dinos, ¿cómo es? ¿Es cariñoso? ¿Hablador? ¿Tranquilo? ¿Nervioso?
 - Muchas preguntas son esas. Bueno, es muy agradable, diría que intenta que los demás se sientan bien por encima de él. Es callado, pero te cuenta cosas. ES tranquilo, se ríe de forma sosegada incluso. Es asombroso. Es perfecto.

Nos reímos. Sabíamos de sobra que a Janine le gustaba Gustav, pero oírla hablar de esa manera soñadora, unido a nuestra propia sensación de estar en un sueño, era para poner de los nervios incluso a la propia Janine.

 - Bueno, ¿y tú con Bill? – soltó Karina, redireccionando la conversación –
 - Bueno, no tengo palabras – exclamé – Pero antes decidme qué ha dicho mientras soñaba.
 - Ah, bueno, nada del otro mundo. Primero susurraste un “te quiero”, y luego empezaste a asustarte y dijiste algo muy deprisa que nadie entendió, y luego dijiste “¿Qué está pasando?” Tenías cara de pánico total – explicó mi hermana - ¿Qué estabas soñando?

De reojo vi que se acercaba gente y cambié rápidamente de idioma al español.

 - Bueno, primero estaba sola, luego vi a Bill, era hermoso, se acercaba a mí, pero no decía nada. Me acorraló contra una pared, parecía que me iba a besar, pero, cuando me acerqué un poco, abrió mucho los ojos y empezó a desaparecer, como difuminándose y desapareció. Y ahí fue cuando grité muy fuerte y...
 - Y te despertaste – terminó Janine – Qué raro.
 - Sí, se parece a mi sueño – dijo mi hermana – Pero no en el final ese, sino que... Bueno, es largo – concluyó, al ver que los tokio subían al autobús –
 - Hola, chicas – sonrió Bill –
 - Hola. Menudo escándalo, ¿eh? – comentó Karina –
 - Bah, ya nos vamos acostumbrando. Me gustó el detalle de cantar “Lass uns laufen” Fue genial – dijo Tom – Les quedó muy bien.
 - Ya... A mí me gustó el de ayer, cuando tocamos “Dogs unleashed” – comentó Georg, sonriente – Me hizo mucha gracia.
 - ¡Fue estupendo, es verdad! – exclamó Bill con entusiasmo, mirándonos – Tenemos las mejores fans del mundo.

Sonreímos.

 - Gracias – susurré. Sentí que enrojecía – Os lo merecéis.
 - ¡Qué va! – dijo Gustav, mientras se sentaban – A veces tengo la sensación de que nos dais más de lo que nosotros os damos.
 - ¿Tú crees? – preguntó Janine –

En el momento que sus miradas se cruzaron, juro que fue como en las cámaras lentas en las películas. Se miraron a las ojos con seriedad, incluso se sentía la sensación de que los demás sobrábamos. Tom se movió, incómodo, y ellos se dieron cuenta. Gustav sonrió y se encogió de hombros.

 - ¿Tú no? – se limitó a responder –
 - Bueno, no sé... Supongo que estamos a partes iguales. Vosotros nos dais más de lo creéis.

Lo arregló con una salida elegante, con un tono informal y una sonrisa bonita, pero todos nos dábamos cuenta perfectamente de que no era cierto que no pasaba nada

 - ¿Seguro que no pasa nada entre vosotros dos? – preguntó mi hermana con cara de incredulidad. Ellos enrojecieron y negaron con la cabeza. Los tokio se echaron a reír y empezaron a bromearle a Gustav, que enseguida empezó a retorcerse los dedos –
 - Uy-uy-uy, Gusti, saliste del mutismo, ¿eh, don Juan? – dijo Tom –
 - Oye, tío, déjalo ya, ¿quieres? – murmuró, incómodo –
 - No, no me apetece – le chinchó - ¿Qué, Janine, ligando con el pequeño Gusti? ¿A que es monísimo?
 - Bueno, yo...
 - No respondas se le pasará – dijo Gustav, con una mueca –
 - En fin.
 - Lo siento, no lo pensé – se excusó mi hermana. Él le dedicó una sonrisa conciliadora y Jan se encogió de hombros –

Tom no se cansó pronto, hay que reconocerlo, pero finalmente llegamos a un hotel y tuvo que callarse.

 - Hola, chicos, llegó la caballería – oímos una voz femenina, risueña, fuera del bus. Bajamos, y nos encontramos con... mi peor pesadilla personificada –




***********************************************************************

Hallo!!!
Bueno, pues ahora las dejo con la intriga, muahahaha!!!
espero poder publicar pronto, aunque ya saben que yo no soy lo que se dice puntual, pero...
xD
 en fin, espero que no me odien demasiado
saludos
AnnyK.

1 comentario:

  1. ¡Que sueño tan más feo! D: primero bonito pero de ahí..., sí a mi me hubiese dado así o más vergüenza xD

    "Bajamos, y nos encontramos con... mi peor pesadilla personificada" Ah? D: ¿quien será esa?
    me muero de la curiosidad por saber quien es, eres mala! xD

    Que mono Gustav con Janine :D, son bien dulces :)

    Y no linda, no te odio ;) me encanta como escribes.

    P.D. Gracias por tus comentarios, eres un amor <3

    Saludos, espero tengas un lindo comienzo de semana :)

    ResponderEliminar