**... hazme volar con una mirada... **

domingo, 26 de junio de 2011

Capítulo 18: Comentarios inapropiados


*...Annelysse...*

-          ¡¡Chicos!! – la voz de David nos hizo dar un bote –
-          ¡Hola, David! – sonrió Bill –
-          Siento cortaros el rollo, pero, ¿sabéis qué hora es? ¡Van a abrir las puertas en cinco minutos! ¡Corred!

Ellos abrieron mucho los ojos y Bill compuso una mueca. Nos miraron de reojo.

-          ¿Os importa correr?

Miré mis sandalias de reojo y me encogí de hombros.

-          A mí me da igual.
-          Estará bien – dijo Janine, mirándonos a todas, que asentíamos –
-          Creo que no está muy lejos, pero yo no me arriesgaría mucho – dijo Gustav - ¡Vamos!

Echamos a correr a través del pasillo mientras oíamos cómo las fans comenzaban a entrar. En un instante, estuvimos en una habitación amplia, llena de espejos, sillas, con una puerta a un costado. David, suspiró.

-          ¡Justo a tiempo! – exclamó Gustav –
-          Ajá. Bill, ¿vas a ponerte esa cosa ya? – preguntó David –
-          Ah, espera, eso me da calor... – refunfuñó – Dentro de cinco minutos, déjame beber agua
-          No muy fría... – le recordó –
-          Ya lo sé, ya lo sé...

Cogió una botella de la mesa, que estaba llena de cosas de comer y beber. Me sorprendió encontrar una bandeja de fruta. Él me vio mirándola y alzó las cejas.

-          ¿Quieres una?
-          ¿Eh? Ah, no, da igual – murmuré –
-          Están para comerlas, si quieres, no preguntes, coge lo que quieras – me sonrió y me puse colorada. Luego miró a las demás – También va por vosotras, ¿eh?
-          Gracias – sonrió Janine –

Karina y mi hermana se limitaron a sonreír. Tom se acercó y cogió una botella de una bebida energética de color amarillo. Bill puso cara de asco y Tom, viéndolo, casi le escupe el líquido en la cara al echarse a reír. Los demás nos contagiamos y, tras calmarnos, Bill dijo:

-          Bueno, ahora sí que debería ir a ponerme esa cosa.
-          No te quejes – sonrió Gustav – fuiste tú el que lo decidió.
-          Lo sé, es que queda bien – se encogió de hombros – Pero es muy engorroso.
-          Ve, anda, que luego no te da tiempo – dijo David –
-          Iré a echarle una mano – se ofreció Tom –
-          Gracias, Tom – sonrió Bill –

Ellos se fueron y Gustav se acercó a nosotras.

-          ¿Queréis sentaros? – preguntó. Yo me encogí de hombros –
-          No estaría mal – admití. La carrera me había sofocado –
-          Ha estado cerca, ¿eh? – sonrió Georg – A veces nos pasa, que nos olvidamos de la hora del concierto, pero generalmente no estamos por ahí fuera. Menos mal que vino David.
-          Ajá. Si no fuera por mí, es seguro que en dos minutos habríais tenido a todas las fans encima.
-          ¿No os asustan? – preguntó mi hermana –
-          ¿Las fans? No, para nada. Tenemos un buen equipo de seguridad – bromeó Georg – Bueno, depende, por ejemplo en España sí que me asusta un poco. Estáis todas locas. Pero no tanto como en Alemania, allí muchas tratan de seguirnos a nuestras casas… Es loquísimo, pero lo llevamos bien. A Tom le encanta España, Francia… A Bill le gustan todos – se rió – En realidad, no tenemos uno preferido.
-          ¡Eso no es verdad! – rebatí, sonriendo burlona –
-          Claro que sí.
-          No, no es verdad. Francia es vuestro favorito.
-          ¿Francia?
-          Debe ser, después de Alemania, el país en el que más conciertos habéis dado.
-          ¿Tú crees?
-          Sí – afirmé con rotundidad – Deberíais pasar más por otros países que por Francia. Por España, por ejemplo.
-          Eso, eso. En España habéis dado en total creo que cuatro conciertos. En la última gira, en Francia, por lo menos cuatro – añadió Karina. Mi hermana asintió –
-          ¿En serio? – Gustav frunció el ceño – Bueno, ya lo veremos.
-          Te demuestro – dije. Saqué mi Ipod y busqué la foto con el calendario de la gira. La amplié y conté – Este tour ha pasado cuatro veces por Francia y queda una. En España han sido dos conciertos.
-          Bueno, tranquilas – sonrió Georg –
-          Eso decídselo al jefe – comentó Bill, entrando de nuevo, ya vestido con el traje extraño de luces. Sonreí y él se encogió de hombros – Y no gritéis tanto.
-          ¿Tanto se oye?
-          Bueno, nosotros os oíamos.
-          Ah, bueno ¿A quién se lo decimos? – Jan puso los brazos en jarras. Bill sonrió y señaló a David, que miraba su móvil sin prestarnos atención, sentado en la esquina – Vale.

Se levantó y se situó delante de David. Él levantó la vista, sorprendido.

-          ¿Señor Jost? – él alzó una ceja – Vengo a presentarle una queja de parte de las fans españolas.

Él se quedó de cuadros y ladeó la cabeza para mirarla, pero finalmente hizo un gesto con la mano, invitándola a sentarse.

-          Bien, señorita, exponga el caso – dijo, con su tono más profesional –
-          Bien, a las fans nos consta que “Humanoid City Tour” pasa cinco veces por Francia y solamente dos por España. Asimismo, durante toda la carrera musical de Tokio Hotel, es uno de los países que más ha frecuentado, ¿es posible que nos dé una explicación a este hecho? ¿Podría considerar que la banda viniera más a nuestro país?
-          Sin duda, señorita, debo decir que no es una cuestión de intereses personales. Puede ser por la vecindad de los países, cuestiones económicas o política, el asunto concreto no veo que sea de la incumbencia de las fans.
-          ¿No podría reconsiderar su respuesta?
-          Creo que no ¿Algo más?
-          Aún no ha contestado a mi segunda pregunta, señor Jost.
-          Bien, es posible. Aún hay que terminar una gira antes de empezar con otra. No descarte la posibilidad, pero no confirmo nada.
-          Muchas gracias por su tiempo, señor Jost. Es usted un experto en eludir preguntas indiscretas.

Los chicos abrieron mucho los ojos y mi hermana, Karina y yo nos llevamos las manos a la boca, asustadas ¿Se enfadaría? ¿Le diría algo? Ella sonreía con suficiencia. Por un momento, pensé que se enfurecería, creo que todos lo pensamos, pero él se limitó a echarse a reír con fuerza.

-          Eres una chiquilla impertinente – dijo, sonriendo – Pero no me importa. Sin embargo, no esperes que conteste a tus preguntas, jovencita. No voy a ceder ante ti tan fácilmente.
-          Bueno, se puede probar – ella se encogió de hombros – En realidad, no soy una chiquilla impertinente.
-          Lo sé. No tienes cara de insolente – sonrió –
-          A no ser que me provoquen – puntualizó ella con ironía –
-          Olvídalo. No te comas la cabeza, además, siempre puedes ir a Francia al concierto.
-          ¿Hasta Francia? ¿Al concierto? – abrió mucho los ojos - ¡Tal vez a ti te da igual, pero se le llama crisis, y no llueve el dinero, ¿sabes?!
-          ¡Oye, oye! – él se rió - ¡Tranquila!
-          Hmpf.

Janine se cruzó de brazos y se levantó con el ceño fruncido. David se rió entre dientes, pero volvió a concentrarse en su teléfono como si nada hubiera pasado. Nadie dijo nada cuando Janine se sentó con nosotros y ella se mordió el labio con nerviosismo.

