**... hazme volar con una mirada... **

martes, 27 de julio de 2010

Capítulo 9: Gustos, amistades, rarezas y sentido del humor

*...Bill...*
- Ann, cuéntame de tu hermana, ¿cómo es?

- Bueno... – hizo un mohín, pero habló – Es muy... espontánea, supongo – y se rió – Le gusta que las cosas le salgan bien a la primera, pero no es de desanimarse, sino que lo sigue haciendo. No suele ruborizarse tanto como yo. Es de risa fácil y tiene miedos tontos, como a volar, a los bichos, o a cosas que no conoce. Le gustan las relaciones cortas, pero sólo porque vive enamorada, y hay que reconocer que le llueven los chicos – continuó – Es guapa – se encogió de hombros – Eso hay que reconocerlo. Y tiene carácter. A veces da risa cómo la tratan los chicos. Parece que hacen todo lo que diga siempre. Como si les llevara atados con una correa como perritos – se rió – Pero por suerte, aún quedan tíos con cerebro que se rebelan un poco. Eso le saca de quicio, claro, pero le encanta. No es que le guste – dice, sin embargo, negando - , pero a largo plazo le engancha – duda un poco, como si pensara que me está contando de más –

- ¿Qué le gusta?

- Le gusta mucho la música, toca la guitarra y lo hace muy bien. No recuerdo que nunca haya dejado de tocarla. Le ayuda a superar sus problemas y a expresarse.

- ¿Qué música escucha?

- Tokio Hotel, pero puede que su música no sea una determinada. La única banda que le entusiasma tanto es Tokio Hotel. El resto, ni le va ni le viene. La oye, y le gusta, peor no le toma especial interés al grupo, tan sólo a una canción.

- ¿Y tú?

- Me gusta más o menos la misma música que a ti y algún que otro grupo español. Quizá deberías quitar a Nena de la lista – sonríe – Porque aún no he escuchado nada suyo.

Me río. Está claro que debe saberse al dedillo qué música me gusta. Todavía me estoy riendo cuando dice:

- Bueno, en realidad me gusta de todo, pero es una especie de preferencia. Por supuesto, Tokio Hotel es el primero de la lista – asegura, haciéndome sonreír –

- Ya veo – comenté - ¿Y Janine y Karina?

- Janine es una chica muy alegre, amigable, que piensa más en los demás que en sí misma, y no le gusta hablar de ella

- ¿Por qué?

- Eso te lo tiene que decir ella, no yo. Es muy personal. Lo sé, lo sé – sonrió – Muchos secretos.



Me eché a reír. Era, sin duda, la chica más extraña que conocía. En un momento se ruborizaba y balbuceaba como una colegiala y luego se burlaba de mis propias frases. Ella simplemente siguió hablando.



- Pero ella es una chica muy abierta, no es que sea una tumba. Ya te lo dije antes, me parece, persona que conoce, persona que se hace amiga suya. Es muy popular, muy guapa, muy lista, muy buena deportista – enumeró con los dedos – muy todo – concluyó – Y muy buena música. Toca la batería increíblemente bien.

- ¿Estudia música?

- Salvo Karina, que toca porque quiere, todas vamos a clases en un conservatorio.

- ¿Qué tocáis?

- Janine, batería; Belén, guitarra; Karina, el bajo; y yo, guitarra y piano. Y canto porque quiero.

- Ah… Te lo tomas en serio, ¿Eh?

- ¡No, qué va! – se rió – Para mí no es ninguna obligación, de hecho mis padres no querían que fuera al conservatorio porque decían que me desconcentraría de los estudios, pero yo insistí tanto que al final me dejaron, a mí y a mí sí, claro.

- Ya veo, o sea, que te gusta mucho.

- Uy, yo no vivo sin música. Mis padres siempre me están tomando el pelo.

- Ajá – asentí, y por un momento me quedé sin nada que decir. Pero ella siguió hablando de sus amigas –

- Janine es una chica estupenda, ya la irás conociendo. Karina es la mayor y la más cerrada. No suele decir lo que piensa y, cuando dice algo sin pensar, suelen ser bobadas. Con todo, es una chica muy tranquila con la que se puede hablar de todo. Toca el bajo porque a Janine se le ocurrió la idea de formar un grupo y nos faltaba ese instrumento. Nos convenció a Belén y a mí y entre todas la obligamos a aprender a tocar el bajo. No le quedó otra que aceptar – se rió –

- Al final, ¿Conseguisteis formar el grupo? – pregunté –

- Ah, sí – se ruborizó, pero decidí obviarlo –

- ¿Y qué tal? ¿Bien?

- Sí, más o menos.

- ¿Habéis hecho alguna canción?

- Bueno, sí – aceptó a regañadientes – Tenemos unas cuantas, pero no son muy buenas. No me gusta la letra.

- ¿Quién la hizo?

- Yo – dijo con una mueca – Por eso no es buena. No se me da muy bien. Me dicen constantemente que se me da muy bien, que queda muy bien con mi voz, que son muy profundas, que a todas les encantan, pero…

- Entonces no son tan malas – apunté – Tal vez no las consideras tanto porque crees que lo puedes hacer mejor.

