**... hazme volar con una mirada... **

domingo, 3 de enero de 2010

Los pases a la gloria (parte 1)

*Annelysse*

Me levanté de golpe. Por suerte, eran ya las once y media de la mañana y la espera no sería tan larga. Me di la vuelta en la cama, tratando de volverme a dormir, pero mi despertador empezó a sonar ¿Quién lo puso? Fácil, mi hermana, que se desperezó rápidamente y sonrió.
- ¡Ya es el día!
- Sí, pero queda una larga espera, aún es por la mañana, y el concierto es por la tarde a las nueve.
- Qué más da. Total, aún tenemos que hacer los deberes. Y todos, porque tengo un presentimiento raro que me dice que mañana no los podremos hacer.
- Vale, confiemos en tu presentimiento y vamos a desayunar ya.

Bajamos las escaleras y nos topamos con mamá, que sonreía y fregaba los platos.
- Hola chicas. Ya era hora. Creo que de tanto estrés habéis dormido más. Supongo que eso es bueno.
- Sí, al menos ahora no tenemos que esperar tanto para el concierto.
- Supongo – se encogió de hombros -. Venga, desayunad e iros a hacer los deberes. Y ordenad la habitación.
- De acuerdo.

Pronto terminamos de desayunar y subimos de nuevo a nuestro cuarto. Decidimos ordenarlo primero, lo cual realmente no nos tomó demasiado. Los deberes si que nos sacaron un poco de quicio. Era muy difícil concentrarse en las complicadas operaciones matemáticas que nos pedían, pero las terminamos bien. Justo a tiempo de, ya que nos llamaron a comer.
- ¿Todavía os quedan deberes, chicas? – preguntó mi padre –
- Sí, menos de matemáticas – me quejé – Resúmenes, redacciones, ejercicios...
- La libertad es la mayor recompensa – dijo –
- El concierto es la mayor recompensa – rectifiqué –
- Lo que sea.

Finalmente, a las cinco y media, ya estábamos libres de deberes y quehaceres. Como el concierto empezaba a las nueve, nos pusimos a tocar para aligerar la tensión. Era increíble lo nerviosas que estábamos. Habíamos quedado una hora antes, así que empezamos ponto a alistarnos. Nos duchamos y a las siete y media ya nos estábamos vistiendo. Hacía calor, así que, a pesar de que odio las faldas, me puse una minifalda roja y una blusa blanca transparentosa con una camiseta de tirantes negra debajo. Me alisé el pelo con las planchas y me lo sujeté de forma casual con unas horquillas. Luego me calcé sandalias de tacón de aguja de color negro y me empecé a maquillar. Me coloquen delineador de ojos negro y rímel en las pestañas y luego esparcí sombras negras por todo el párpado. Apliqué un poco de color a mis mejillas, suave, sólo para que no hiciera reflejos ni nada y me pinté los labios con gloss para darles volumen. Sabía que así rompía con todo. No me dí cuenta de cómo pero de pronto ya estábamos las cuatro allí. Janine quería hacer una llamada, así que se fue con Karina hacia un lado. Mientras las esperábamos, mi hermana dijo de pronto:
- Hermanita, mira allá. Ese hombre viene hacia acá.

Rápidamente saqué un espejito y enfoqué hacia atrás. Y cierto, un hombre vestido de negro con unas grandes gafas de sol venía hacia nosotras. Cuando nos alcanzó, dijo:
- Señoritas, ¿vienes al concierto?
- Um, sí – contesté brevemente –
- Entonces, tengan esto y no lo pierdan por nada. Guárdenlo bien.

Y nos dio dos papeles antes de desaparecer entre la multitud. Los cogí sin pensar y, antes de poder verlos, Janine y Karina se acercaron con unos iguales. Se encogieron de hombros.
- ¿Qué es? – preguntó mi hermana –
- No lo sé, es un papel dorado.

Lo miré bien y me tapé la boca para no gritar de emoción. Antes de decir nada, avisé:
- Nada de gritar, o arruinaréis un sueño-

Todas asintieron con seriedad.
- Son cuatro pases backstage – empecé en voz baja -. Pero con un añadido único. Según dice, nos da derecho a irnos de gira con los tokio con todo tipo de gastos pagados.

Nadie habló. Todas miraron el suyo. La última frase rezaba “No es ninguna broma” y estaba firmado por cuatro nombres que conocíamos de sobra. Durante unos minutos, todas tratamos de asimilarlo en silencio. Luego, más calmada, Karina preguntó:
- ¿Vamos a ir?
- Of course, my darling! – dije – No vamos a desperdiciar una oportunidad así. Aunque sea broma, nos da para conocerles, ¿no crees?
- ¡Claro! Pero ahora vamos para allá o no nos dará tiempo de entrar siquiera – dijo mi sis –

Andamos, o más bien corrimos, hacia la entrada aún mirando nuestros pases. Antes de entrar, sin embargo, les hice guardarlas para que no se les perdieran ni se las quitaran. Entonces entramos y corrimos a buscar un buen sitio.
- Hola, chicas, ¿venís al concierto? – nos preguntó una chica que no conocíamos. Tenía un acento extraño –
- Eh, sí, ¿Por qué lo dices? - pregunté –
- ES la primera vez que vengo a un concierto, ¿puedo quedarme por aquí con vosotras?
- ¡Sí, claro! ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Maya ¿Y vosotras?
- Yo soy Annelysse y ella es mi hermana Belén.
- Yo soy Karina y ella es una amiga, Janine.
- Dos hermanas y dos amigas, ¡qué guay! – comentó – Encantada de conoceros.
- Lo mismo digo – dije – Por cierto, tú no eres de aquí, ¿cierto?
- No... Soy de Alemania, pero me vine a vivir aquí hace varios años.
- ¿Y los conoces?
- ¿En persona?
- Ajá.
- Bueno, sí, fuimos amigos un tiempo – dijo a regañadientes –

Todas nos quedamos mirándola y ella empezó a ponerse colorada. Se encogió un poco sobre sí misma.
- ¿De verdad? – articulé –
- Um, sí.
- ¡Eso es genial! – gritó Janine – Cuéntanos, ¿cómo son?
- ¡Ja, ja, ja! – rió – Empezaba a pensar que os ibais a enfadar. Bueno, son personas muy normales, no son para nada creídos, bueno, salvo Tom.
- ¿En serio? Quiero decir, ¡aún no me lo creo!
- Sí, supongo que cuesta asimilarlo, eh...
- Annelysse – completé – Puedes llamarme Ann.
- ¿Te sería más fácil si hablamos en alemán? – sugirió Belén – Todas lo hablamos muy bien.
- ¡Claro! – contestó en alemán - ¿no os molesta?
- No. Practicamos muchísimo el alemán – contesté –
- Eso es genial.
Estuvimos charlando un poco de todo, cuando nos dimos cuenta, todo estaba llenísimo y el concierto estaba a punto de empezar. Nos sumamos a algunas fans que gritaban “¡Tokio Hotel!” rítmicamente hasta que, por fin, una figura salió al escenario. Era Bill, seguido de Tom y Georg y Gustav. Se colocaron rápidamente mientras todas nuestras voces formaban una extraña maraña ruidosa, que, de alguna forma, conseguía sonar bien. Parecía que disfrutaban oyéndola. Tras una par de palabras en inglés, Bill se giró para hacer una seña a Gustav, que empezó a tocar.

1 comentario:

  1. my gosh *___*

    wuaaa!! cuatro pases backstage

    OMFG

    Yo me muero XD! ahh no... porque si no no veo a mi Bill

    hahahahaha

    vale, te felicito nena ;-)

    ResponderEliminar