-          ¿Me pasé, quizá?
-          ¡No! – Gustav se echó a reír entonces – A David le da igual, ya se acostumbró a nosotros, pocas cosas le sacan realmente de sus casillas. La da risa.
-          Oh, bueno.
-          Te ha tomado en serio, no te preocupes – la tranquilizó Tom con una sonrisa –
-          Menudo genio que tienes, ¿eh? – bromeó Georg –
-          Soy algo impulsiva – sonrió avergonzada y se ruborizó – Lo siento, creo que he sido bastante irrespetuosa.
-          No te lo tomes a mal, pero ha sido genial – dijo Bill, mirándola de una forma que me hizo temblar de celos. Miré para otro lado. Cogí una manzana y la mordí con fuerza para no decir nada. Jan le sonrió –
-          Es culpa de Ann – mintió ella. Yo me atraganté –
-          ¿Qué? ¿Yo qué hice? – empecé a toser. Bill se echó a reír y me palmeó la espalda –
-          ¿Estás bien? – preguntó –
-          S-sí, gracias... – miré a Jan. Ella se encogió de hombros –
-          Fuiste tú la que me metió en la cabeza que tenía que decir las cosas tal y como las pienso, pero con educación.
-          Ah, sí – admití, coloreándome entera. Era cierto – Es verdad.
-          Yo sólo he hecho lo que tú decías. Además, tú siempre estás haciéndolo.
-          No siempre – farfullé –
-          Pero sí a menudo – intervino mi hermana –
-          Bueno... – dudé – Si vosotras lo decís.
-         A menudo no nos damos cuenta de la frecuencia con la que hacemos las cosas – dijo Tom, encogiéndose de hombros –
-          Ya...

Nos quedamos callados y yo seguí comiéndome la manzana, que ahora sabía más dulce. De pronto, Bill gritó.

-          ¿Qué pasa? – exclamé, asustada –
-          Nada – murmuró – Ahora sí que estoy nervioso ¿No oyes a las fans?
-          Y yo – asintió Tom – Mira, me tiemblan las manos.

Y era cierto, tenía las manos temblorosas y heladas.

-          A lo mejor no puedo tocar – bromeó –
-          No digas esas cosas – le reprendí – Allí fuera hay miles de personas esperándote.
-          Lo sé – sonrió – No podéis vivir sin mí.

Me eché a reír, sólo Tom era tan egocéntrico... Bill levantó una mano y le tiró de las trenzas con fuerza. Tom se revolvió y también le tiró del pelo. Nos empezamos a reír de nuevo, pero ellos siguieron peleándose.

-          No os deis en la cara ahora – pidió Gustav. Ellos no contestaron –

Me levanté y rodeé a ambos hermanos para coger un laptop que había sobre la mesa. Lo abrí.

-          ¿Es vuestro? – pregunté con el dedo sobre el botón de encender –
-          Es de Bill – dijo Tom, soltando a su gemelo, que se dedicó a arreglarse el pelo otra vez –
-          ¿Puedo encenderlo? – pregunté –
-          Sí, claro – sonrió –
-          Tu pelo está perfecto – aseguré, mientras lo encendía y entraba en Internet – hum... En dónde lo pondría...
-          ¿Qué haces? – preguntó mi hermana –
-          Busco un vídeo ¡Este! ¿Bill? – él me miró – Una pregunta, ¿qué era eso? Siempre tuve la duda.

Frunció el ceño. Era un vídeo en el que salía él, cantando, y algo le daba en la cara y rebotaba. Él se echó a reír.

-          No tengo la menor idea – admitió – Pero parecía una goma elástica. Pero no sé, la verdad.
-          Vaya. Bueno, da igual.
-          Pon música – pidió mi hermana –
-          Vale.

Busqué cualquier canción y la puse, sin pensarlo demasiado. Me volví a sentar, pero nadie dijo nada, estábamos todos tan tensos, que volví a coger el laptop y me dediqué a buscar vídeos del concierto en Madrid. Ahí estaba yo... Temblé y tiré del codo de mi hermana para que viera.

-          Me odian – susurré, medio asustada y medio divertida –
-          Sólo algunas – observó –
-          ¡Retrocédelo un poco! – pidió Karina – Y ponlo en grande.
-          ¿Qué ocurre? – hice lo que me pedía –
-          Mira, ahora – susurró y señaló a Bill. Entrecerré los ojos, yo era incapaz de saber qué decía, pero Karina... –
-          No sé a qué te refieres – la miré y ella me devolvió la mirada con picardía –
-          Fíjate bien, ¿quieres? – dijo mi hermana, emocionada – Lo he visto hasta yo.
-          ¿Dónde?
-          Fíjate un poco mejor.

Lo volvió a poner. Tarareé inconscientemente la canción y me dí cuenta de que Bill no estaba diciendo la letra. Encajé un perfecto “sexy” en el momento que Karina decía.

-          ¡Dios mío! – susurré – Tienes razón.
-          Ya sé que tengo razón.

Ellos se echaron a reír y Tom preguntó:

-          ¿Qué ocurre? ¿Ya tienes a todas en tu contra?
-          No todas – apunté – Las hay comprensivas y razonables. Pero sí, muchas sí.
-          Bueno, ya sabes cómo se siente Natalie.

Nos echamos a reír, aliviando gran parte de la tensión que había en el ambiente. Janine frunció el ceño y señaló la pantalla.

-          ¿Sexy, Bill? – parpadeó con fingida sorpresa – Alguien te odia mucho, Ann, lee esto.
-          ¿Qué pone? – inquirí, divertida – Lee la descripción.
-          Fragmento de “World Behind my Wall”, Madrid. Leyendo los labios de Bill, captarás un “qué sexy” justo antes de pasarse la lengua por los labios ¿Ilusión o verdad? Eh... – hizo una mueca – No hace falta que te lea los comentarios, ¿no?
-          No, déjalo – sonreí con picardía y miré a Bill, que abrió mucho los ojos. Luego esbozó una sonrisa y ladeó la cabeza –
-          Déjame verlo – le dijo a Jan –

Lo miró detenidamente dos veces. Me crucé de brazos y él sonrió.

-          Qué fans más observadoras que tengo – dijo simplemente. Yo enrojecí inmediatamente –
-          ¡Qué descarado! – dijo mi hermana –
-          ¿Qué? – Tom se encogió de hombros – Tan sólo opina que Ann es sexy. Tiene razón.

Mi hermana palideció de golpe y yo iba a decir algo cuando Patrick entró, acalorado, y les llamó:

-          ¡Chicos, es la hora! – nos sonrió – Ustedes irán con David.
-          Ah, bien – sentí que enrojecía aún más y lancé una mirada asesina a Tom, que me sonrió con picardía –

Ellos se fueron, y mi hermana se derrumbó en la silla, subiendo las rodillas y hundiendo la cara entre los brazos. Todas la abrazamos y David levantó la cabeza por fin. Sonrió con aire paternal.

-          Le gusta coquetear, ¿no?
-          Con todo el respeto, me parece que no sabe lo que ha ocurrido antes entre los dos – dijo Janine, con suavidad –
-          Ah, os permito tratarme mal – sonrió – Sólo por ser ustedes. Díganme qué ocurrió. Prometo no decirles anda. Lo juro.

Se sentó en una silla a nuestro lado.

-          No fue… - empecé, recelosa. Belén me interrumpió –
-          Él intentó besarme en el avión de Madrid a aquí y yo le paré. Luego vino a disculparse a mi habitación y le perdoné. Me dijo que si quería un beso, que simplemente lo pidiera, y le dije que no me rebajaría a pedírselo, y le besé. Él me correspondió el beso, pero quiso… Quiso tocarme el culo, y le abofeteé, por descarado. Él prometió guardármela, pero no le había tomado en serio… Y lo que ocurre es que no lo ha dicho por eso, sino porque realmente lo cree – se echó a llorar silenciosamente y volvió a esconder la cara en los brazos –

No dijo nada, le puso una mano en el brazo. Ella levantó un poquito la vista y le sonrió, llorosa, luego volvió a hundirse.