- No – negó – No puedo. Ya lo he intentado de millones de veces.

- En ese caso, están bien para ti – me encogí de hombros –

- Las hay mejores – volvió a negar con la cabeza –

- Pero no las has hecho tú.

- No, pero…

- Te tienes poca autoestima, ¿no? – interrumpí –

- ¿Yo? – levantó la vista y trabó su mirada en mis ojos. Yo alcé una ceja ante su mirada sorprendida – Bueno, en realidad tienes razón.

- Eh, yo… No me refería a que… - me trabé, intentando reparar mi falta. Era un poco… descortés, pensé, decir eso a alguien que acabas de conocer – Quiero decir que…

- Olvídalo – sonrió – Me gusta la gente sincera. Y, de todas formas, llevas mucha razón. Me gusto a mí misma, pero cuando hago cosas, siempre pienso que debería hacerlas mejor. Soy demasiado perfeccionista.

- Lo cual no siempre es bueno – añadí –

- No, lo sé, pero… - se encogió de hombros – Soy así.

- Claro – acepté –

- Bueno, yo estaba hablando de Karina – recapituló – Ella es, en cierto modo, una chica muy pasota. Pero también es muy responsable, cuando tiene que hacer algo, lo hace enseguida y bien.

- Ah… - no sabía muy bien qué decir ahora –

Ella me miró a los ojos un momento y luego sonrió, bajando la vista, pero yo me quedé observándola un poco más. Luego pregunté lo primero que pensé, que tampoco era ninguna tontería.

- ¿Tus ojos no eran más claros hace un minuto?

- Puede ser – se encogió de hombros – Cambian con la temperatura y con el agua. Si lloro, se hacen más claros. Si hace frío también se aclaran y si hace calor se oscurecen. Me parece que el verde es el color intermedio, un verde tirando a marrón.

- Ah, sí

- Debe ser porque he quitado el aire acondicionado.

Asentí con la cabeza y devolví la mirada a sus ojos, ahora verdes oscuros, amarronados, que me miraban fijamente. Cuando noté que iba a apartar la vista, le sujeté la barbilla con dos dedos.

- No, espera – pedí. Quería ver sus ojos un poco más –

- Bill… - hizo un puchero, pero no desvió la vista –

Se empezó a poner roja como un tomate, podía sentir cómo se calentaba su piel bajo mis dedos, pero no apartó la vista. Sus ojos se cerraron en un parpadeo y, al volverlos a abrir, descubrí que ahora eran aún más oscuros, de hecho, negros.

- Bill – me volvió a decir en un susurro ronco - ¿Me sueltas ya?

- ¡Ah! – se me escapó, y retiré mi mano de su barbilla, sintiendo que me ruborizaba yo también –

Hice una mueca cuando empezó a reírse, pero no dije nada, ya que me lo merecía. Cuando paró, dije:

- Tienes los ojos negros.

- Ya te he dicho que cambian con la temperatura.

- Ya, ya lo sé,

- ¿Nunca habías visto unos ojos que cambien de color?

- No, nunca – confesé. Ella sonrió – Soy bastante curioso

- No, si ya me doy cuenta – murmuró –

Me eché a reír y ella sonrió otra vez. Luego se miró las manos y se quedó callada.

- ¿En qué piensas?

- En... – aún tardó un poco en responder, pero lo hizo – No sé, en lo rápido que ha sido todo ¡Yo simplemente iba a un concierto! ¡Y ahora estoy hablando con Bill Kaulitz, como si nada!

- Oye, que sólo soy una persona más – sonreí. De inmediato me arrepentí, ya que el rubor que enseguida adornó sus mejillas la delataba –

- No, ya lo sé – susurró – Pero, es que... A ver, es que yo soy una fan entre muchas y podría seguir siéndolo, para ti podría ser “Ann” o podría ser “una fan” Pero para mí tú no podrías ser “un cantante más” Tengo fotos tuyas por toda la habitación. Si Tokio Hotel está ahí, yo estoy ahí, pero si yo estoy allá, Tokio Hotel no está allá, ¿entiendes? No es lo mismo.

- Ah – me quedé un poco cortado ante tal facilidad de expresión – Vale, rebobinemos, olvida lo que he dicho...

- Más te vale a ti no olvidar lo que te he dicho yo – me interrumpió, sonriendo con guasa –

- Hecho – tras un segundo, dije - ¿En qué piensas?

- Pienso en lo increíble que es todo esto – sonrió – Ha sido tan repentino que me cuesta asimilarlo.

- ¿Sí?

- Sí. Estoy muy emocionada.

- ¿Qué harías si alguien te dijera que es una mentira? No es que lo sea – me apresuré a añadir – Sólo es una curiosidad

- Me suicidaría – dijo muy seria. Compuse una mueca entre estupor y horror y se echó a reír - ¡Era broma! Bueno, me dicen todos que soy muy tranquila, pero no sé si mi paciencia y buen humor llegarían a tanto. Primero me desquitaría con esa persona y luego me deprimiría, y creo que muy seriamente.

- ¿Ah, sí?