-          Voy a hacérselo pagar – prometí –

Janine y Karina me miraron, y David incluso abrió la boca para intentar disuadirme, pero Belén levantó la cabeza y sonrió, casi con crueldad. Todos, menos yo, se asustaron al oír su tono

-          ¿Qué tienes en mente, hermana?

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domingo, 6 de febrero de 2011

Capítulo 17: Concierto improvisado

*...Tom...*



Hicimos buena parte del trayecto en bus en silencio, lo que me dio la oportunidad de pensar en Bill y Ann. La verdad es que hacían buena pareja. No tenía forma de saber la opinión de Ann sobre Bill sin ser obvio y no quería hacer mal tercio. Por otro lado, empezaba a darme cuenta de que le enana era realmente bonita. Las dos hermanas llamaban mi atención, eran hermosas de una manera tan similar que empezaba a entender lo que pensaban las fans que afirmaban que tanto Bill como yo les gustábamos. Sentía una empatía con ellas tan extraña... Tenía miedo de que Ann me terminara gustando y tuviera que competir de nuevo con Bill. Él pareció darse cuenta y me miró con una ceja alzada. Yo eludí su mirada, no quería que se enfadara conmigo precisamente ahora. Desvié la vista hacia la ventana.


                                                       ***

*...Bill...*
Tom estaba muy raro desde que le conté lo de Ann. Yo pensaba que le gustaba Belén, pero ahora tenía mis dudas acerca del tema. No me miraba y nuestra conexión estaba turbia, él no quería que yo supiera lo que sentía. Me preocupaba, la verdad. Más de una vez nos había gustado la misma chica y generalmente la elección la había hecho ella, pero no estaba muy seguro de querer que Ann decidiera. Tampoco estaba muy seguro de lo que sentía por ella. Hacía tanto tiempo que no me enamoraba... Gustav decía que sí, pero yo no estaba seguro. A pesar de que creía firmemente en el amor a primera vista, ¿cómo podía ya saber que era amor o simplemente atracción? Y sin embargo, ese beso se había sentido tan bien... No había mentido, realmente iba sólo a darle un pico, pero no había podido contenerme, y ella tampoco. No sabría decir si ella lo deseaba tanto como yo, pero sí que lo había disfrutado.
- Llegamos – anunció Georg, feliz – Qué emoción.
- Qué nervios – murmuró Tom –
- ¿Estás nervioso? – preguntó Ann con tono curioso. Tom se encogió de hombros y se ruborizó –
- Suelo estarlo
- ¿Por las fans?
- No, no. Pero si algo sale mal...
- Para eso hacéis pruebas de sonido, y eso, ¿no?
- Ya lo sé... – Dejó los ojos en blanco – En serio, haces unas preguntas... Me recuerdas a Bill.
- Bueno, yo sólo intentaba ser agradable, si lo prefieres me burlaré de tus nervios – dijo ella con malicia. Sonreí –
- Agh, déjalo
- Como quieras...

Se encogió de hombros mientras bajábamos del autobús y las demás chicas se echaron a reír. Gustav y Georg rieron entre dientes y yo le puse una mano en el hombro.
- No siempre se tiene la razón
- Hasta tú estás en mi contra – frunció el ceño – No es justo. Además, tú también estás nervioso.
- No tanto como tú, Tom, no tanto. Y, en todo caso, yo no lo voy diciendo por ahí
- Mpf

Se enfadó y se cruzó de brazos, haciéndonos reír. Hacía algo de viento, pero no exactamente frío, y además entramos enseguida así que no lo notamos. Al llegar, David nos localizó rápidamente y se acercó a nosotros. De reojo pude ver que las chicas se ponían en tensión.

- Por fin, pensaba que no llegaríais – nos miró a todos y sonrió – Estáis todos guapísimos – miró a las chicas – Pero vosotras más

Ellas se rieron y vi que Ann me miraba de reojo y se ruborizaba
- Bueno, ¿empezamos ya? – sugirió –

Asentimos. Reímos mientras prohibía a Natalie el acercarse a las chicas. Patrick se las llevó para que vieran la prueba desde la pista y ellas aceptaron. Aproveché que no estaban para decir:
- David, quizá deberías medirte al hablar. Vas a asustarlas.
- Sólo quiero que me tomen en serio
- Ya lo hacen, no es necesario que te pases, ¿sí? No sé las demás, pero al menos Ann es más sensible de lo que parece
- ¿Ann?
- La del pelo negro
- Ah, ya... Parece una muñequita de porcelana – sonrió - ¿Sabes, Bill? No deja de mirarte. Hacéis buena pareja
- Mejor me callo – murmuré, sintiendo cómo se enrojecían mis mejillas –
- Que no, no te lo tomes a mal, hombre. Lo digo en serio, a ella le gustas. Se le nota
- No me lo tomo a mal – conseguí decir –
- Oye – me cogió del brazo y me hizo mirarle a los ojos - ¿Te gusta?
- ¿Perdón? – tartamudeé. Sentí cómo enrojecía más y más –
- Wow, Dios mío, te gusta. Ya estoy viendo el titulas de todas las prensas...
- Olvídalo – negué – Empezáis a hartarme – hice una mueca – Y no soy al único al que le ha caído bien, ¿no, Tom?
- Yo, no...
- Tú, sí – interrumpí – No te molestes, se te nota
- No os enfadéis – pidió David – Bill – me miró, serio – Contrólate. Ella es linda y ustedes son, al fin y al cabo, hombres. Dale tiempo al tiempo, se terminará solucionando. Tom – puso los ojos en blanco – A ti te gustan todas, soy incapaz de creerme que tengas una fijación especial con ella. Además – soltó, como quien no quiere la cosa – La hermana es más guapa
- ¿La he-hermana? – tartamudeó –
- Sí, la chica que siempre está a su lado. La chica de los ojos verdes, intensos. Son lindos
- Sí, muy bonitos – contestó con voz ahogada –
- ¿Y a ti qué te pasa?
- Nada, nada...
- ¿Algo más que deba saber? – inquirió con ironía –
- No – contestamos Gustav, Tom y yo. Georg sonrió
- ¿Georg?
- Bueno... – dudó un momento, pero no tardó en retomar el hilo – Es que Bill anda pillado por Ann, Tom tiene sus tira y afloja con las dos hermanas, al parecer, y Gustav ando en las nubes por Janine. Y a mí me cae genial Karina – sonrió – Tenemos muchas cosas en común.
- Dios santo, si en realidad lo único que os hacía falta era que ellas pudieran seguiros donde vayáis – murmuró, aunque fue perfectamente audible –
- David, no te pases – empecé – Las hemos conocido ayer. Por mucho que nos gusten, difícil que pase nada ya mismo
- Aún así, me siento mejor
- ¿Qué? – exclamamos todos a la vez. Él sonrió –
- Chicos, no me parece humano teneros todo el día de un lado para otro, sin tiempo para vivir casi. Necesitáis algo o alguien que os devuelva algo de normalidad
- ¿Normalidad? – se burló Georg – Si andan todos en las nubes
- Enamorarse es algo normal a vuestra edad, no es malo que estéis en las nubes – explicó – En algún momento, teníais que tomaros un respiro. Lo que para vosotros es estar en las nubes, para el resto de la gente es algo normal
- Pero no estamos toda la vida así. De vez en cuando tenemos “vacaciones” – apuntó Gustav –
- Ajá, y nos lo pasamos bien – siguió Tom –
- Nos gusta ser así – dije –
- Lo sé – me miró fijamente cuando dije eso – Pero todos necesitamos relacionarnos con más gente que vosotros cuatro. Si casi no podéis salir a la calle, ¿cómo lo vais a conseguir?

No respondimos, él ya sabía la respuesta. No miré, peor sabía que todos tenían la vista baja, meditando sobre lo que acababa de explicar.

- ¿Intentas decirnos que aceptaste nuestra propuesta por eso?
- Bueno, ¿y las fans? – se rió – Tuve en cuenta muchas cosas, prioritariamente vosotros, claro. Y estoy muy contento de haberlo hecho Tom – respondió –
Nos quedamos callados, y él sonrió

- Bueno, da igual. Vamos ya, que...
- ¿David? – preguntó Gustav – Antes has hablado de la prensa... ¿No crees que deberías hablarlo con ellas? Tal vez no quieran salir en la prensa.
- Ah, tienes razón. Se lo comentaré.
- Y piénsate lo que te dije antes. Son chicas serias – añadí – No se toman las cosas serias a broma
- Okay, gracias, lo tendré en cuenta. Ahora, deben estar preguntándose dónde narices estamos – sonrió –
- Vale, vale, vamos – accedió Tom –


                                                   ***



*...Annelysse...*

- ¿Ann? – inquirió Karina. Me giré hacia ella mientras Patrick se hacía el desentendido – Hay algo de lo que aún no nos has dicho ni mu
- ¿Ah, sí? – me hice la tonta –
- Sí, linda – sonrió maliciosa - ¿Besa bien? – susurró en español. La ignoré –
- Ya os he dicho lo que pasó, no puedo hacer más
- Sí, puedes hermanita – sonrió mi hermana. Hice una mueca en dirección a Patrick, que no nos miraba –
- Bah, en bajito – pidió Janine –
- Que no... ¿Creéis que yo no quiero saber lo de Belén? Pero a mi me enseñaron a ser discreta – apunté –
- Uf... Qué aburrida, chica – se quejó Jan –
- Y hay más... – miré a Karina - ¿No has tenido nada mejor que hacer en el avión que mirarme?

Ella se echó a reír, y las otras le hicieron coro. Parecían estar pasándoselo muy bien a mi costa. Enarqué una ceja

- En serio – añadí –
- Ya lo sé – me sonrió – Bueno, al principio hablamos algo, no mucho, no somos muy habladores, luego sí que me dediqué a cotillear, pero no sólo a ti. Sí, me enteré del lío de Belén con Tom, pero preferí pasarlo por alto, ya estabas tú con ella. Luego, claro que hemos hablado, me cae muy bien, pero no he sido yo la que prácticamente se ha tirado a sus brazos – y me miró significativamente –
- ¡Eh, yo no he hecho eso!
- No, claro...
- Bill no tiene ni idea de nada, K, está clarísimo que está más perdido que si estuviera en medio del Sahara y sin mapas ni brújulas – intervino Janine con suavidad – El que Ann sea poco explícita ayuda a que a un chico le cueste seguirla, ya lo sabes. Y Bill no es la excepción
- Para mí que sí que lo sabe. Si no lo sabe, ¿por qué ha hecho eso?
- ¿Lo del b-?
- Eso – interrumpió –
- Él no mentía, Karina, ¿cómo te lo meto en la cabeza? – exclamé –
- Bueno, no vamos a discutir – sonrió – cada una es como es, y si quieres que Bill se fije en ti a tu manera, es lo mejor que puedes hacer – me tendió una mano y la abracé –
- Gracias
Nos quedamos calladas, disfrutando de la pista para nosotras solas. Ellos tardaban, pero no le di importancia. Cuando finalmente salieron, miré a mi hermana y ambas gritamos. Incluso de lejos, pude ver que tanto Bill como Tom pegaban un brinco. Jan y Karina se nos unieron. Ellos se rieron y Patrick incluso se tapó los oídos. Empezamos a gritar “Tokio Hotel” rítmicamente y Bill simuló dirigirnos con una batuta. Después de reírnos un rato, ellos se dedicaron a probar todos los micrófonos, amplificadores... Al acabar, Bill nos hizo una seña para que nos acercáramos. Subimos al borde del escenario y nos sentamos allí. Se acuclilló a nuestro lado.
- ¿Suena bien? – preguntó –
- Siempre suena bien – sonreí –
- En serio
- Sí, claro – asintió Karina. Él la sonrió –
- Vale. Sabéis tocar, ¿no?
- Eh, sí, supongo – Karina se encogió de hombros –
- Deleitadnos con vuestra música
- Ah, no, ni hablar – exclamó Jan – No pienso tocar nada nuestro
- Porfa – pidió Gustav, acercándose –
- Nos hace ilusión – añadió Georg –
- Venga... – pidió Tom –

Nosotras dudamos. Luego, yo dije:
- Bueno, podemos tocar algo que no sea nuestro, ¿no?
- Vale... – accedió Bill. Me dio el micrófono –

Me ruboricé, pero lo cogí. Abrí los ojos como platos al ver que Tom, Gustav y Georg, cedían sus instrumentos con facilidad, pero no dije nada. Jan echó a correr hacia la plataforma y jugueteó distraída con los platillos. Mi hermana ya estaba calibrando el sonido de la guitarra y me di la vuelta para ver que Karina no perdía el tiempo. Yo miré el micro, luego a Bill, que alzó una ceja y, suavemente, me lo acerqué a los labios
- ¿Suena muy fuerte?
Me asusté de mi propia voz, pero pronto encontré el punto exacto

- Es importante que encuentres la posición adecuada para que no te ahoguen las otras voces y no suene demasiado fuerte, sino queda mal – me explicó Bill. Me ruboricé intensamente –
- Vale

Me puse de pie y me acerqué al parante del micrófono para dejarlo allí y acercarme a mi hermana.
- ¿Qué tocamos?
- No sé, algo bonito
- ¿Algo suyo?
- No. Otra cosa...
- ¿Angel, de Leona Lewis?
- ¡Sí, esa! – sonrió, entusiasmada – Voy a decírselo a Jan, tú dile a Karina
- okay

Caminé hacia Karina, y me di cuenta de que el escenario era bastante más grande de lo que parecía. Ella se acercó un poco

- Angel, Leona Lewis
- A tus órdenes – bromeó – A propósito, dile a Belén que puede usar el piano en lugar de la guitarra
- ¿Eh?
- El teclado – señaló –
- Ah, es verdad, creo que se lo sabe al piano, ¿no?
- Sí. Estuvo practicando el otro día hasta que le salió
- Okay
Volví de nuevo
- ¿Qué pasa, Ann?
- Oye, ¿no puedes usar el piano? En realidad, suena mejor
- ¿El teclado? ¿Y dejar esto?

Me enseñó la guitarra. La miré detenidamente

- ¡Anda! ¿No es la famosa Gibson que querías?
- ¡Y del mismo color! – sonrió – No sabía que él la tenía
- Bueno, pero la canción es a teclado – objeté –
- Bueno... Vale – accedió –
- Voy yo – sonreí – Dame

Cogí la guitarra y me acerqué a Tom

- ¿Podemos usar el teclado? – pedí. Él la cogió –
- Claro que sí
- Una cosa – dije. Él me miró, alzando una ceja – Mi hermana ha estado loca por esa Gibson desde que la vio en una tienda, incluso del mismo color ¿Se la prestas otro día?
- ¡Claro! Si la quiere, se la regalo – sonrió – Tengo miles de Gibsons
- ¡Gracias! – dije – Pero no creo que te la acepte
- ¿Y eso?
- Habla con ella luego – interrumpió Bill – Quiero oírlas
- Okay

Hice una seña a mi hermana, que se acercó al teclado rápidamente y me acerqué de nuevo al micrófono. Lo cogí, el parante estaba demasiado alto para mí, y me giré hacia Jan. Me acerqué el micro un poco y le dije:

- Empieza tú
- Vale – señaló un pequeño micro de oreja y sonrió – Mira
- Ya veo. Me gusta más este – sonreí –
- Tú no necesitas las manos, Ann – me sacó la lengua y se giró hacia Belén - ¿Quieres el ritmo?