- Ajá – y esta vez iba en serio. Temblé en silencio cuando un escalofrío me recorrió la espalda al ver la seriedad en sus ojos –

- Vaya... – murmuré –

- No te sientas mal. Es por mí, soy una persona que no lleva muy bien las decepciones. No sería la primera vez que me deprimo por cualquier cosa.

Alcé la mirada y enarqué una ceja. Ella se encogió de hombros.

- Cuando yo era chiquita, mis papás compraron un perrito muy chiquitín, monísimo, y mi hermana y yo estábamos encantadas ¿Sabes cuánto duró en casa? – Negué con la cabeza – Tres días. Lo que tardó mi madre en llenarse de granos y darse cuenta de que tenía alergia grave a los perros. No he vuelto a tener uno – hizo un gesto apenado – Y, en serio, me encantan.

- Oh, vaya, lo siento. Pero no veo la relación con...

- Ah, sí, ¿sabes qué me pasó a mí cuando devolvieron el perro? Me deprimí y me pasé una semana llorando, casi no comía ni bebía, me despertaba llorando de pesadillas horribles, adelgacé seis kilos y me dio fiebre alta durante cuatro días.

Me llevé ambas manos a la boca y abrí mucho los ojos.

- Otra broma, ¿no? – articulé –

- No, qué va – sonrió – Ya me gustaría. Pero no te preocupes, ya casi no me pasa, sé controlarme mejor. Esto fue cuando yo era pequeña, me encariñaba demasiado con las cosas.

- Ah...

- No importa, déjalo.

- ¿No te ha vuelto a pasar?

- Bueno, en alguna ocasión, pero...

- Cuéntame alguna – pedí. La chica era extraña, no parecía querer decir nada, pero quería saber más acerca de ella –

- Bueno, hace tres o cuatro años me robaron un MP3 y lo pasé bastante mal. Estuve sin comer apenas y beber lo justo, durmiendo mal, durante una semana. Lloré dos días. No enfermé ni adelgacé tanto, uno o dos kilos, creo, pero no dormía bien porque tenía pesadillas...

- ¿Cómo cuáles?

- En algunas me quedaba sorda y no oía nada, o desaparecía toda mi música, o me quedaba muda... En algunas otras aparecías tú, creo – se ruborizó intensamente, pero no dije nada – Y te quedabas mudo y no podías cantar, o estabas cantando pero yo no podía oírte. Todas eran muy vívidas. Así durante un mes. Comía, bebía y todo eso, pero dormía fatal. No recuerdo otra ocasión, ahora sólo hay... – dudó – Tres cosas, no, cuatro, que me harían deprimirme.

- ¿Cuáles? – pregunté –

- Bueno, mi hermana, mi familia en general – empezó – Mis amigas, la música... Bueno, Tokio Hotel, si lo prefieres, porque la demás música puedo pasar sin ella, creo... Y la cuarta... – bajó mucho la voz – Es secreta.

- Qué raro – murmuré. Ella sonrió – Chica, menuda sensibilidad –

- Bah, no te preocupes – insistió – Ahora sé controlarme mejor. No daré problemas – prometió, guiñándome un ojo –

No me quedó otra que echarme a reír de nuevo –

- No te preocupes – dijo – Como salió el tema te lo conté, pero hace mucho que no me pasa y, de todas formas, soy muy consciente de que estoy despierta. Y con todas las veces que me has dicho que no es broma...

- No, en serio, no es broma – repetí –

- Ya lo sé... – repitió – Vuelve a decirlo y dejaré de creérmelo.

- Entonces mejor me callo, ¿no?

- No es mala idea – sonrió, pícara y yo entrecerré los ojos e hice una mueca – Dah, era broma. No tienes sentido del humor.

- No es cierto – protesté –

- Bueno, entonces, ilumíname – sonrió –

- ¿Qué?

- A ver, cuéntame un chiste – me retó. Entrecerré los ojos –

- No – negué rotundamente – No me sé ninguno. No se me da bien contar chistes.

- ¿Ves cómo no tienes sentido del humor?

- No es cierto. Tan sólo tengo un sentido del humor un poco diferente del tuyo – Volví a protestar. Era divertido llevarle la contraria - ¿Por qué no me cuentas tú un chiste?

- Pues... Déjame que piense uno – se reclinó hacia atrás en el asiento y se llevó una mano a la barbilla –

Mientras ella pensaba, yo me eché también hacia atrás y me dediqué a observarla. Su cabello estaba recogido en una trenza pegada a la cabeza y la trenza le caía sobre un hombro. Quise tocarla y averiguar si su cabello era tan suave y sedoso como parecía y no pude controlarme a tiempo. Rocé su cabello con la yema de los dedos y ella me miró, sorprendida.

- Suéltate el pelo – pedí – Es muy bonito.

- Ah, gracias – se ruborizó intensamente pero ya no le di importancia, le ocurría a menudo – pero creo que prefiero tenerlo sujeto, sino se rizará entero y no habrá quien lo controle. Es un poco rebelde.

- Por favor – pedí de nuevo –

- No, Bill, en otro momento – dijo, aún más roja –

- No se me va a olvidar – prometí –

- No lo dudo.

Rozó mi mano para apartarla de su cabello y me sobresalté. Aparté la mano con demasiada rapidez.

- l-lo siento – dije enseguida, sin comprender para nada lo que me ocurría – Me has sorprendido. Perdona.

Volví a dejar mi mano bajo la suya. Ella me miró boquiabierta durante un segundo y luego bajó la mirada a nuestras manos, pero no la apartó y movió los dedos para entrelazarlos con las míos. Cuando volvió a mirarme, se rió levemente y supe que debía estar rojo. No me importó, pero volví a desviar la mirada a nuestras manos. Sentía su piel, suave, tersa, fresca, entre mis dedos, que de pronto parecían quemar.

- Vale – susurró – Yo te iba a contar un chiste. Perdona, igual me trabo. Es que tengo que traducirlos, sólo sé chistes en español y...

- Olvídalo, estará bien ¿Te sería más fácil en inglés? – dije, intentado distraerme. Ella aún no me soltaba –

- No, mejor en alemán. Me es más fácil. Mi padres me empezaron a mandar a clases cuando yo tenía cinco años, y cuando conocí a Tokio Hotel se lo agradecí mucho, la verdad – sonrió –

- Tus padres te mandaron a muchas clases, ¿no?

- Ajá. Pero muchas cosas las pedía como caprichos y luego me enganchaba.

- ¿Sabes que eres un poco extraña? Haces de todo, te pasa de todo...

- Oye, mira quién habla. Además, tú me has preguntado, tal vez podrías contarme tú tu vida – se picó –

- Bueno, vale, tranquila, ¿sí? Lo siento – sonreí –

- Mpf... ¿Quieres oír el chiste o no? – bufó, pero sonrió levemente –

- Sí, de acuerdo.

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Hola!
Lo prometido es deuda, aquí está otro capi fresco, recién sacado de la nevera  xD
Espero que lo hayan disfrutado, dejen un comentario plizz, que no les cuesta nada, que ya, si quieren me pongo de rodillas, aunque no me vean, les prometo que estoy de rodillas... Aunque sea un "Está bonito/feo" o algo así, ¿ok? =D
De todas formas, no hablo por iLee, que siempre que se pasa me cuenta su opinión  ;D
Beziitos Humanoidez
aNneLysSe

lunes, 26 de julio de 2010

Capítulo 8: ¿Beso?

*...Belén...*
Me sonrió, pícaro, pero me di cuenta de que no quería más que un beso fácil. Me golpeé mentalmente por pretender lo imposible. Me acababa de conocer, apenas hacía unas horas, no podía ser de otra manera. Su frente se apoyó en la mía y su nariz rozaba con la mía. Estaba a pocos centímetros de distancia. Me tensé. El jadeo ahogado de mi hermana me hizo reaccionar ¿Qué estaba haciendo? Yo no era ninguna tonta como para dejarme tan fácilmente. Con cierto esfuerzo, desvié la mirada y me aparté, poniéndome de pie.

- Yo no soy tan fácil, Tom – le dije, respondiendo a la pregunta en su mirada –

Noté que mi subconsciente me reprochaba todo lo que hacía ¡Pues claro que quería besarle! Y al mismo tiempo no quería que fuera sólo un beso. Miré el pasillo y localicé el baño. Tomé mi bolso y me dirigí hacia allí. Una mano atrapó mi muñeca y, al girarme, ví a mi hermana mirándome con cara de circunstancias. Suspiré y le hice una seña para que viniera. Se giró para decirle algo a Bill y me siguió por le pasillo. Karina se giró a mirarnos y luego su mirada se cruzó con la de Georg y empezaron a conversar. Gustav y Jan ni siquiera se fijaron. Mi hermana entró en la cabina detrás de mí. Se pegó a la puerta para dejarme espacio. Yo suspiré.

- ¿Qué pasó? – me preguntó –

- Diría que ya lo has visto

- No me refiero a eso ¿Por qué te apartaste?

Desvié la mirada y empecé a explicárselo. Un par de frases después, me cortó. Sonrió dulcemente. A veces me molesta que mi hermana pequeña me de lecciones o me consuele, pero otras veces es reconfortante. Me abrazó suavemente y me dijo:

- Y luego la romántica soy yo.

No me quedó más remedio que reírme. Es cierto que siempre la estamos fastidiando con eso.

- No es sólo eso – dije, sin embargo –

- ¿Ah, no? Continúa entonces.

- Es que... ¡Joder, seguro que a ti también te pasa!

- ¿El qué? – dijo. Sonaba confundida –

- ¿No te pasa que les miras y dices, quiero besarle, quiero tacarle, quiero... etc.?

- Dios, sí – sonrió - ¿Te acuerdas de que siempre decía que un día cogería y les daría un abrazo y les daría las gracias al oído?

- No jodas que...

- ¡Sí! Voy y le digo: “Bill, ¿puedo hacer una cosa que siempre quise hacer?” Y me dice que sí, y yo voy y le abrazo... Dios, nena, y huele de miedo. Casi me da algo.