Ella asintió y pulsó un acorde. Janine introdujo el ritmo y rápidamente mi hermana la siguió. Encontré la tonalidad enseguida y comencé a cantar. Karina entró con una línea de bajo que nos habíamos inventado un poco y pronto empezó a sonar bien. Miré hacia ellos con timidez, pero, lejos de ponerme nerviosa, me tranquilizó ver que sonreían. Continuamos. Entonces, llegó un momento en que había dos voces, y me entró miedo, pero Janine interpretó la voz más grave como si siempre lo hubiera hecho y me guiñó un ojo cuando me giré hacia ella. Luego se terminó. Tan rápido como había llegado, la música cesó, la euforia comenzaba a embargar mi cuerpo. Nuestro primer “concierto” con instrumentos y todo profesionales, ¡delante de Tokio Hotel! Ellos aplaudieron. Jan bajó y sonrió. Corrió hacia mí y me abrazó con fuerza, levantándome del suelo

- ¡Eso ha sido genial! – gritó – Ya sé por qué te gusta lo de cantar
- ¿No es genial? – sonreí –
- ¡Sí! No sabía que mi voz armonizaba tan bien con la tuya
- Menos mal que entraste tú, no sabía qué hacer

Nos acercamos a ellos, sonriendo.

- ¿Qué tal? – preguntó mi hermana –
- Espectacular, parecíais profesionales – sonrió Bill –
- ¿Os ha gustado? – preguntó Gustav –
- ¡Ha sido sensacional! – exclamó mi hermana –
- Una vez soñé que dábamos un concierto – recordé – Y creo que justo estabais vosotros ¡Pero no fue ni la mitad de emocionante que esto!
- Me alegro de que os lo hayáis pasado bien – sonrió Bill –
- Ha sido espectacular – sonrió Karina –
- Ajá, es cierto – Janine seguía entusiasmadísima, como todas nosotras – Y me encanta esa batería
- Sí, a mí también – rió Gustav –
- Suena de maravilla.
- Creo que eso ya es el amplificador – sonrió él. Ella se encogió de hombros y se ruborizó un poco –
- El bajo es genial. Me gustan las cuerdas, están bien tensadas – apuntó Karina –
- Pues a mí el teclado no – negó Belén. Ellos la miraron, curiosos – Las teclas son demasiado suaves, no puedo tocar más fuerte o más suave, tienes que subir el volumen.
- Bah, eso es lo de todos los teclados – dije yo –
- Bueno, hay algunos que sí se puede – dijo Tom – Pero yo prefiero ese.
- Para gustos, los colores – terció Janine - ¿Y el piano?
- ¿Queréis probarlo? – preguntó Bill –
- ¡Que toque Ann, que toque Ann! – pidió mi hermana –
- Sí, que para eso estudia piano – añadió Janine –
- Vale – me encogí de hombros - ¿Por qué no?

Sacaron el piano y lo abrí. Era electrónico, tal y como había supuesto. Pulsé un par de teclas, y el tacto era idéntico al de cualquier piano. Empecé a tocar “World Behind My Wall”, pero hice la melodía al piano, no quería cantar.

- ¡Wow! – murmuró alguien –

Bill y Tom se acercaron a mirar y sentí tres personas más detrás de mí. No me paré, terminé la canción suavemente y me encogí en el asiento al ver que todos me aplaudían. Me ruboricé.
- Me he limitado a tocar vuestra canción, ¿qué mérito tiene eso?
- Mucho, la ha tocado muy bien, has hecho la melodía, el bajo, parte de la guitarra y la batería... – Tom sonrió – Está muy bien, no creas que por no ser tuya no tiene mérito. No te subvalores.
- Bueno – me encogí de hombros – Vale.
- ¿Te gusta el piano? – preguntó Bill con una ceja alzada, apoyándose en él, sin darse cuenta de lo sensual del gesto. Me quedé embobada mirándole –
- ¿Eh? – reaccioné, ruborizándome - ¡Ah! Sí, es bueno a pesar de ser eléctrico. Es guay.
- ¡Claro que es guay! – soltó Tom - ¿Qué clase de piano puede prenderse fuego y seguir bien después de varias veces, ¿eh?
- Es verdad, es genial, Tom – sonreí –
- Es el mejor – dio una palmada a la tapa del piano, como si fuera un animal, y sonrió –
Bill le miró como su tuviera monos en la cara, pero luego se echó a reír y Tom también. Luego nos fuimos. Dimos vueltas y más vueltas por el lugar, mirando el escenario desde todas partes, hablando de cualquier cosa, riéndonos...

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Regresé!!
Mátenme si quieren, espero que les haya gustado el capi, que la verdad, es bastante largo, creo :S
saludos
AnnyK

jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo 16: Confesiones

 * ... *
 - ¡He besado a Tom! - Me llevé las manos a la cabeza y sonreí, abriendo mucho los ojos. Me eché a reír.
 - ¡Y yo a Bill! – imité su tono. Ellas abrieron mucho los ojos y yo empecé a contarles todo– 
 * ... *

*...Bill...*

Entré al cuarto de mi hermano, que estaba tirado en la cama, bocabajo. No me había oído. Me acerqué y empecé a hacerle cosquillas. Gritó y se movió rápido. Tiró de mi oreja con fuerza.

-         ¡Ay, Tom! ¡Suéltame, me haces daño!

Mi primera reacción fue darle una bofetada, pero luego me fijé en la marca roja que ya tenía y me limité a deslizar un dedo por su mejilla

-         ¿Qué te ha pasado?
-         ¿Eh? ¿Aún tengo la marca?
-         Sí ¿Quién te ha dado?
-         Belén. Es una chica difícil.
-         ¿Has vuelto a intentar besarla?
-         No, ella me ha besado.

Alcé las cejas y me senté a su lado. Él me contó toda la historia. Cuando acabó, me eché a reír.

-         ¡No te rías! ¡No es gracioso!
-         ¡Sí que lo es! Wow, te tiene comiendo de su mano, ¿eh?
-         ¿Ella? ¿A mí? ¿Pero tú de qué vas? – se enfadó –
-         Solamente te digo tus verdades.
-         Yo creo que tanta laca te ha dejado el cerebro tieso, Bill. Deberías dejarla – fingió preocupación –
-         ¡Oye, eso me ofende! – reí. Luego, más suavemente, lo volví a intentar – Oye, Tom, ahora en serio, ¿qué hay entre ustedes dos?
-         Una atracción fatal, me temo – dramatizó – Oye, Bill, déjalo ya.
-         Tom...
-         ¿Qué?
-         ¿Te gusta?
-         Te he dicho mil veces que no quiero relaciones largas.
-         ¿Pero te la tirarías?

Me miró un momento con una ceja alzada y le sostuve la mirada. Yo no le preguntaba nunca esas cosas, rara vez me importaba lo que hiciera o no en ese sentido. Finalmente, sonrió de lado con una sonrisa pícara.

-         Bill, me tienes que reconocer que está muy buena – se justificó. Me encogí de hombros –
-         Ya, si tú lo dices...
-         No te preocupes, ella no se va a dejar – añadió – No es muy abierta en ese sentido.
-         Sí, bien claro te lo ha dejado – me burlé. Él sonrió –
-         ¿Y tú? ¿Qué te traes con Ann? – dijo, cambiando de tema –
-         Esa chica es... – sonreí – Es guapa, carismática, espontánea, graciosa, sencilla, abierta, alegre, encantadora, sabe escuchar, habla con una fluidez increíble, le encanta la música, canta como los ángeles – me paré a tomar aire con una sonrisa de oreja a oreja – Me encanta.
-         Wow... Estoy viendo el titular de todos los periódicos, revistas, telediarios... – silbó – Bill Kaulitz, vocalista de Tokio Hotel, por fin enamorado.

Me eché a reír, encantado con la perspectiva. Enamorado sonaba extraño, me dije, no estaba seguro de lo que sentía por Ann. Era la chica más estupenda del mundo, pero apenas la conocía. No sabía qué pensaba ella de mí.