- Calla, que me estresas ¡Hay que decírselo a las chicas!

- Hum, sí, pero en otro momento.

- Claro.

- Eh... ¿Te acuerdas de mi vídeo? Pues también se lo enseñé. Pero no le dije que era mío.

- Dios, estás hecha una... lianta.

- Lo sé. Bueno, ¿y tú? ¿Qué has estaba haciendo?

- Hemos hablado poco de nosotros – dije – Más bien hemos estado hablando de todos vosotros. Tom quería saber cómo erais... Tranqui, no he dicho nada de que os gusten ellos. Pero un poco de vuestro carácter, gustos...

- Ah, bien ¿Y qué tal?

- Bien. Su voz tiene un tono pícaro constante, pero me encanta.

- Se parece a ti.

- ¿Tú crees?

- Ajá. Pero no me haría ilusiones aún. Es muy cambiante.

- Ya.

- A propósito, deberíamos volver ¿Quieres que te cambie el sitio? No me importa.

- No, no te voy a fastidiar el vuelo.

- ¡No seas exagerada!

- No, en serio, da lo mismo. Creo que descansaré algo.

- De acuerdo

- Otra cosa – ella me miró, expectante – Ni una palabra a nadie.

- ¿Ni siquiera a las chicas?

- A ellas, quizá, pero en otro momento

- Vale

Ella abrió la puerta en uno de sus movimientos rápidos y salió. Me mordí el labio inferior, pero ella me dijo que tenía que ser fuerte con la mirada y me relajé un poco. Me senté al lado de Tom de nuevo sin mediar palabra. Noté que él se giraba para mirar por la ventana y me giré en dirección contraria, mirando por la ventanilla de enfrente. Había un asiento de distancia entre el mío y el de Janine, ella estaba delante de mí, y, en la fila de enfrente, Karina y mi hermana también estaban separadas por un asiento. Mi hermana estaba un asiento atrás mío y Karina, uno delante. No coincidíamos ninguna. Saqué el Ipod y me puse los auriculares. Subí el volumen hasta que la melodía suave de “An deiner seite” me envolvió por completo. Me quedé dormida rápidamente.





*...Bill...*

Veo que le sujeta la muñeca y se miran a los ojos. Su hermana asiente y ella deja su bolso en el asiento y me dice:

- No tardo.

Asiento en silencio, intentando comprender qué es lo que ha pasado. Se van y se encierran en el baño, cosa que me hace sonreír. Luego me levanto y me siento en el lugar de Belén.

- ¿Qué ha pasado?

- No lo sé.

- Empieza por el principio.

- Dios, Bill, no sé, dijo esto, dije lo otro, no sé por qué, y nos íbamos a besar, que es la cuestión – se exasperó –

- No te estoy preguntando eso – le dije, intentando contener la curiosidad – Me refiero, ¿por qué te dijo eso? ¿Le dijiste algo? ¿O se enfadó por otra cosa?

- ¿Cómo quieres que lo sepa? Las chicas son muy raras.

- Ya – me encogí de hombros – Si tú lo dices.

- Ajá.

Dio por zanjada la conversación, pero yo aún le estaba dando vueltas.

- Tom – llamé –

- ¿Qué?

- No parecía enfadada – le dije –

- Pues a mí me dio la impresión de que sí.

- No, sólo aparentaba, estoy seguro. Se veía muy triste

- ¿Tú crees? – y ahí dudó un poco –

- Sí, eso me pareció – me encogí de hombros –

Mordió su labio inferior, dudoso, pero optó por encogerse de hombros y decir:

- No creo que le pase nada, tal vez es otra cosa ¿Recuerdas lo que me dijo? Quizás sólo quería ponerme en mi sitio.

- Sí, quizás – admití –

Se oyó el cerrojo de la puerta del baño y me apresuré a volver a mi asiento, mirando a Tom de reojo. Ann y Belén se dirigieron cada una a su asiento. Belén se puso las auriculares de su Ipod y cerró los ojos, girándose de espaldas a Tom, que se dedicó a mirar por la ventana hacia la negrura, y Ann se sentó a mi lado con una sonrisa. Alcé una ceja y dijo:

- Mis labios están sellados. No puedo decir nada.

- Pero, ¿qué ocurrió?

- Ah... ¡Top secret! – se rió – He prometido no decir nada a nadie sin su consentimiento – añadió –

- Duh... – hice una mueca – Estás llena de secretos

Se ruborizó ¡De nuevo! Suspiré y esbocé una sonrisa, con lo que ella se sonrojó aún más. Le puse la palma de las manos en las mejillas y pregunté:

- ¿Realmente te da vergüenza?

- Ah... ¿Qué? No, no es eso... – balbuceó, sorprendida – Yo me sonrojo por todo y muy a menudo.

- Hum... – retiré un poco mis manos y ella ahogó un jadeo –

- ¡Qué frío estás!

- Ah, sí – reconocí – Hace frío.

Miró hacia arriba y se incorporó hasta rozar el control del aire acondicionado. Lo apagó y se volvió a sentar con una sonrisa.

- Ya está.

Agachó la vista y tomó una de mis manos. Rozó con la yema de los dedos mis uñas y dejó su mano al lado de la mía, permitiendo que viera las suyas, pintadas de idéntico color gris. Sonreí. Envolvió mis dedos con las dos manos, intentando calentarlos, pero yo sacudí la cabeza.

- Aunque lo intentes, no vas a conseguir que se queden calientes. Si tengo frío, mis manos siempre están frías.

- Ah. Como yo.

Sonrió un poco pero no me miró. Ann era tímida, eso era obvio. Pensé que me gustaría saber más de ella, su personalidad, sus gustos, su familia, sus amistades, ¿tendría novio? Era guapa, me dije, era difícil que no lo tuviera, aunque tímida ¿Sería cierto que siempre se sonrojaba por todo? El tiempo lo diría. El caso es que era una chica interesante. En lugar de preguntarle por ella, decidí preguntarle por su hermana y sus amigas, esperando que me contara algo más de lo que me había contado de sí misma.


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Bueno...
Vale, me tardé un poco más, pero aquí está, y voy a intentar subir otra vez mañana, no se si podre, pero al menos muy pronto.
Espero que os haya gustado, nos vemos en el siguiente cap
Besos
By: Annelysse

jueves, 15 de julio de 2010

AYUDAD A TOKIO HOTEL

Cierro mi bandeja de correo electrónico y, mientras espero a que cargue otra página, veo de reojo una imagen familiar. Me fijo y... ¡Sí, es Bill Kaulitz! Entonces me pregunto, ¿Qué hace en la página principal de Hotmail? Doy clic al enlace y me lleva a una página en la que se puede votar por tu ídolo, así que me decido a votar a Bill y a Tokio Hotel y, ¿qué me encuentro? ¡¡Llevan votos bajo cero, la mayoría son negativos y sólo el 23% es positivo!! Decidí hacer una cosa que me proponía la página, pegar el enlace en mi blog para que más tokitas lo votaran. Ayudad a Tokio Hotel...

Sólo hace falta un clic sobre la imagen de Bill a la derecha, donde pone Un voto, por favor  y os llevará a la página de hotmail donde os pedirá un voto poristivo o negativo. Está en vuestras manos si Tokio Hotel es o no el mejor grupo de todos.


By: Annelysse

miércoles, 7 de julio de 2010

Capítulo 7: ¿Alguna vez has estado enamorada... y no sabías de quién?

*…Annelysse…*

Se me paró el corazón cuando dijo eso, pero suspiré de alivio cuando acabó la frase


- ¿… y no sabías de quién?

- No, creo.

- Yo sí. Hay alguien... Sólo que aún no la conozco – se sonrió un poco y se encogió de hombros –

- Ah, ya.

- Seguramente estarás pensando que debo estar muy loco.

- No. Suena razonable.


Me miró, incrédulo y sonriente.


- ¿Eso crees?

- ¿Sinceramente? – alzo una ceja –

- Si, por favor.

- Me toman el pelo por ser demasiado romántica – admití –

- Ah, bueno, no pasa nada.

- No, eso dices tú. No sabes cómo puede llegar a ponerse mi hermana – me miró, escéptico - ¡No me enarques esa ceja! ¡Lo digo en serio!

- Lo siento, me resisto a creer que tu hermana es peor que Tom.


Solté la carcajada. Era de prever.


- Pues créetelo – advertí –

- Ya veremos. Aún no conoces a Tom.

- Aún no conoces a mi hermana – rebatí –


Me dedicó una sonrisa franca. Era fácil llevarse bien con Bill. Era un chaval sencillo. Entonces recordé algo.


- Bill, ¿puedo enseñarte una cosa?

- Sí, supongo.

- Pero prométeme algo.

- Eso depende.

- No me preguntes nada.

- ¿Cómo sé que luego podré cumplirlo?

- Bueno... ¿Confiando en mí? No pido mucho – reí –

- De acuerdo – sonrió – En ese caso, adelante.


Saqué mi I-phone del bolso y me conecté a Internet no sé ni cómo. Busqué en Youtube el video sin entrar como usuario y lo puse. Le pasé el móvil rápidamente y él parpadeó sorprendido al encontrarse algo tan simple como un video hecho por una fan. Me miró un segundo pero le hice una seña para que lo viera. Le pasé unos auriculares pequeñitos que conectó rápidamente. Pensé deliberadamente en no mostrar ninguna señal de nervios mientras observaba cómo veía el video. Ese video que yo había hecho. Ese video que yo había colgado. Ese video que tanta gente había comentado.

Me quedé absorta viendo mi propio video con Bill. Recordaba cada palabra como si la hubiera escrito hace un minuto. No podía oír la música, pero sabía cuál era. Recordaba cada momento como si hubiera sido hoy, hace un rato. Contuve las ganas de llorar. Miré las letras, en alemán tenían tanto sentido... Y parecían tan sosas en inglés. Recuerdo que mis amigas y mi sister me habían dicho que parecía que era alemana por lo bien que me expresaba con él por escrito y por oral. En ese momento, Bill me devolvió el móvil. Lucía preocupado.


- ¿Qué te pareció?