-         No estoy muy seguro – dijo – pero creo que a ella le gustas ¡Son todas tan diferentes que es posible incluso que cada una prefiera a uno de nosotros! – Sonrió – No, no pongas esa cara. Llevo pensándolo desde que las conocimos a todas. Fíjate que lo tenía tan claro que por eso dispuse todo así en el avión. Y casi acerté. No puedo estar seguro con Ann y Belén. Cuando estuvimos como al principio, me dio la impresión de que era una combinación explosiva, podía pasar cualquier cosa. Se tranquilizaron un poco cuando me cambiaste de sitio, ¿recuerdas?
-         Mm... Puede ser – acepté. Yo también lo había notado –
-         Pero fíjate en Janine y Gustav. Están hechos el uno para el otro.
-         Estás hecho un liante de primera – apunté – Pero tienes razón.
-         Y Georg y Karina... Bueno, son muy parecidos. Hablan poco, siempre están tranquilos... Algo en ellos es muy parecido, aún no sé qué es.
-         La sonrisa – dije yo – Tienen ambos una sonrisa muy especial.
-         Bueno, si tú lo dices... Pero el caso es que no sé qué hacer con Ann y Belén.
-         Hagas lo que hagas y lo pongas como lo pongas, Belén sólo encaja contigo. Janine con Gustav, Karina con Georg y Ann, conmigo...
-         Ya, tienes razón.
-         Ah, espera, lo olvidaba, tú no quieres una relación larga – me burlé –
-         Ajá – asintió con la cabeza, aunque no sonó muy convencido –
-         No suenas muy convencido... En fin, da igual – me reí –
-         Bah, tonterías – sonrió – Por cierto, ¿de dónde vienes tú tan feliz? – me miró con la cabeza ladeada –
-         Ah, si yo te contara... – me hice el interesante y me metí al baño de Tom para mirarme. Hice como que bebía agua y él dijo, desde donde estaba –
-         ¿Qué has hecho ahora?
-         ¿Yo? Nada... – pero me ruboricé al recordar lo bien que se habían sentido sus labios contra los míos, y Tom, que se había acercado, me pilló –
-         No me escondas nada, Bill, quiero saber todos los detalles ¿Te besó? ¿O la besaste tú? ¿Cómo fue? ¿Qué dijo? ¿Pasó algo? – me escudriñó con la mirada – No, estás muy tranquilo... ¡Venga, cuenta! – me puse aún más colorado – Gustav tenía razón – silbó entre dientes –
-         No seas insistente – murmuré, aunque sabía que no me iba a servir de nada protestar –
-         Bill, suéltalo ya.

Suspiré, y me dediqué a relatar todo lo que había ocurrido. Él me escuchaba y, de vez en cuando, me interrumpía para pedirme más detalles. Cuando terminé, lanzó un largo silbido.

-         Wow.
-         ¿Eso es todo? – alcé una ceja – Pensaba que te esmerarías un poco más.
-         ¿Qué más quieres? – preguntó - ¿Prefieres que me ría y me burle, se lo cuente a todos...?
-         No, tampoco... Sólo dime qué piensas – pedí –
-         No sé, sólo es un beso... – frunció el ceño – Creo que le gustas, Bill, pero no quiero que te desilusiones mucho si no es así.
-         Entiendo.

Nos quedamos callados. Luego, pregunté:

-         ¿Estás listo?
-         Sí, vamos.

Salimos y Georg y Gustav ya estaban esperando

-         ¿Ellas no han salido?
-         Están todas en el cuarto de Belén, dicen que falta Ann
-         ¿Ann? Te ganó – sonrió Tom, empujándome –
-         Ajá – me limité a fruncir el ceño. La última vez que la vi, hubiera jurado que estaba lista –
-         Luego decimos que es peor que una chica... – Georg meneó la cabeza, divertido, y sonrió –
-         Para que veáis – sonreí –
-         ¡Ya estamos! – gritó Janine, desde el umbral de la puerta con una sonrisa –
-         Sí, ya lo vemos – sonrió Gustav. Se sonrieron el uno al otro –
-         Claro, Jan, es obvio – se oyó la voz de Ann, enfadada –
-         ¿Qué te pasa? – preguntó Gustav –
-         Nada

Cuando salió, estaba guapísima. Tenía todo el cabello lleno de preciosos bucles, recogido en un moño informal del que se escapaban algunos mechones. El flequillo le caía a los lados, perfectamente liso, pero el resto del pelo era bucles. Había difuminado parte de las sombras negras que le había puesto y se había puesto gloss. Su camiseta negra ahora era una de tirantes negra entera y sus vaqueros era una falda larga negra. Ya no llevaba botas, sino unas delicadas sandalias de... ¿cristal?

-         Son de plástico – dije de pronto al verme mirarlas –
-         Son... muy bonitas. Te ves hermosa – dije sinceramente. Ella se ruborizó –
-         Yo quería ir normal... Pero no me han dejado
-         Vas normal – dijo su hermana – No te quejes
-         Bueno... No te quejes, has conseguido batir uno de los mejores récords de Bill – la consoló Georg –
-         No, le falta. Una vez estuvo como tres horas para vestirse, peinarse, maquillarse y todo eso – dijo Tom –
-         Dijo, uno de los mejores, genio.
-         ¿Qué hora es? – le preguntó entonces Tom a Gustav –
-         Llevamos como media hora de retraso – sentenció –
-         Ah – Tom hizo una mueca – Menos mal que David ya está acostumbrado
-         Mejor démonos prisa – pedí –
-         Vamos


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Hola, regresé!
Esta vez no a de dos en dos, eh??
Espero comments, al menos tres o cuatro
y no vale de la misma persona
¬¬
ando un poco depre extrañanda de que con 14 que somos, apenas haya comentarios, porfa, porfa, aunque sean dos líneas...
u.u
Bueno, aun asi espero y disfrutaran con el capi que les dejo
^.^
Saludos a todos, espero hayan tenido unas felices fiestas, y un prospero año nuevo que llegara mañana  ^.^

AnnyK.


sábado, 18 de diciembre de 2010

Despistes míos

Queridas seguidoras que me leen pacientes (o no =D)
Un rato de aburrimiento frente a una pantalla me hizo ver que ya somos doce!!!
Estoy muy emocionada, cuando empecé este fic, no tenía ni idea de que llegaría a diez, para no decir doce!!!
Sin embargo, poquita gente me deja sus comments, así que porfaporfaporfa, si de verdad seguís este fic, hacédmelo saber, o bien con un comment, o un mensaje en el cbox aqui a la derecha, okay??
Me darías una gran, gran, gran alegría  =D

Gracias por leerme, de nuevo, y espero poner pronto el siguiente capi
AnnyK


PD: Ilee, no publico hasta que no me dejes un testamento, se compasiva con el resto de lectoras  jijiji  xD

viernes, 19 de noviembre de 2010

Capítulo 15 : Besos gemelos

[...Salió cerrando la puerta tras de sí. Me volví a centrar en mi maleta, aunque la mirada pícara que me había dirigido no se me iba de la cabeza....]




*...Tom...*



Ellas entraron a sus cuartos, y nosotros íbamos a hacer lo mismo, pero Bill dijo:
 - ¿Alguien les avisó de que no íbamos a volver luego?
 - Nop... – contesté –
 - ¿Quién va? – preguntó –
 - Ya voy yo – se ofreció Gustav –
 - Bueno... Yo quiero hablar con Belén – dije – Yo se lo digo a ella, ¿vale?
 - Bien
 - Yo me voy, luego os enfadáis conmigo – dijo Bill –
 - Oye, Bill, a ti te gusta Ann – afirmó Gustav de pronto –
 - ¿Qué? ¿Tú de qué vas? – rió nerviosamente. Nuestra molesta conexión imploraba mi ayuda –
 - Gustav – suspiré – La acaba de conocer
 - Decid lo que queráis – se encogió de hombros – pero yo sé que es cierto.
 - Bueno, y a ti te gusta Janine
 - ¿Sabéis qué? – sonrió – Gustarme, no sé, pero es maravillosa. Me cae genial.
 - Vosotros acabáis juntos sí o sí – afirmó Bill –
 - ¿Y tú, Georg? – me reí - ¿Te pones las pilas ya?
 - Jaja, si yo os contara... Pero mejor dejemos que Bill se arregle
 - Buena idea – asentí –

Ellos entraron a sus cuartos. Gustav iba a llamar a la puerta de Ann, pero yo le interrumpí

 - Déjame entrar a mí primero. No quiero darles qué pensar
 - Mira quién habla – yo sonreí, avergonzado – Oye, ¿qué te pasó ayer con Belén?
 - Hubo un... malentendido
 - Arréglalo – pidió –
 - Descuida, a eso voy – aseguré –
 - Por cierto, Tom – sonrió – Tu hermano está enamorado
 - ¿Tú crees?
 - Sí. Y a ti te pasa algo raro
 - Yo no estoy enamorado – protesté –
 - Sólo he dicho que te pasa algo raro – repitió –
 - Bueno, vale
Llamé a la puerta de Belén
 - Belén, soy Tom – ella me abrió –
 - Dime
 - ¿Puedo pasar?
 - Claro

Entré a la habitación y cerré la puerta tras de mí

 - Bueno, lo principal era decirte que luego no vamos a volver, así que si ibas a llevarte algo o vestirte de otra forma, o algo así, hazlo ahora, ¿vale?
 - Bien – sonrió –
 - Pero quería hablar contigo de lo de ayer – ella se limitó a mirarme – Lo siento – ella alzó una ceja – Me porté como un egocéntrico, estúpido, inmaduro e indecente. No quería molestarte

Se echó a reír con ganas, pero intenté mantener el gesto serio

 - Olvídalo, Kaulitz, lo de ayer ya pasó. Te lo perdono, pero quería que supieras mi posición al respecto. Yo no soy tan fácil
 - Sí, eso me quedó claro – sonreí. Me acerqué a la puerta. –
 - Bueno, si sólo era eso...
 - Ajá – se acercó y se apoyó al lado de la puerta. Yo puse la mano en el pomo, pero con la otra le ladeé el rostro hacia mí – Ya se lo dije a tu hermana, creo, si quieres besarme, dilo y ya está – ella se rió –
 - ¿Por qué debería? Si quiero besarte lo hago y ya está

Parpadeé, sorprendido. No tenía respuesta para eso. Ella me sorprendió de nuevo, acercándose hasta besarme con fuerza. Respondí al beso, naturalmente, pero no comprendí por qué lo hacía. La chica besaba bien, eso había que reconocerlo. Pasó sus brazos por mi cuello, enredando sus dedos en mis trenzas. Dubitativo, dejé que mis manos descendieran por su cintura. Nada más rozar la cinturilla de su pantalón, ella se separó de mí y, en un movimiento rápido, me abofeteó

 - ¡Eh! – me quejé, llevándome una mano a la mejilla. Ella sonrió con autosuficiencia - ¡No es justo! ¿Por qué tú sí y yo no?
 - Porque yo soy una chica y tú no ¿O sí?
 - No, pero, ¿qué tiene que ver eso?
 - Anda, sé un caballero y déjalo estar – rió –

Abrí la boca para responder, pero no llegué a hablar. Abrí la puerta, ya fuera, advertí:

- Esta te la guardo

Ella se limitó a reírse y cerró la puerta. Yo meneé la cabeza y me dirigí a mi cuarto


                                                  ***



*...Ann...*



Me senté en una silla en cuanto acabé de vestirme. No me pasaba nada, en realidad. El problema era que no estaba de humor para maquillarme. Ni de humor para nada. Estaba ligeramente asustada. Aún no sabíamos exactamente dónde íbamos a estar, pero lo que sí estaba claro era que debíamos tener cuidado con “la gran masa”, como la había llamado David. Suspiré y tomé un lápiz de ojos negro, dispuesta a darme prisa, cuando noté que había alguien detrás de mí. Me giré rápidamente, pero me relajé al ver que sólo era Bill.
 - Tranquila. Estás un poco nerviosa hoy, ¿no? ¿No crees que deberías dejar los nervios para nosotros?
Me reí, era inevitable no reírse con Bill haciendo bromas.
 - Me acabas de dar un susto de muerte, genio.
 - Ah, claro. Eso lo explica todo.
 - ¿Cuánto llevas ahí?
 - Acabo de llegar. He llamado, pero no contestabas e intenté entrar. La puerta estaba abierta y quería ver si todo estaba bien.

Le miré a los ojos. Él ya estaba perfectamente peinado, perfectamente vestido, perfectamente maquillado y se veía jodidamente perfecto. Suspiré y volví a girarme, con el lápiz en la mano, cuando se me ocurrió una idea.
 - Bill... – llamé, poniendo voz de niña buena –
 - ¿Qué pasa, Ann? – preguntó, poniendo los ojos en blanco –
 - ¿Me enseñas a maquillarme así? ¿Cómo tú? Por favor...
 - De acuerdo...

Se acercó y me pidió que me girase. Luego me quitó el lápiz y empezó a trabajar. Apenas podía sentir lo que hacía, peor podía notar su mano agarrando mis párpados, rozando mi pómulo, girando mi cara... Era un tacto suave, cálido, y era real. Me sentí la chica más afortunada del mundo. Sonreí sin pensar.
 - ¿Qué es tan gracioso? – preguntó –
 - Nada.
 - No, dime.
 - Sólo... Soy feliz.
 - ¿Por qué?
 - ¿Qué es esto, un interrogatorio?
 - Ann...
 - Es que... – otra sonrisita boba se me escapó - ¡Es que no me lo creo! ¡Bill Kaulitz me está maquillando!  - ¡Estoy hablando con él!
 - ¿Por qué no te lo crees? – dijo entre risas. Sentí que su mano temblaba y la retiraba. Tiró de mi párpado y giró mi rostro para verlo mejor –
 - Parece un sueño – murmuré –
 - Si me das dos minutos más, te dejo abrir los ojos para que veas lo despierta que estás – bromeó mientras empezaba a maquillarme el otro ojo –
 - Tú sigue. No pasa nada.
 - ¿No quieres abrir los ojos?
 - No... no me quiero despertar... – susurré con una sonrisa. Sentí sus manos paralizarse un segundo y luego retomar su tarea –

No seguimos hablando. Dos minutos más tarde, como había dicho, me soltó y empezó a hablar, pero unos fuertes y rápidos golpes en la puerta me hicieron saltar, asustada. Sin querer, choqué mis labios con los de Bill. El tiempo y el espacio desaparecieron. Oí a lo lejos que mi hermana me decía algo pero no la entendí ¡Estaba besando a Bill! No me moví, no quería dar un paso en falso. Él se apartó lentamente, ruborizado. Supe que yo también debía estar como un tomate cuando se echó a reí. Compuse una mueca.
 - No tiene tanta gracia. Nos hemos chocado. Lo siento.
 - No pasa nada – rió - ¿Qué fue eso? Sí que estás nerviosa hoy, ¿eh?
 - No te rías – dije, empezaba a tener ganas de llorar y él pareció darse cuenta por mi tono –
 - Vale, Ann, tranquila, ¿sí? No va a pasar nada ¿Es por lo que dijo David? ¡Si es un exagerado! Mira que, si lloras, se te correrá el maquillaje.

Con eso consiguió que me echara a reír en lugar de llorar.

 - Vaya cambios de humor... – comentó –
 - Eres lo peor – dije, abrazándole en un impulso – Gracias.
 - De nada – me abrazó en silencio, no hizo ademán de soltarme – Ann, ¿te preocupa algo?
 - ¿Eh? No... No, nada.
 - Okay. No te preocupes por lo que dijo David, ¿vale?
 - Es que no quiero causar problemas.
 - Shh... Calla.

Se acercó a mi oído y empezó a cantar. Era una melodía suave que reconocí al instante: “Zoom into me”

 - I know you’re scared... When you can’t breathe... I will be there, zoom into me...

No sabía si llorar o reír. Bill era tan... Bill. Dejó de cantar y me miró.