- No sé. No sabía que se pudiera amar tanto como el video dice ¿Lo has hecho tú?

- Por favor, dijimos que sin preguntas.

- Sólo esa, por favor.

- No. No puedo – rebatí. Me horrorizaba la idea de que supiera de quién era –

- ¿Por qué?

- Te lo he enseñado porque, tal y como dice el vídeo, era poco probable que tú sólo lo llegaras a ver. Y quería que supieras lo que algunas fans sienten por ti y no saben bien cómo expresar. Me pareció lindo y que expresaba bien todo eso. Eso es todo.

- No es cierto.

- No desesperes. Algún día te lo diré.

- ¿Y cuándo es eso?

- No lo sé – sonreí cansadamente – Eres persistente, ¿eh?

- Quiero saberlo.

- No te lo voy a decir ahora. La persona que lo hizo se sentiría mal si lo hiciera.

- ¿La conoces o eres tú?

- Es una amiga mía. Íntima. Y no es ninguna de ellas.

- Ah. Supongo que no me vas a decir de quién es en realidad.

- No, aún no

- A veces me cuesta seguir tu lógica. Dices que no, pero me das pistas, cuando te pregunto, no respondes, y cuando crees que parezco tenerlo, me dices que me lo dirás otro día. Eres muy extraña. No conocía a nadie como tú.

- ¿Eso crees?

- Sí, es... no sé, me gusta. A veces es entretenido

- Te... ¿gusta? ¿Qué sea rara?

- Bah, no es eso. Lo estás cogiendo mal. A lo que me refiero es que... Eres... interesante.

- ¿Porque me niego a decirte cosas?

- Eso hace que seas aún más interesante.

- Vaya, gracias. Nadie lo había enfocado así nunca. Me dicen que siempre quiero dármelas de interesante y que en realidad sólo soy un bicho raro.

- No, no es cierto. Sólo eres diferente a los demás. Sé cómo te sientes. Quiero decir, mírame, soy muy diferente, ¿no crees?

- Ja, es cierto – reí yo también – Ya tampoco conocía otro chico como tú.

- Y dudo que lo encuentres – negó sonriendo – Yo sí que soy raro.

- Bah, da igual. En el fondo todos somos raros, ¿no crees? Sino, todos seríamos iguales.

- Cierto – sonrió – A veces me canso, sin embargo.

- No me extraña. Los medios, las fans...

- No me refiero a eso.

- ¿A qué te refieres entonces?

- A todos los rumores sobre mí.

- Ah


Se hizo un silencio incómodo. Bill sonrió. Pero no fue una sonrisa feliz, sino triste y cansada. No soporto que la gente se sienta así. No soporto la resignación.


- Sé cómo te sientes. Pero lo estás llevando bien, ¿no?

- Hmp - se encogió de hombros –

- Que te critiquen todo lo que haces, cómo vistes, cómo te peinas, debe ser duro. Y la gente puede ser muy insistente.

- Dímelo a mí. No te haces una idea.

- ¿Qué te pasa, Bill? ¿Por qué te sientes tan mal? ¿Puedo ayudar?

- Yo no me siento mal – se extrañó –

- En ese caso, ¿por qué pusiste esa cara cuando dijiste lo de los rumores?

- ¿No es obvio? Porque no me gustan.

- Ah, bueno, pero... – me interrumpió, con un poco de rabia –

- Me saca de quicio que piensen que soy...

- ¿Homosexual? – completé –

- Entre otras cosas – asintió –

- Ya veo.

- ¿Era eso a lo que te referías? – me encogí de hombros y él sonrió - ¿Estás contenta ahora?

- Bill, Bill, para estar contenta pido poco – sonreí –

- ¿Ah, sí? ¿Y qué, si puede saberse?

- Tu voz, vuestra música, y estoy en el cielo aunque sea el infierno.


Se ruborizó y sonrió, entornando los ojos. Luego bajó la vista, aún sonriendo con emoción.


- Gracias – dijo entonces – Eso es muy bonito

- No hay nada que agradecer. Es lo que siento – me quedé callada un segundo, dudando. Finalmente pregunté – Bill, ¿puedo hacer una cosa... que siempre quise hacer?

- Supongo que sí – dijo con cautela – Mientras no sea una locura...


Vacilé un poco, pero me acerqué, le di un abrazo y susurré a su oído:


- Gracias


Me quedé así un instante, respirando suavemente su aroma. Olía muy bien, ligeramente a laca mezclada con jabón y una fragancia que no identifiqué sino como la fragancia natural de su piel. Luego me separé y aparté la vista, un poco avergonzada. Bill atrapó una de mis manos y buscó la otra. Alcé la vista para mirarle, sorprendida. Él sonrió.


- ¿Por qué? – preguntó simplemente –

- Por hacer que tu música pueda cambiarlo todo – susurré –

- ¿Tanto así? – me miró a los ojos, sorprendido y agradecido –

- N-no entiendo a qué te refieres.

- Quiero decir que si es tan... importante para ti nuestra música-

- Lo es todo – alcancé a decir, perdida en sus ojos –

- Vaya... Gracias a ti también.


Volvió a sonreír. No podía apartar la vista de sus ojos y sentí que me ruborizaba.


- Bueno, vale. Creo que si seguimos así me dará un colapso cerebral con tanta sangre en mi cabeza.


Rió con franqueza y complicidad y soltó mis manos, diría que demasiado despacio. Llevé el dorso a mis mejillas, intentando bajar el rubor, al menos un poco, sin conseguirlo. Me recliné en el asiento sin mirarle, porque sabía que él sí me estaría mirando. Sentía la cabeza embotada y un leve mareo me cosquilleaba en las sienes. Me picaban los labios de saber que habían rozado su oreja y me picaban las manos por poder rodear sus hombros de nuevo. Su olor no se me iba de la cabeza. Cerré los ojos y suspiré suavemente, sin que se notara. Cuando mis nervios se hubieron calmado un poco, me giré con auténtica curiosidad hacia los demás. Mi hermana estaba riendo y hablando con fluidez. Karina estaba mirando por la ventana y Georg la estaba mirando con atención. Janine charlaba tranquilamente con Gustav y, curiosamente, tenía una de manos entrelazada con la de él y sus dedos jugueteaban entre ellos distraídamente. Sonreí.


- ¿Qué pasa? – quiso saber Bill –

- Nada – contesté de inmediato – Quería saber qué hacían los demás.


Él asintió, satisfecho, pero no dejó de observarme. Generalmente no me gusta sentirme observada, pero si era Bill quien no dejaba de mirarme no me importaba. Luego recordé mi pequeño plan de enamorarlo y recapacité sobre todo lo que me había dicho. Quise morderme la lengua por ser tan bocazas. Decidí que no le daría más pistas durante un tiempo. Entonces, mi hermana me llamó en español:


- Psst, linda, mírame a Janine que se nos desmadra.

- Ya, ya la he visto – reí. De reojo pude ver que Karina también nos había oído y reía silenciosamente

- Se ven lindos, ¿no? – comenté –

- Adorables

- Como una parejita feliz – añadió Karina –


Todos reímos. Tom tiró de la mano de mi hermana para llamar su atención y sentí la de Bill sobre la mía y su voz que me llamaba. Me giré y dije, al tiempo que Belén:


- Dime


Bill sonrió al oír a mi sis decir lo mismo y dijo:


- ¿Qué pasa?

- Hum... No sé si decírtelo

- No diré nada

- Sé discreto – él asintió – Mira a Gustav y Janine


Se levantó un poco en el asiento y alargó el cuello, tratando de ver qué era lo que nos llamaba tanto la atención. Primero alzó las cejas, pero luego sonrió con picardía y se volvió a sentar.

- Qué monos – comentó en voz baja –

- En el fondo, estoy feliz por ella, pero le tengo cierta envidia. Nunca he conseguido caer tan bien a nadie, no como ella, que persona que conoce, persona a la que cae bien.


Bill sonrió un poco y miró mi mano, apoyada en el reposabrazos. Lentamente, dejó caer su mano sobre la mía.


- A mí me caes muy bien.


Fue como por acto reflejo. Levanté la vista y le vi mirándome. Me ruboricé. De nuevo. Él se rió.


- Mujer, te sonrojas por todo, ¿eh?

- Bueno, sí, ¿vale?


Eso era algo que me molestaba mucho. Intenté retirar la mano rápidamente y girarme para darle la espalda, pero él atrapó mi mano antes de que pudiera hacer nada.


- Lo siento, Ann. No te enfades – pidió, clavando sus orbes marrones en los míos - ¿vale? Era broma ¿Sabes? A mí también me pasa, y mucho.

- Ah, v-vale. No pasa nada, los siento, es que me enfado con mucha rapidez. Luego se me pasa igual de rápido. Tal vez por eso es que no caigo tan bien a la gente – dije, sin poder dejar de mirarle a los ojos –
- No es cierto. A mí me sigues cayendo muy bien.


Volvió a reír suavemente y yo esbocé una sonrisa. Entonces, él se giró hacia un lado y sonrió. Señaló con la cabeza hacia mi hermana y Tom. Eché un vistazo y me quedé boquiabierta. Le frente de mi hermana reposaba en la frente de Tom. No podía verles la cara, pero en seguida noté que algo iba mal.

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Hola, estoy de vuelta!!
Ya sé, me tardé un poquito, pero... prometo que voy a volver a subir pronto. Debo decir que llevo ya como diecisiete capítulos escritos, la imaginación cada vez me sorprende más y... ¡Estoy happy!
Y, pues nada, les dejo ya, espero que hayan disfrutado del cap, comenten... Todo eso
Besos, cuidense
Annelysse K.

lunes, 5 de julio de 2010

Problemas técnicos

Vale, ya sé, se supone que esto debería ser un capítulo, pero el ordenador no me deja copiar el texto para meterlo en una nueva entrada. Lo he intentado todo. Siento decir que hoy no podré publicar, espero poder hacerlo entre mañana y pasado, cualquier cosa, coméntenmela aquí al lado y yo les responderé.
Una disculpa
Annelysse Kaulitz