 - No quiero que estés asustada por tonterías. Disfrútalo todo. Piensa en otra cosa.
 - Gracias, Bill.
Sonreí con más ganas. Me sentía mucho mejor ahora. Le volví a abrazar. Por un segundo, cruzó por mi mente el recuerdo reciente del “casi beso” que acabábamos de compartir y me ruboricé.
 - Bill... Por lo de antes... Lo siento, en serio. No era mi intención.
 - No, claro que no... – ironizó – Vamos – me interrumpió antes de que protestara - , o empezarán a preocuparse. Tu hermana dijo que te quería decir algo importante, ¿recuerdas?
 - Sí, claro – mentí. Él puso los ojos en blanco -
 - No, ya veo que no ¡Venga ya! ¡Sólo somos personas! ¿Por qué le dais todas tanta importancia?
 - No lo entenderías – solté secamente. Odiaba que me recordaran mis debilidades –
 - Ah, pues inténtalo. Puedo ser un chico rico y mimado rodeado de comodidades, pero no soy nada tonto, ¿sabes? – me guiñó un ojo – Dime.
 - Es sólo que... Cuando eres fan de un grupo y eso... Es imposible no... ¡Vamos, es obvio! – me desesperaba que pusiera cara de no estar entendiendo nada – cuando te gusta mucho algo... Te obsesiona, capta todos tus sentidos, ¿sabes lo que te digo?
 - Creo que sí – dije lentamente –
 - De acuerdo.

Iba a girarme para verme en el espejo, pero él tomó mi cara entre sus manos y me preguntó, con voz suave, ruborizado:
 - Ann, ¿puedo hacer una cosa?
 - Por supuesto – contesté automáticamente. Sonrió –

Gracias.Y entonces me besó. Se inclinó hasta tocar sus labios con los míos dulcemente, sin prisas. Mis ojos se cerraron automáticamente, pero no me lo podía creer. Alcé ambas manos para rozar su cabello, para cerciorarme de que estaba allí de verdad, y noté que él deslizaba una mano por mi mejilla hasta dejarla en mi nuca. A alguna minúscula parte de mi mente se le ocurrió preguntar “¿Y por qué te está besando ahora?”, pero me limité a devolverle el beso, intentando no demostrar mi impaciencia. La primera cosa estúpida que se me ocurrió fue que le faltaba práctica. La segundo, que yo podía arreglarlo. No me permití seguir pensando en eso ¡Ahora sí que estaba besando a Bill Kaulitz! Sentía su sabor en los labios, un sabor dulce, íntimo, que me recordaba... Me recordaba... No lo sabía, me recordaba a algo, pero no sabía a qué. Me volvió a besar, un poco más fuerte, y dejé escapar un corto suspiro. Sus brazos rodearon mi cintura. Entreabrí los labios un poco, buscando aspirar su aliento, inspirar su olor, cualquier cosa que me permitiera saber que era él, sentirle más cerca. Gimió suavemente. Entonces, perdió el equilibrio. Él estaba inclinado hacia mí, ya que yo estaba sentada y él me había estado maquillando. Rápidamente, me agarró más fuerte de la cintura y se separó de mí. Su rodilla izquierda estaba al lado de mi pierna, se había apoyado en la silla para no caerse literalmente sobre mí. Parecía que iba a sentarse en mi regazo. Si estaba ruborizado, ahora tenía los siete litros de sangre de cualquier persona en el rostro. Se levantó rápidamente. Yo también estaba completamente colorada.


 - Eh... ¿Lo siento? – intentó –
 - ¿P-por qué? – tartamudeé. Mi voz sonaba asustada. Me sentía vulnerable –
 - N-no sé... Yo... Yo sólo quería... L-lo siento, me he dejado llevar... – no hilaba bien las frases. Tenía cara de pánico – Lo siento.
 - No te preocupes... – murmuré –
 - Yo sólo iba a darte un beso rápidamente y punto. Para no dejar las cosas sin terminar – sonrió tímidamente – no pensaba eh... bueno, quiero decir, yo no iba a...
 - Olvídalo – comenté, un poco más tranquila – Le puede pasar a cualquiera. Aunque – intenté sonar tranquila – no me lo esperaba de ti.

El poco rubor que había desaparecido, volvió a encender sus mejillas.

 - Lo siento – repitió. Parecía nervioso – Oye, ya sé que la culpa es mía, pero... no se lo digas a los chicos, por favor.
 - No iba a hacerlo – fingí ofenderme y él sonrió – Eso es algo que harás tú si te apetece.
 - Yo no pienso decir nada.
 - Entonces, queda entre nosotros.
 - Ajá.
 - Okay.
Le tendí una mano y él la estrechó con cierto alivio. Se llevó una mano a la cabeza y se tocó el pelo con nerviosismo. Seguía completamente ruborizado. Me giré para mirarme al espejo. Yo ya no estaba colorada, más bien volvía a mi tono natural de piel. Mis ojos se veían irreconocibles, perfectos, como nunca los había visto. Me llevé las manos a los labios, sorprendida y abrí mucho los ojos. Ahora, así maquillada, me daba cuenta de que me parecía mucho a Bill. Excepto el tono de piel, nuestros rasgos eran muy similares, ya que ahora mis ojos eran del mismo color que los suyos. Cuando me puse de pie, incluso nuestras ropas se parecían. Yo llevaba vaqueros ajustados y él unos vaqueros caídos y algo deshilachados. Yo llevaba botas de tacón negras y él también llevaba botas negras, aunque con menos taco. Los dos llevábamos una camiseta negra con distintos dibujos, pero ambos en tonos blancos y rojos. Me miré y luego le miré a él.
 - ¿Qué? – preguntó –
 - Vamos a juego – dije –
 - Ah, es cierto – sonrió – Y ahora encima me copias el maquillaje...
 - ¿Yo? Oye, yo no soy la única que te copia, ¿eh?
 - Tienes razón, sois todas un poco copionas.
 - Vaya, hombre, qué cariño nos tienes a las fans.

Se echó a reír y me dirigió una mirada de reproche divertida. Yo sonreí inocentemente

 - Tu hermana te está esperando.
 - Ya voy, ya voy... ¡Wow, Bill! Me tienes que enseñar a maquillarme así.
 - Claro, pero no ahora.
 - No, claro.

Sonreí y me giré de nuevo para coger un peine y desenredarme el pelo. Menos mal que me lo había alisado antes. Mientras lo hacía, noté un cosquilleo en los labios e hice un esfuerzo por no sonreír. Quería ver la cara de mis amigas cuando se lo contara. En cuanto acabé, me levanté y guardé mis cosas. Bill abrió la puerta con una sonrisa maliciosa. Me despedí con la mano y entré al cuarto de mi hermana. Estaba con las chicas, y empezaron a contarme algo. Me limité a asentir con la cabeza todo el rato.

 - ¿Me has oído? – gritó entonces mi hermana. Salté en mi sitio y me ruboricé. Negué con la cabeza –
 - Lo siento, os tengo que contar algo im-por-tan-tí-si-mo – dije, emocionadísima –
 - ¡Yo primero! – chilló - ¡He besado a Tom!
 - Me llevé las manos a la cabeza y sonreí, abriendo mucho los ojos. Me eché a reír.
 - ¡Y yo a Bill! – imité su tono. Ellas abrieron mucho los ojos y yo empecé a contarles todo –

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Hola!
Aquí me tienen de nuevo
Espero que les gustara el capi, la verdad, aquí hago de nuevo una pequeña referencia en cuanto a las barreras de tiempo, recuerdan que les comenté que iba a haber cosas que se sadrían de lo lógico??
Bien, pues me refería, mas que a otra cosa, a la relación entre los personajes, porque aparte que nunca se me dio bien alargar las cosas entre personajes que tienen que acabar juntos sí o sí, pues me pareció que tampoco tenía caso alargarse más cuando lo interesante llega cuando ya estan todas las parejas establecidas
=D
Bueno, pues espero que entendieran, un saludo
AnnyK


PD: definitivamente, te vuelve a tocar publicar, querida ;P